Vladímir Arséniev
DERSU UZALA (II)
Barcelona, 2006, Debolsillo.
“En la taiga ussuriana hay que prever siempre la posibilidad de encontrarse frente a frente con una fiera. Pero nada es tan desagradable como tropezarse con un ser humano. La bestia, por lo general, huye a la vista de un hombre y no lo ataca más que si es perseguida. En ese caso, cazador y animal saben lo que tienen que hacer. Un ser humano es completamente distinto. En la taiga no hay testigos oculares; además, la costumbre ha creado esta táctica singular: el hombre que percibe a otro debe primero esconderse y tener su carabina dispuesta. En los bosques de esta región, todos se pasean armados: los indígenas chinos, coreanos y otros, y también los tramperos venidos de otra parte. El verdadero cazador-trampero es aquel que vive exclusivamente de su oficio. (…) Pero hay que distinguir al «cazador-trampero» de lo que se llama un «buscador».
Éste es el que va a la taiga no para cazar, sino para ejercer una «industria» cualquiera. Además de su fusil, lleva una pala de zapador y una bolsa de cuero llena de ácidos. Aunque va sobre todo a la búsqueda de oro, no desdeña, ocasionalmente, perseguir al «bizco» (el chino) y al «cisne» (el coreano), hurtar una cama a su prójimo o matar una vaca de otro para vender su carne haciéndola pasar por la de una corza. Encontrarse a uno de estos buscadores es mucho más peligroso que encontrar una fiera.” (pp. 89-90)