Morten A. Strøksnes
EL LIBRO DEL MAR (I)
Barcelona, 2018, Salamandra.
“Es verano y hace una mañana calurosa y soleada, de las que abundan tan poco en el norte más septentrional. Los pajarillos cantan como si hubieran desayunado con champán, los abejorros zumban perezosos entre las flores. Hay tréboles rojos, margaritas, geraniáceas, y por todas partes esa flor amarilla y regordeta que tiene tantos nombres: zapatos de la Virgen, loto carunculado, pie de gallo, trébol criollo, trébol de las arenas y corona del rey. Esta flor tiene un olor tan particular que los lugareños le han puesto también unos apodos de naturaleza bastante más profana: «flor huele a mierda» y «diarrea de Satán». Además del nombre más feo que se haya dado a una flor: «hierba para limpiarse el culo».” (pp. 31-32)
“Los pescadores a menudo hablan de los barcos como si se tratara de seres vivos. Si uno les insiste mucho, reconocen que son un objeto inanimado, claro, pero en el fondo creen que la gente está equivocada. Tal vez sea porque el vínculo que los une —a pescador y barco— es muy fuerte: en situaciones extremas, las cualidades del segundo pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Es crucial que el pescador conozca la personalidad de la embarcación, sus caprichos, sus puntos fuertes y sus flaquezas. Juntos pueden dominar el mar, sobre todo si se trata al barco con respeto.” (pp. 41-42)