Asa Larsson
SANGRE DERRAMADA
SANGRE DERRAMADA
Barcelona, 2011, Seix Barral.
“-¿De qué habláis?
-se interesó Fred Olsson.
-De nada
-contesto Anna-Maria.
-Ni hablar. Lo
que se empieza, se acaba -exigió Tommy Rantakyrö.
-Ha empezado Sven-Erik
-aclaró Anna-Maria-. Así que explícaselo tú. Arrástrame bien por el lodo.
-Bueno, pero
pasó cuando tú vivías en Estocolmo -inicio la historia Sven-Erik.
-Cuando iba a la
escuela de policías.
-Pues nada, que
Anna-Maria se fue a vivir con un tío tras una relación bastante corta.
-Habíamos vivido
juntos dos meses y, en realidad, no llevábamos saliendo mucho más.
-Ahora corrígeme
si me equivoco. Un día cuando ella llegó a casa vio en el suelo del dormitorio
unos calzoncillos negros tipo tanga de piel.
-Y llevaban
cierre porno -aclaró Anna-Maria-. Además tenían un agujero en la parte de
delante. No hace falta pensar mucho rato en lo que tenía que salir por aquel
agujero.
Hizo una pausa y observo a Fred Olsson y a
Tommy Rantakyrö. No los había visto nunca tan divertidos y tan expectantes.
-Además, en el
suelo había también una compresa.
-¡Venga ya! -exclamó
Tommy Rantakyrö.
-Yo estaba
impactada -continuó Anna-Maria-. Quiero decir que, en realidad, ¿qué es lo que
se sabe de una persona? Así que cuando Max volvió a casa y saludó desde el
recibidor yo seguí sentada en el dormitorio. Dijo: «¿Qué pasa?» Señale los gayumbos de piel y respondí: «Tenemos
que hablar. De eso.» Y él apenas reacciono. «Vale», me dijo, así con total
indiferencia. «Se deben de haber caído del armario.» Y puso los gayumbos y la compresa encima del
armario. Estaba impasible.
Anna-Maria se echó a reír.
-Eran unas
bragas para perra. Su madre tenía un bóxer hembra que él solía cuidar y cuando
estaba en celo le ponían aquellas pequeñas bragas con el agujero para el rabo y
la compresa. Así de sencillo.
Las carcajadas de los tres hombres se fueron
rodando por el lago y continuaron riéndose bastante rato después.” (pp.
388-389)