EL OTRO NOMBRE DE LAURA
Madrid, 2008, Alfaguara.
“Necesitaba
una copa. Qué extraño el modo en que esa necesidad aumentaba y menguaba. Podían
pasar varios días sin que pensara con una cierta seriedad en el alcohol; en
otras ocasiones, se pasaba las horas tembloroso, horas sin fin, en tensión, con
todos los nervios resecos, pidiendo a gritos que saciara su sed. Había otro yo
en su interior, el que lo intimidaba de palabra, el que lo camelaba, el que le
exigía saber con qué derecho le había impuesto esta cruel abstinencia, o bien
le susurraba que había sido bueno, muy bueno, durante muchísimo tiempo, durante
meses y meses y meses, y que casi con toda seguridad se había ganado a pulso
una copa, una miserable copichuela de nada.” (pp. 100-101)