Edgar Allan Poe
NARRACIÓN DE ARTHUR GORDON PYM
Madrid, 2006, Alianza Editorial.
“Pero
no había tiempo para preguntas o sospechas; el bergantín se hallaba a cincuenta
pies de distancia y parecía dispuesto a abordarnos, a fin de que pudiéramos
subir a cubierta sin necesidad de que nos botaran una lancha. Corríamos a popa
cuando, súbitamente, una amplia guiñada desvió el barco cinco o seis puntos del
rumbo que traía, y mientras pasaba frente a nuestra popa, a unos veinte pies de
distancia, pudimos ver de lleno su cubierta. ¿Olvidaré alguna vez el triple
horror del espectáculo? Veinticinco o treinta cadáveres, entre ellos varios de
mujeres, yacían desparramados entre la bovedilla y la cocina en el último y más
horroroso estado de putrefacción. ¡Comprendimos que a bordo de aquel buque no
había un alma viviente! ¡Y, sin embargo, no podíamos contenernos y seguíamos
pidiendo a gritos auxilio a los muertos! Sí, largamente suplicamos,
desesperados, que aquellas silenciosas y repugnantes figuras nos ayudaran, que
no nos abandonaran para que terminásemos siendo como ellas, que nos recibieran
a bordo de su nave. Estábamos enloquecidos de horror y desesperación,
enloquecidos por la angustia de tan espantosa decepción.” (pp. 113-114)
“Y
si alguien me condena por esta aparente falta de humanidad, sólo pido que se
vea colocado en una situación como la mía.” (p. 128)
“Cosas
así pueden imaginarse, pero las palabras carecen de fuerza para imprimir en la
mente el supremo horror de su realidad.” (p. 129)