Peter Novick
JUDÍOS, ¿VERGUENZA O VICTIMISMO? (II)
El Holocausto en la vida americana
Madrid, 2007, Marcial Pons.
“Hablar de «los judíos estadounidenses» como una sola entidad es torcerse desde el principio. Todavía más engañoso resulta hablar, como hacen muchos en relación con esos años, de la «comunidad judía estadounidense». La utilización de la palabra «comunidad» se ha convertido en algo habitual en las últimas décadas, pero es un término creativo: una aspiración o una exhortación, no una descripción. Desde finales de la década de 1960 se puede decir que la inmensa mayoría de los judíos de Estados Unidos están unidos en su apoyo a Israel, y esto ha producido, si no una «comunidad», por lo menos algo que sí se parece levemente a la unidad. Sin embargo, a comienzos de los años cuarenta no había ninguna creencia común que uniera a «los judíos de Estados Unidos», que, además, presentaban una diversidad social bastante más considerable de la que tendrían posteriormente.” (p. 44)
“Con frecuencia, la vinculación que se establece es de índole sobrenatural. Para muchos judíos tradicionales, tanto el Holocausto como el nacimiento de Israel eran (como todo lo demás) parte del plan divino y, quizá, de otra manera, augurios del día de la redención. Hoy en día, la mayoría de los judíos menos tradicionales rechaza esta perspectiva junto con la idea de que Israel era -o que lo fuera cualquier otra cosa- una compensación divina por el Holocausto. Sin embargo, la idea de que hay algún tipo de vínculo o nexo causal sigue estando muy difundida.” (p. 84)
“Desde el comienzo del régimen de Hitler, Ben Gurión, guiado por lo que su biógrafo califica de «su filosofía del... desastre benéfico», había insistido en que «nos interesa utilizar a Hitler... para construir nuestro país»; «cuanto peor sea la desgracia, mayor será la fuerza del sionismo». En octubre de 1942 le dijo a la Ejecutiva Sionista: «El desastre es fuerza si se canaliza en una dirección constructiva; el secreto del sionismo radica en saber canalizar nuestro desastre, no hacia el desaliento y la degradación, como en la diáspora, sino para lograr una fuente de creatividad y aprovechamiento.»” (p. 93)
JUDÍOS, ¿VERGUENZA O VICTIMISMO? (II)
El Holocausto en la vida americana
Madrid, 2007, Marcial Pons.
“Hablar de «los judíos estadounidenses» como una sola entidad es torcerse desde el principio. Todavía más engañoso resulta hablar, como hacen muchos en relación con esos años, de la «comunidad judía estadounidense». La utilización de la palabra «comunidad» se ha convertido en algo habitual en las últimas décadas, pero es un término creativo: una aspiración o una exhortación, no una descripción. Desde finales de la década de 1960 se puede decir que la inmensa mayoría de los judíos de Estados Unidos están unidos en su apoyo a Israel, y esto ha producido, si no una «comunidad», por lo menos algo que sí se parece levemente a la unidad. Sin embargo, a comienzos de los años cuarenta no había ninguna creencia común que uniera a «los judíos de Estados Unidos», que, además, presentaban una diversidad social bastante más considerable de la que tendrían posteriormente.” (p. 44)
“Con frecuencia, la vinculación que se establece es de índole sobrenatural. Para muchos judíos tradicionales, tanto el Holocausto como el nacimiento de Israel eran (como todo lo demás) parte del plan divino y, quizá, de otra manera, augurios del día de la redención. Hoy en día, la mayoría de los judíos menos tradicionales rechaza esta perspectiva junto con la idea de que Israel era -o que lo fuera cualquier otra cosa- una compensación divina por el Holocausto. Sin embargo, la idea de que hay algún tipo de vínculo o nexo causal sigue estando muy difundida.” (p. 84)
“Desde el comienzo del régimen de Hitler, Ben Gurión, guiado por lo que su biógrafo califica de «su filosofía del... desastre benéfico», había insistido en que «nos interesa utilizar a Hitler... para construir nuestro país»; «cuanto peor sea la desgracia, mayor será la fuerza del sionismo». En octubre de 1942 le dijo a la Ejecutiva Sionista: «El desastre es fuerza si se canaliza en una dirección constructiva; el secreto del sionismo radica en saber canalizar nuestro desastre, no hacia el desaliento y la degradación, como en la diáspora, sino para lograr una fuente de creatividad y aprovechamiento.»” (p. 93)