Peter Novick
JUDÍOS, ¿VERGUENZA O VICTIMISMO? (VI)
El Holocausto en la vida americana
Madrid, 2007, Marcial Pons.
“En una encuesta sobre el conocimiento público de la Segunda Guerra Mundial, el 97% de los encuestados sabía qué era el Holocausto. Una cifra considerablemente superior a la de los que podían identificar Pearl Harbor o la de los que sabían que Estados Unidos había arrojado una bomba atómica sobre Japón, y mucho mayor que el 49% que sabía que la Unión Soviética luchó junto a los estadounidenses durante la guerra. Pero ¿qué significa «conocer lo que fue el Holocausto» para esa parte de la población -más de un tercio, según una encuesta reciente- que o bien no sabía que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial o bien «sabía» que no ocurrió en ese período?. Esta última conclusión no desalentó a la directora temporal del Museo del Holocausto de Washington, que declaró a a un reportero: «¿Acaso le sorprende eso en un país que no sabe dónde está México?» (citaba una encuesta de Gallup que descubrió que casi la mitad de los estadounidenses no podía situar México en un mapa). En cierto modo es una réplica bastante justa: probablemente, ni siquiera la mayoría de los estadounidenses con carrera universitaria podría decir muchas cosas coherentes sobre la Revolución Americana o la Guerra Civil de Estados Unidos. Pero plantea una cuestión (imposible de responder): ¿cuántos estadounidenses tienen un conocimiento del Holocausto que vaya más allá de una serie de frases televisivas sentenciosas e inconexas? Sólo podemos contestar: algunos.” (p. 253)
JUDÍOS, ¿VERGUENZA O VICTIMISMO? (VI)
El Holocausto en la vida americana
Madrid, 2007, Marcial Pons.
“En una encuesta sobre el conocimiento público de la Segunda Guerra Mundial, el 97% de los encuestados sabía qué era el Holocausto. Una cifra considerablemente superior a la de los que podían identificar Pearl Harbor o la de los que sabían que Estados Unidos había arrojado una bomba atómica sobre Japón, y mucho mayor que el 49% que sabía que la Unión Soviética luchó junto a los estadounidenses durante la guerra. Pero ¿qué significa «conocer lo que fue el Holocausto» para esa parte de la población -más de un tercio, según una encuesta reciente- que o bien no sabía que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Mundial o bien «sabía» que no ocurrió en ese período?. Esta última conclusión no desalentó a la directora temporal del Museo del Holocausto de Washington, que declaró a a un reportero: «¿Acaso le sorprende eso en un país que no sabe dónde está México?» (citaba una encuesta de Gallup que descubrió que casi la mitad de los estadounidenses no podía situar México en un mapa). En cierto modo es una réplica bastante justa: probablemente, ni siquiera la mayoría de los estadounidenses con carrera universitaria podría decir muchas cosas coherentes sobre la Revolución Americana o la Guerra Civil de Estados Unidos. Pero plantea una cuestión (imposible de responder): ¿cuántos estadounidenses tienen un conocimiento del Holocausto que vaya más allá de una serie de frases televisivas sentenciosas e inconexas? Sólo podemos contestar: algunos.” (p. 253)