jueves, 4 de julio de 2013

Edgar Allan Poe
NARRACIÓN DE ARTHUR GORDON PYM
Madrid, 2006, Alianza Editorial.


“Pero no había tiempo para preguntas o sospechas; el bergantín se hallaba a cincuenta pies de distancia y parecía dispuesto a abordarnos, a fin de que pudiéramos subir a cubierta sin necesidad de que nos botaran una lancha. Corríamos a popa cuando, súbitamente, una amplia guiñada desvió el barco cinco o seis puntos del rumbo que traía, y mientras pasaba frente a nuestra popa, a unos veinte pies de distancia, pudimos ver de lleno su cubierta. ¿Olvidaré alguna vez el triple horror del espectáculo? Veinticinco o treinta cadáveres, entre ellos varios de mujeres, yacían desparramados entre la bovedilla y la cocina en el último y más horroroso estado de putrefacción. ¡Comprendimos que a bordo de aquel buque no había un alma viviente! ¡Y, sin embargo, no podíamos contenernos y seguíamos pidiendo a gritos auxilio a los muertos! Sí, largamente suplicamos, desesperados, que aquellas silenciosas y repugnantes figuras nos ayudaran, que no nos abandonaran para que terminásemos siendo como ellas, que nos recibieran a bordo de su nave. Estábamos enloquecidos de horror y desesperación, enloquecidos por la angustia de tan espantosa decepción.” (pp. 113-114)

“Y si alguien me condena por esta aparente falta de humanidad, sólo pido que se vea colocado en una situación como la mía.” (p. 128)

“Cosas así pueden imaginarse, pero las palabras carecen de fuerza para imprimir en la mente el supremo horror de su realidad.” (p. 129)