viernes, 27 de junio de 2025

Manuel Arroyo-Stephens
DE DONDE VIENE EL VIENTO (I)
Barcelona, 2024, Acantilado.

  

“Único entre los arrepentidos era Dionisio Ridruejo, escritor de una cordialidad y una inteligencia extraordinarias, el único que podía hablar de Franco habiéndolo tratado personalmente. Cuando él venía, los demás escuchábamos fascinados sus anécdotas. Un día alguien le preguntó cuál era el secreto de la longevidad de Franco y contestó sin dudar: Dejar hacer. ¿El secreto del poder? La indiferencia, dijo Ridruejo. El poeta Gerardo Diego se sentaba enfrente de mi mesa y se ponía a hablar con los ojos cerrados, contando anécdotas de Huidobro y de Vallejo, a los que había introducido en España y tratado íntimamente antes de la guerra civil. De las orejas le salían unos pelos largos y gruesos que parecían antenas. Su pasión era tocar el piano que había comprado ahorrando peseta a peseta con su pobre sueldo de profesor de instituto. Las malas lengua aseguraban que se había pasado al bando nacional cuando comprendió que tendría que elegir entre el exilio y el piano que tenía en su casa de Madrid. Eligió el piano y se puso a escribir poemas elogiando la sonrisa del caudillo y las alas negras de la aviación de Mussolini, que bombardeaba sin piedad las indefensas ciudades españolas. Su queja recurrente era no recibir regalías por su soneto al ciprés del monasterio de Silos. Figuraba en todas las antologías y en todos los libros de texto, pero no se pagaban derechos de autor por un solo poema. El novelista Torrente Ballester, camisa vieja de la Falange, miope y curioso, era un gran conversador. Presentaba sus libros en el sótano de la librería y, aunque sostenía que no había leído ni a Joyce ni a Faulkner, se apuntó al realismo mágico con La saga / fuga de J. B., que no ha conseguido acabar nadie en el mundo conocido. El poeta y profesor Dámaso Alonso acudía a muchas presentaciones de libros. Aprovechaba la ocasión para llenarse los bolsillos de la chaqueta de avellanas y almendras que se comía en su casa. El más generoso y cariñoso era Juan Benet, el de más talento como novelista y el que menos importancia se daba.” (pp. 114-115)

miércoles, 25 de junio de 2025

Mircea Cărtărescu
THEODOROS
Madrid, 2024, Impedimenta

 

“Habían pasado tres meses completos desde la llegada a Jerusalén de la reina de los territorios del Mediodía, y los judíos, un pueblo andrajoso y pendenciero, de cogote rígido, habían empezado a murmurar contra ella y querían otras novedades de las que poder cotillear a gusto. Incluso los mendigos y los vagabundos de la ciudad sagrada, sabiéndose anotados en el Libro del pueblo elegido, se consideraban por encima de los extranjeros de otra estirpe, hombres sin circuncidar que se postraban ante los Baales y las Astartés, invocaban a los muertos y sacrificaban a niños en el fuego. Sus antepasados habían cruzado el mar Rojo por tierra firme, algo que colmaba de orgullo incluso al último chalado de Jerusalén y lo enfrentaba a los extranjeros. ¿Quién era la reina esa que paseaba en litera, por la avenida principal, su rostro negro, las miles de trencitas de su cabello aceitoso y aquellas tetas siempre al aire, solo para volver locos a todos los hombres, incluido su mujeriego monarca, por muy sabio que fuera? ¿Qué veía en ella Salomón, hijo del rey David, que no podía despegarse de su cuerpo envuelto cada día en unos ropajes diferentes, teñidos en colores púrpura o azafrán? Con tanto entusiasmo como habían recibido las muchedumbres la llegada del séquito de la reina de Saba a Jerusalén anhelaban ahora su partida, y se percibía en el aire caliente que soplaba entre las casas alineadas en las callejuelas que no faltaba mucho para que la reina, por muy custodiada que estuviera, pudiera recibir insultos y escupitajos, e incluso para que la multitud la hiciera pedazos, sin tener muy claro por qué y sin rastro de culpa ni remordimientos.” (pp. 373-374)

Georg Wilhelm Friedrich Hegel
LECCIONES SOBRE LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA UNIVERSAL
Madrid, 2005, Tecnos.

 

“Podríamos formular, por tanto, como la primera condición, la de recoger fielmente lo histórico. Pero son ambiguas esas expresiones tan generales como recoger y fielmente. El historiógrafo corriente, medio, que cree y pretende conducirse receptivamente, entregándose a los meros datos, no es en realidad pasivo en su pensar. Trae consigo sus categorías y ve a través de ellas lo existente. Lo verdadero no se halla en la superficie visible. Singularmente en lo que debe ser científico, la razón no puede dormir y es menester emplear la reflexión. Quien mira racionalmente el mundo, lo ve racional. Ambas cosas se determinan mutuamente.
   Cuando se dice que la finalidad del mundo debe desprenderse de la percepción, esto no deja de tener exactitud. Mas para conocer lo universal, lo racional, hace falta emplear la razón. Los objetos son estímulos para la reflexión. El mundo se ve según como se le considere. Si nos acercamos al mundo solo con nuestra subjetividad, lo encontraremos tal como nosotros mismos estamos constituidos; sabremos y veremos cómo ha tenido que hacerse todo y cómo hubiera debido ser. Pero el gran contenido de la historia universal es racional y tiene que ser racional; una voluntad divina rige poderosa el mundo, y no es tan impotente que no pueda determinar este gran contenido. Nuestro fin debe ser conocer esta sustancialidad, y para descubrirla, hace falta la conciencia de la razón, no los ojos de la cara, ni un intelecto finito, sino los ojos del concepto, de la razón, que atraviesan la superficie y penetran allende la intrincada maraña de los acontecimientos.” (p. 100)


Thomas Henry Huxley (1825-1895)
LA LUCHA POR LA EXISTENCIA EN LA SOCIEDAD HUMANA
Madrid, 2021, Antígona.

 

“Un vasto sistema de educación primaria ha estado en funcionamiento entre nosotros durante dieciséis años y ha alcanzado solo a una fracción muy pequeña de la población. No creo que haya espacio para dudar que, en general, ha funcionado bien y que sus beneficios indirectos, no menos que los directos, han sido enormes. Pero, como era de esperar, exhibe los defectos de todos nuestros sistemas educativos, los cuales eran elaborados para satisfacer los deseos de una condición pasada de la sociedad. Existe una generalizada y, yo pienso, bien justificada queja que ese sistema educativo tiene mucho que ver con los libros y poco con las cosas. Estoy tan poco dispuesto como cualquiera puede estar para reducir la educación temprana y hacer de la escuela primaria un mero anexo de la tienda. Y no es tanto en favor de los intereses de la industria, sino en los de la amplitud de la cultura, que me hago eco de la queja común contra el carácter libresco y teórico de nuestra enseñanza primaria.
   Si no hubiese cosas tales como las actividades industriales, un sistema de educación que no hace nada por las facultades de observación, que no adiestra ni al ojo ni a la mano, y que es compatible con la más completa ignorancia de las verdades naturales más comunes, todavía puede ser considerado como extrañamente imperfecto. Y cuando tomamos en cuenta que la educación y el adiestramiento que faltan son exactamente aquellos que son de mayor importancia para gran parte de nuestra población, la falta se convierte en casi un crimen, por más que no haya dificultad práctica en convertir estos defectos en algo bueno.” (pp. 48-49)

[Los flagrantes adequeismos de la cita pertenecen a la propia edición.]

Adam Schaff
HISTORIA Y VERDAD (II)
México D.F., 1982, Grijalbo.



“En su trabajo, el historiador no parte de los hechos, sino de los materiales históricos, de las fuentes, en el más amplio sentido del término, con cuya ayuda construye lo que denominamos los hechos históricos. Los construye en la medida, en que selecciona los materiales disponibles en función de un determinado criterio de valor y en la medida en que los articula confiriéndoles la forma de acontecimientos históricos. Así, a pesar de las apariencias y de las convicciones difundidas, los hechos no son un punto de partida, sino un punto culminante, un resultado. Por consiguiente, nada hay de sorprendente en que los mismos materiales, semejantes en esto a una materia prima, a una sustancia bruta, sirvan para construcciones diferentes. Y aquí es donde intervienen toda la gama de las manifestaciones del factor subjetivo: desde el factor efectivo del sujeto sobre la sociedad hasta las más diversas determinaciones sociales.
   La cosa se complica aún más cuando se considera que el estudio y el conocimiento histórico sólo pueden tener por objeto, no los hechos particulares captados por separado, sino los procesos históricos captados en su totalidad. Lo que denominamos un “hecho”, en el sentido de acontecimiento histórico concreto, es el producto de una abstracción especulativa: un fragmento de la realidad histórica es aislado, desligado de sus múltiples correlaciones e interdependencias con el proceso histórico. Cuando un historiador afirma que parte de tales hechos, su afirmación no es ilusoria; incluso aunque lo piense subjetivamente, como buen historiador procede de otro modo. En efecto, el estudio y el conocimiento histórico siempre tienen por objeto un proceso histórico en su totalidad, aunque captemos este objeto a través del estudio de los fragmentos de esta totalidad. Nuestro caso es una simple ilustración de un problema más amplio, el de la relación entre la totalidad y la parte: la parte puede ser comprendida solamente en el marco de la totalidad y ésta es accesible al conocimiento sólo por medio de sus partes. Cuanto más competente es un historiador, mejor puede llevar a cabo esta tarea; cuanto más consciente es el historiador de las implicaciones metodológicas de la relación existente entre la totalidad y la parte, más fáciles para él la realización de esa tarea.” (pp. 370-371)

 


Ernesto Diego Buezas de la Torre
(Buenos Aires, 1970)
https://www.cervantesvirtual.com/obra/biblioteca-del-soneto-autores-letra-b--0/

 

“SEUDOPOETA

El talento está ausente, y aún se miente,
ignorante del verso y de la rima,
cuestionando a lo que ni se aproxima:
verso augusto, sonoro y contundente.

¿Qué si empleo la rima estoy carente
de moderna poesía? ¿Qué no hay clima
confuso y retorcido que a la cima
aspire de las letras del presente?

¿Qué el soneto y la métrica, “poeta”,
a la “excelsa” poesía del momento
no le sirven siquiera de receta?

Son quimeras, falaces argumentos,
que defienden a quien, seudopoeta,
se libera de esfuerzo y de talento.”

Adam Schaff
HISTORIA Y VERDAD (I)
México D.F., 1982, Grijalbo.



“La llamada objetividad pura es una ficción; el factor subjetivo está introducido en el conocimiento histórico por el mismo hecho de la existencia del sujeto cognoscente. Como contrapartida, hay dos subjetividades: la “buena", o sea la que procede de la esencia del conocimiento como relación subjetivo-objetiva y del papel activo del sujeto en el proceso cognoscitivo; la “mala", o sea la subjetividad que deforma el conocimiento debido a factores tales como el interés, la parcialidad, etc. La “objetividad" es la diferencia entre la buena y la mala subjetividad, y no la eliminación total de la subjetividad.
(...)
Si la objetividad del conocimiento significara la exclusión de todas las propiedades individuales de la personalidad humana, si la imparcialidad consistiera en emitir juicios de valor renunciando al propio punto de vista y al sistema de valores aceptado, si la validez de los juicios universales consistiera en la eliminación de todas las diferencias individuales y colectivas, la objetividad sería pura y simplemente una ficción, ya que supondría que el hombre es un ser sobrehumano o ahumano.” (pp. 338-341)

[Schaff desarrolla en estas líneas reflexiones de Paul Ricoeur.]

viernes, 13 de junio de 2025

Scott Spencer
AMOR SIN FIN (II)
Madrid, 2023, Muñeca Rusa Editorial.

 

“-Ese tipo al que voy a ver luego. Tengo la sensación desoladora de que es otro callejón sin salida. Es un poco embarazoso hablar de ello, pero creo que es absurdo guardarlo en secreto. Quiero decir, qué puñeteramente difícil es para una mujer que no es joven, pero que se siente joven, organizarse una vida decente y satisfactoria. A los hombres más jóvenes rara vez les interesan las mujeres de mi edad, y sé que no parezco ni un minuto más joven de lo que soy en realidad, pero las cosas que me interesan y de las que soy capaz me dejan fuera del alcance de los hombres que tienen una edad más adecuada para mí. Es un desastre total. Y supongo que he estado, bueno, no sé cómo llamarlo, saliendo por ahí, sí, eso servirá, saliendo por ahí más de lo que debiera. El caballero de esta noche es un profesor de la Universidad de Nueva York y nació tres días después que yo. Pero su mujer lo dejó hace un año y es muy inestable. Requiere muchísimo trabajo. Lo considero mi trabajo a media jornada.” (p. 264)


Tatiana Ţîbuleac
EL VERANO EN QUE MI MADRE TUVO LOS OJOS VERDES (II)
Madrid, 2019, Impedimenta.


“En la mesa me dijo muy serena: «Aleksy, yo tengo una estrella, está en la Osa Menor, al final de la cola. Es pequeña, pero es la más brillante. La veo todas las noches, ella sabe que es mía y me guiña el ojo».
   Comprendí que se acercaba el final. Mi madre había comenzado en ese momento el viaje hacia el lugar en que se encuentra ahora. Hacia su estrella en la Osa Menor, hacia su campo de girasoles suspendido en el cielo o tal vez hacia otro universo, donde existe tan solo un Mar Entero de Esmeralda, que de vez en cuando se desmigaja y llega a otros mundos en forma de ojos verdes.” (p. 214)

Scott Spencer
AMOR SIN FIN (I)
Madrid, 2023, Muñeca Rusa Editorial.


"Rose entró con The National Guardian de esa semana. Llevaba una bata celeste y sus pantuflas de verano; estaba fumándose su Newport de todas las noches.
-Me voy a la cama ya- anunció.
   Era algo que solía decir para hacerle daño a Arthur, para hacerle ver que lo estaba evitando y para recalcarle que no iban a hacer el amor. Hubo un tiempo en que Rose creyó que podía defender su posición en el matrimonio y su intimidad simplemente (y era simple) negando su amor. Pero ahora que su amor ya no era solicitado, no podía sacarle ninguna ventaja a racionarlo. Estaba claro que el poder que tuvo no era un poder real: se lo habían otorgado, concedido. Había dependido por completo de que Arthur la deseara, de la vulnerabilidad de él a todos los matices de su rechazo. Rose se dio cuenta entonces de que era Arthur quien había elegido el arma para ella. Le había dado una espada que solo él `podía afilar." (p. 106)

Tatiana Ţîbuleac
EL VERANO EN QUE MI MADRE TUVO LOS OJOS VERDES (I)
Madrid, 2019, Impedimenta.


“La encontré flotando en la bañera de cobre, blanca y ligera, con el cabello cubriendo su rostro como unas algas transparentes. Sus ojos verdes, abiertos de par en par, brillaban en el agua como dos trozos de esmeralda. A ellos me dirigí en primer lugar con la intención de salvarlos, como si fueran la llave hacia un mundo encantado que yo quería hacer revivir. Siguió luego el resto del cuerpo, dócil y blando como una camisa de lana.
   La tumbé en el suelo gritándole que no muriera. Que no se le ocurriera morir. Que no muriera antes de tiempo como una traidora, porque el verano no había acabado y fuera estaba lloviendo, pero no era otoño. Que no muriera por otros motivos y diera con todo al traste. Que cumpliera su palabra siquiera por una vez en la vida y que muriera como habíamos establecido, no ahogada en la bañera, como una chica descerebrada. Que no muriera ahora. Que no muriera así. Que no muriera, si fuera posible. No ahora.
(…)
   Cuando mi madre se recuperó y empezó a jadear de nuevo acurrucada en mi regazo, como un lactante, la perdoné. Le di un puñetazo de rabia en el pecho y la envolví en una toalla para que no se enfriara.
   Mi madre fue la primera mujer desnuda que tuve entre mis brazos.” (pp. 163-164)

Juan Burghi (Montevideo, 1899-1985)
https://www.cervantesvirtual.com/buscador/?q=biblioteca+del+soneto

 

"CLAROSCURO
 La tarde se hace pálida en la huerta
y se perfuma con olor de riego...
su luz, poco antes cálida y despierta,
tiene dulzura y humildad de ruego.

Tanteando rocas con su mano experta,
pasa el arroyo como un niño ciego...
y el valle, hundido en la penumbra incierta,
se apacigua en un bíblico sosiego.

En el cuadro de tintas ya borrosas,
se idealizan los seres y las cosas:
la senda es el recuerdo de una huella...

El día en dulce intimidad se amustia,
la hora es una contenida angustia
y el cielo llora su primera estrella."