miércoles, 17 de julio de 2013

Asa Larsson
SANGRE DERRAMADA
Barcelona, 2011, Seix Barral.


“-¿De qué habláis? -se interesó Fred Olsson.
-De nada -contesto Anna-Maria.
-Ni hablar. Lo que se empieza, se acaba -exigió Tommy Rantakyrö.
-Ha empezado Sven-Erik -aclaró Anna-Maria-. Así que explícaselo tú. Arrástrame bien por el lodo.
-Bueno, pero pasó cuando tú vivías en Estocolmo -inicio la historia Sven-Erik.
-Cuando iba a la escuela de policías.
-Pues nada, que Anna-Maria se fue a vivir con un tío tras una relación bastante corta.
-Habíamos vivido juntos dos meses y, en realidad, no llevábamos saliendo mucho más.
-Ahora corrígeme si me equivoco. Un día cuando ella llegó a casa vio en el suelo del dormitorio unos calzoncillos negros tipo tanga de piel.
-Y llevaban cierre porno -aclaró Anna-Maria-. Además tenían un agujero en la parte de delante. No hace falta pensar mucho rato en lo que tenía que salir por aquel agujero.
   Hizo una pausa y observo a Fred Olsson y a Tommy Rantakyrö. No los había visto nunca tan divertidos y tan expectantes.
-Además, en el suelo había también una compresa.
-¡Venga ya! -exclamó Tommy Rantakyrö.
-Yo estaba impactada -continuó Anna-Maria-. Quiero decir que, en realidad, ¿qué es lo que se sabe de una persona? Así que cuando Max volvió a casa y saludó desde el recibidor yo seguí sentada en el dormitorio. Dijo: «¿Qué pasa?» Señale los gayumbos de piel y respondí: «Tenemos que hablar. De eso.» Y él apenas reacciono. «Vale», me dijo, así con total indiferencia. «Se deben de haber caído del armario.» Y puso los gayumbos y la compresa encima del armario. Estaba impasible.
    Anna-Maria se echó a reír.
-Eran unas bragas para perra. Su madre tenía un bóxer hembra que él solía cuidar y cuando estaba en celo le ponían aquellas pequeñas bragas con el agujero para el rabo y la compresa. Así de sencillo.
   Las carcajadas de los tres hombres se fueron rodando por el lago y continuaron riéndose bastante rato después.” (pp. 388-389)