martes, 31 de diciembre de 2024

Luis Landero
LLUVIA FINA (II)
Barcelona, 2021, Tusquets. 
 


“La vida era breve, y no merecía la pena atarse a proyectos largos y laboriosos, cuando las pequeñas tareas diarias ya eran bastante para darle algún sentido al tediosos absurdo de existir. ¡Cuánto mejor era ser el espectador de la gran farsa de la vida humana que desempeñar en ella un papel de actor, aun cuando fuese secundario! ¡Cuánto mejor ser libre que esclavo de un gran empeño que, como todos los grandes empeños, tarde o temprano acabaría por mostrar su condición ilusoria y estéril! Todos cuantos se sienten fracasados por no cumplir sus sueños es porque antes no tomaron la precaución de elemental de no dejarse embaucar por los sueños.” (p. 178)

“Nunca, nunca, aunque no pase nada, la gente deja de contar, y si hay infierno, también allí seguirán contando por los siglos de los siglos, dándole cuerda una y otra vez al juguete de las palabras, intentando entender algo del mundo, tanteando en el absurdo de la vida en busca quizá de algún resorte que abra su ciega cerrazón, como la cueva de Alí Babá al conjuro de una palabra mágica, y nos descubra el gran tesoro de la razón, de la luz, del sentido exacto de las cosas...” (p. 225)


 

Félix J. Palma
EL GRAN TIMO DE LAS HADAS (II)
Barcelona, 2024, Destino.



“La Tierra, el planeta donde hace millones de años un puñado de moléculas orgánicas decidieron combinarse para provocar la vida, al igual que sucedió en muchos rincones del universo, se mece en una negrura infinita punteada de estrellas, un jardín de prodigios donde no monta guardia ningún dios (a menos que queráis que yo adopte ese nombre). Pero sumerjámonos en su atmósfera, el manto de oxígeno que lo arropa, a ver qué se cuece allí abajo, que aquí no tiene pinta de que vaya a pasar gran cosa. A medida que descendemos, los curvados rayos del sol empiezan a estirarse, el pavoroso negro va mudando en un hermosos azul celeste y el tiempo solo alcanza a medir lo fugaz. Tras atravesar el algodón de las nubes y algunas bandadas de aves, la esponjosa cabellera verde que cubre la superficie se va desenredando en bosques, montañas y lagos. Y cuanto más bajamos, más se aprecian las señales de ocupación del hombre, la especie dominante: los retales pardos y amarillos de sus cultivos, las venas de hierro de sus ferrocarriles y los desordenados amasijos de ladrillo y cristal donde se apretuja” (p. 387)

Luis Landero
LLUVIA FINA (I)
Barcelona, 2021, Tusquets.



“Así que ni Andrea ni Sonia han conocido apenas la alegría. Y la madre tampoco, ella todavía menos. La madre tenía ya de por sí un carácter tenebroso, pero es que además decía, y no se cansaba de repetir, que la alegría trae mal suerte porque detrás de la alegría acecha siempre la desgracia. «Los llantos los oye Dios y la risa el Diablo», solía decir, a veces sin venir a cuento, y que era una especie de refrán que ella se había inventado para su uso personal, es de suponer que inspirada en su propia experiencia,” (p. 25)

“Nunca fue tan desgraciada como entonces. Trabajaba mañana y tarde, con un rato para comer allí mismo lo que la madre le ponía en la tartera, comida congelada para engullir aprisa en un laberinto de hormigón, y todo el día limpiándoles el culo a los viejos, escuchando sus gritos inhumanos o sus frases absurdas, porque casi todos estaban medio locos, llevándolos al baño y ayudándolos a mear y a cagar, dándoles de comer y recogiéndoles las babas, y siempre impregnada de aquel olor inconfundible a mierda y a lejía que no había forma de quitarse de encima. Y sí, claro que le daban pena los viejos, pero más pena se daba ella a sí misma viéndose tan joven y con su vida echada ya a perder, y sin esperanzas de remisión, mientras sentía latir en el trasmundo de su imaginación las canciones que aguardaban a salir a la luz pero que, como ella, estaban condenadas ya para siempre a las tinieblas: ese era su destino, que con el correr de los años iría a desembocar en la locura y en la suciedad de la vejez. He ahí el argumento de su vida, ya trazado en los umbrales mismos de la juventud.” (pp. 168-169)

domingo, 29 de diciembre de 2024

Félix J. Palma
EL GRAN TIMO DE LAS HADAS (I)
Barcelona, 2024, Destino.

 

“A estas horas, el generalmente concurrido pub está medio vacío, apenas hay una veintena de clientes desperdigados por el local, bebiendo sus pintas en silencio. El sol de la tarde entra por los ventanales inclinado, dibujando en la penumbra lanzas de luz, en las que no faltan las constelaciones de polvo girando en su interior. Más que congelado, allí dentro el mundo parece haber frenado su velocidad para mecerse dulcemente, como una barca a merced de la marea mansa. Sólo el tintineo del cristal que produce el tabernero presta sonidos a la soledad. Da la sensación de que aquel momento del tiempo no está facultado para acoger hechos relevantes.” (p. 94)

lunes, 16 de diciembre de 2024

Walter Mosley
EL DEMONIO VESTIDO DE AZUL (II)
Barcelona, 2006, Anagrama.




“Hablar con el señor Todd Carter fue una experiencia extraña. Es decir, ahí estaba yo, un negro, en la oficina de un blanco rico, conversando como si fuéramos los mejores amigos, o incluso más íntimos. Me di cuenta de que él no sentía el temor ni el desprecio que mostraban la mayoría de los blancos cuando me trataban.
   Fue una extraña experiencia pero ya la había vivido antes. El señor Todd Carter era tan rico que ni siquiera me consideraba en términos humanos. Podía decirme todo. Yo podría haber sido un preciado perro ante el que se arrodillaba y al que abrazaba cuando se sentía abatido.
   Era la peor clase de racismo. El hecho de que ni siquiera reconociera nuestra diferencia mostraba que yo le importaba un bledo.” (p. 118)

“El dinero no constituye una apuesta segura pero es lo más cercano a Dios que he visto en este mundo.” (p. 120)

John Dickson Carr
LAS GAFAS NEGRAS
Valencia, 2023, Who Editorial. 
 


"-Todos los hombres son poco observadores, en efecto -explicó Marjorie en voz baja-. Por eso son tan malos testigos. Ustedes no prestan atención. Están demasiado enfrascados todo el tiempo en sus propias preocupaciones, mirando hacia dentro, siempre concentrados en sus asuntos o en sus problemas. Así que no observan. ¿Se lo demuestro? Ustedes están siempre bromeando sobre que una mujer sabe lo que lleva otra mujer, hasta el último detalle de un cinturón o una pulsera. Bueno, ¿creen que una mujer no se da cuenta también de lo que lleva un hombre? ¿Y que no puede describirlo? No es una cuestión de competir con otras mujeres, es una cuestión de simple observación. ¿Se fijan alguna vez los hombres en lo que llevan otras personas? ¿Otro hombre, por ejemplo? No. Siempre que su traje o su corbata no sean ofensivos, no prestan la menor atención. ¿Se fijan alguna vez en los detalles? Los zapatos o las manos..." (p. 61)

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Walter Mosley
EL DEMONIO VESTIDO DE AZUL (I)
Barcelona, 2006, Anagrama.



“Cuando me alisté estaba orgulloso porque creía lo que decían en los diarios y los noticiarios. Creía que yo formaba parte de la esperanza del mundo. Pero después descubrí que el ejército era tan segregacionista como el Sur. Me entrenaron como soldado de infantería, como combatiente, y me pusieron frente a una máquina de escribir los tres primeros años de mi campaña. Había atravesado África e Italia en la unidad de estadísticas. Seguíamos a los hombres que luchaban, rastreando sus movimientos y contando sus cabezas.
   Yo estaba en una división de negros, aunque todos los oficiales eran blancos. Me habían entrenado para matar hombres, pero los blancos no se mostraban ansiosos por ver un arma en mis manos. No querían verme derramar sangre blanca. Decían que nosotros no teníamos ni la disciplina ni la mente necesarias para la guerra, pero en realidad les asustaba que pudiera llegar a gustarnos la clase de libertad que proporciona el vérselas con la muerte.” (p. 98)

miércoles, 4 de diciembre de 2024

Michael Connelly
LA CAJA NEGRA
Barcelona, 2012, RBA.



“-Papá, ¿por qué te hiciste policía?
   Durante un segundo, Bosch no supo qué responder a aquella pregunta formulada de buenas a primeras.
  -Por muchas razones.
  -¿Como cuáles?
  Bosch guardó silencio un instante para poner sus pensamientos en orden. Era la segunda vez en una semana que Maddie le hacía esa pregunta. Se daba cuenta de que para ella era importante.
  -Lo más fácil sería decir que quería servir y proteger, como dice el lema. Pero me lo estás preguntando tú, así que voy a decirte la verdad. No me hice policía porque tuviera el deseo de servir y proteger a los demás. Cuando ahora lo pienso, me doy cuenta de que en realidad quería protegerme y servirme a mí mismo.
  -¿Qué quieres decir?
  -Bueno, por aquel entonces acababa de volver de la guerra de Vietnam, y a los tipos como yo, ya me entiendes, a los antiguos soldados que habíamos estado allí, no nos aceptaban demasiado. Y los que menos nos aceptaban eran los que tenían nuestra misma edad.
(…)
  -Me acuerdo de que al volver no sabía muy bien qué hacer. Me puse a estudiar en el City College, en Vermont. En clase conocí a una chica, y empezamos a vernos y tal. No le dije donde había estado, en Vietnam, ya me entiendes, porque sabía que entonces habría problemas.
  -¿La chica no vio ese tatuaje que llevas?
(...)
  -No, porque tampoco habíamos llegado tan lejos. Nunca me había quitado la camisa en su presencia. Pero un día estábamos paseando por el parque después de clase y ella, de pronto, me preguntó por qué era siempre tan callado y reservado... Y, no sé bien por qué, pensé que había llegado el momento de contárselo todo, de decirle la verdad. Pensaba que lo entendería, no sé si me explico.
  -Pero no lo aceptó.
  -No lo aceptó. Le dije que, bueno, durante los últimos años había estado en el ejército, y ella al momento me preguntó si quería decir que había estado en Vietnam. Le dije que sí.
  -¿Y ella qué dijo entonces?
  -No dijo nada. Hizo una especie de paso de baile, como de bailarina de ballet, y se marchó de mi lado. Sin decir palabra.” (pp. 274-276)

 


Jack Kerouac
BIG SUR (II)

Barcelona, 2023, Anagrama.


“Pero quien nunca haya tenido delirium tremens ni siquiera en las primeras fases no podría entender que no es tanto un sufrimiento físico como una angustia mental, imposible de describir para los ignorantes que no beben y acusan a los bebedores de irresponsabilidad. La angustia mental es tan intensa que sientes que has traicionado tu propio nacimiento, los esfuerzos, mejor dicho, los dolores del parto de tu madre cuando te parió y te trajo a este mundo, que has traicionado todos los esfuerzos que siempre hizo tu padre por alimentarte, criarte, hacerte fuerte y, joder, incluso educarte para «la vida», y sientes una culpa tan profunda que te identificas con el diablo y Dios parece abandonarte muy lejos a tu enfermiza estupidez.” (p. 121)

Yoko Tawada
EL EMISARIO
Barcelona, 2023, Anagrama.



“En los últimos tiempos había tantos días festivos nuevos que Yoshiro era incapaz de recordarlos todos. A pesar de que miraba el calendario a menudo con ánimo de memorizarlos, no conseguía retenerlos en la cabeza. A diferencia de los feriados que conmemoraban los aniversarios de los emperadores, los nuevos días festivos eran de veras democráticos, y tanto su nombre como sus fechas se elegían mediante referéndums. Primero se organizaban consultas públicas para reunir ideas, de donde surgían infinidad de propuestas como que, dado que ya existía el Día del Mar -que solía dar pie a pensar en la contaminación de los océanos- y que los ríos llevaban muchísimos años recibiendo los horribles vertidos de las fábricas, se podía establecer el Día de los Ríos como muestra de respeto también a estos. Del mismo modo se propuso que, como existía el Día Verde, estaría bien que también hubiera el Día Rojo. Asimismo, se consideró que el Día de la Cultura a secas era abstracto e insuficiente, y muchos ciudadanos apoyaron fervientemente establecer el Día del Libro, el Día de las Canciones, el Día de los Instrumentos Musicales, el Día de la Pintura o el Día de la Arquitectura, de modo que todos esos días se sacaron adelante. Los nombres del Día del Respeto a los Ancianos y del Día de los Niños se modificaron por el Día de Ánimo a los Ancianos y el Día de Disculpa a los Niños; el Día de la Educación Física pasó a a llamarse Día del Cuerpo para que los niños que no crecían físicamente no se pusieran tristes, y el Día de Agradecimiento al Trabajo se convirtió en el Día de Basta con Vivir para no herir a los jóvenes que no podían trabajar. (…) Asimismo, recientemente también se habían creado: el Día de la Almohada para incitar las relaciones sexuales, casi inexistentes; el Día de los Animales Extintos, en el que se ofrecía incienso en honor a los pájaros y animales extinguidos en Japón; el Día de la Desconexión -cuyos kanji en japonés se leían igual que «día del libertinaje de la mujer desnuda»- para conmemorar el día en que dejó de existir internet, y también el Día de los Huesos, para enfatizar la importancia del calcio.” (pp. 56-58)

Jack Kerouac
BIG SUR (I)
Barcelona, 2023, Anagrama.



“Los hombres dicen: «Somos hombres, arrancamos tocones de árbol, hacemos bolsas de papel, concebimos pensamientos sabios, preparamos comidas, miramos alrededor, hacemos un gran esfuerzo para percatarnos de que todo es igual.» Mientras la arena dice:«Somos arena, ya lo sabemos», y el mar dice: «Siempre vamos y venimos, caemos y reventamos.» El vacío cielo azul del espacio dice: «Todo esto viene a mí y luego se va, y vuelve a venir, y vuelve a irse, y no me importa, me sigue perteneciendo.» El cielo azul añade: «No me llames eternidad, llámame Dios si te apetece, todos los habladores estáis en el paraíso: la hoja es paraíso, el tocón es paraíso, la bolsa de papel es paraíso, el hombre es paraíso, la niebla es paraíso.» ¿Os entra en la cabeza que un hombre con ideas tan maravillosas pueda volverse loco en menos de un mes? (porque hay que admitir que las bolsas de papel y las arenas parlante decían la verdad). Pero recuerdo haber visto un montón de hojas que de pronto patinaron con el viento y cayeron al torrente, y se fueron flotando rápidamente hacia el mar e incluso entonces sentí el horror indescriptible del «Oh, Señor, al margen de lo que sepamos, digamos o hagamos, todos seremos barridos hacia el mar». Y un pájaro que estaba en una rama torcida se fue de repente sin oírme siquiera.” (pp. 45-46)