Régis Debray
¿LA DECADENCIA DE OCCIDENTE?
New Left Review (número 80, mayo-junio 2013, pp. 31-48)
newleftreview.es
“Nacido en Hawái, educado en Indonesia, maestro del marketing, Obama está mucho más educado que un patán como George W. Bush, que tanto fascinó a dirigentes europeos, desde Blair a Sarkozy. Sabe que aquí abajo existen otros mundos y de ahí su comportamiento más cortés. Pero considerar que esta corrección representa una conversión al multilateralismo sería confundir los deseos con la realidad, y olvidar que un outsider estadounidense puede estar más imbuido de los mitos fundacionales de este país que alguien del rebaño del viejo WASP, olvidar que puede estar más convencido de que debe luchar por defender los privilegios ontológicos de su Tierra Prometida con todos los medios necesarios. Incluyendo los clandestinos. Y por ello el cibersabotaje y los drones asesinos hacen incursiones sobre países soberanos. Según fuentes estadounidenses, durante sus primeros cuarenta meses el gobierno de Obama autorizó cinco veces más asesinatos selectivos, solamente en Paquistán, que Bush en ocho años, 262 contra 49, con incontables víctimas civiles y proporcionando a Al Qaeda unos reclutas ideales entre los supervivientes. El Comando de Operaciones Especiales (SOCOM por su acrónimo en inglés), con un presupuesto que ha aumentado en diez años desde 4,2 hasta 10,5 millardos de dólares, cuenta con una plantilla de 60.000 personas, incluyendo operativos repartidos por setenta países. El «ejército del Presidente» depende cada vez más de la «comunidad de inteligencia» en vez del Pentágono, para evitar cualquier complicación judicial.
Ya sea blanco, negro, tenga mezcla de razas o sea amarillo, el presidente de Estados Unidos es, ha sido y será siempre un «excepcionalista» que estará imbuido del sentido de tener una misión superior; las únicas variables dignas de atención son el cómo y en qué medida. Solamente los países con una poderosa mística o mitología nacional son capaces de una poderosa política exterior, con todo lo que eso implica en términos de crueldad e ilegalidad en el extranjero, pero también de renuncia y sacrificio doméstico. El «Destino Manifiesto» de Estados Unidos o el «Pacto de Yahvé» con Israel, dos naciones que no tienen ninguna duda sobre sus orígenes sobrenaturales, les proporciona una vocación para este tipo de estado de excepción. Aquellos que están convencidos de que llevan consigo algo incompatible con la norma no se sienten obligados a obedecer los mismos tratados o convenciones. En 1998, un puñado de países, incluyendo a Estados Unidos, China, Israel y Qatar, se opusieron formalmente al establecimiento del Tribunal Penal Internacional. Después, amenazando con represalias diplomáticas o recortes de los suministros de alimentos, Estados Unidos obtuvo el acuerdo de sesenta países para garantizar por escrito la impunidad de los soldados estadounidenses, privando así de su sustancia al tratado por el que se creaba el Tribunal. Someter a un militar estadounidense a las mismas restricciones legales que a cualquier otro puede provocar ahora sanciones por parte de Estados Unidos.” (pp. 43-44)
¿LA DECADENCIA DE OCCIDENTE?
New Left Review (número 80, mayo-junio 2013, pp. 31-48)
newleftreview.es
“Nacido en Hawái, educado en Indonesia, maestro del marketing, Obama está mucho más educado que un patán como George W. Bush, que tanto fascinó a dirigentes europeos, desde Blair a Sarkozy. Sabe que aquí abajo existen otros mundos y de ahí su comportamiento más cortés. Pero considerar que esta corrección representa una conversión al multilateralismo sería confundir los deseos con la realidad, y olvidar que un outsider estadounidense puede estar más imbuido de los mitos fundacionales de este país que alguien del rebaño del viejo WASP, olvidar que puede estar más convencido de que debe luchar por defender los privilegios ontológicos de su Tierra Prometida con todos los medios necesarios. Incluyendo los clandestinos. Y por ello el cibersabotaje y los drones asesinos hacen incursiones sobre países soberanos. Según fuentes estadounidenses, durante sus primeros cuarenta meses el gobierno de Obama autorizó cinco veces más asesinatos selectivos, solamente en Paquistán, que Bush en ocho años, 262 contra 49, con incontables víctimas civiles y proporcionando a Al Qaeda unos reclutas ideales entre los supervivientes. El Comando de Operaciones Especiales (SOCOM por su acrónimo en inglés), con un presupuesto que ha aumentado en diez años desde 4,2 hasta 10,5 millardos de dólares, cuenta con una plantilla de 60.000 personas, incluyendo operativos repartidos por setenta países. El «ejército del Presidente» depende cada vez más de la «comunidad de inteligencia» en vez del Pentágono, para evitar cualquier complicación judicial.
Ya sea blanco, negro, tenga mezcla de razas o sea amarillo, el presidente de Estados Unidos es, ha sido y será siempre un «excepcionalista» que estará imbuido del sentido de tener una misión superior; las únicas variables dignas de atención son el cómo y en qué medida. Solamente los países con una poderosa mística o mitología nacional son capaces de una poderosa política exterior, con todo lo que eso implica en términos de crueldad e ilegalidad en el extranjero, pero también de renuncia y sacrificio doméstico. El «Destino Manifiesto» de Estados Unidos o el «Pacto de Yahvé» con Israel, dos naciones que no tienen ninguna duda sobre sus orígenes sobrenaturales, les proporciona una vocación para este tipo de estado de excepción. Aquellos que están convencidos de que llevan consigo algo incompatible con la norma no se sienten obligados a obedecer los mismos tratados o convenciones. En 1998, un puñado de países, incluyendo a Estados Unidos, China, Israel y Qatar, se opusieron formalmente al establecimiento del Tribunal Penal Internacional. Después, amenazando con represalias diplomáticas o recortes de los suministros de alimentos, Estados Unidos obtuvo el acuerdo de sesenta países para garantizar por escrito la impunidad de los soldados estadounidenses, privando así de su sustancia al tratado por el que se creaba el Tribunal. Someter a un militar estadounidense a las mismas restricciones legales que a cualquier otro puede provocar ahora sanciones por parte de Estados Unidos.” (pp. 43-44)