Edward Bernays
PROPAGANDA (II)
Barcelona, 2008, Melusina.
“Ningún sociólogo que se precie puede pensar todavía que la voz del pueblo expresa ideas divinas o particularmente sabias y sublimes. La voz del pueblo da expresión a la mente del pueblo, que a su vez está domeñada por los líderes de grupo en los que cree y por aquellas personas que saben manipular a la opinión pública. Se compone de prejuicios heredados y símbolos, lugares comunes y latiguillos que los líderes de opinión suministran a la gente.” (p. 115)
“El público no es consciente del verdadero valor de la educación y no se percata de que la educación como fuerza social no recibe el tipo de atención que cabría esperar en una democracia.” (p. 151)
“El maestro se encuentra en un mundo en el que se destacan aquellas aspiraciones y logros objetivos que nuestra sociedad estadounidense valora por encima de todo. De hecho, no se puede negar que su profesión no está muy bien remunerada. Si lo juzgamos con arreglo a los criterios del éxito social, por fuerza se sentirá inferior, ya que sin cesar se le compara, en las mentes de sus propios pupilos, a los hombres de negocios y a los líderes de opinión más allá de las paredes del aula. De este modo, nuestra civilización reprime y oculta la figura del educador. Así las cosas, no se podrá cambiar la situación desde fuera a menos que el público general modifique sus valores sobre el éxito social, cosa que no parece que vaya a suceder a corto plazo.” (p. 153)
“La facultad o la universidad financiada con capital privado se halla en una situación igualmente desconcertante. La universidad privada suele depender del apoyo de hombres clave en la industria cuyos objetivos sociales y económicos son concretos y limitados y que por lo tanto suelen hallarse en las antípodas de la búsqueda del saber abstracto. El empresario de éxito critica a las grandes universidades por ser demasiado académicas pero casi nunca las critica por ser demasiado prácticas. Uno podría imaginarse que los hombres clave que brindan su apoyo a nuestras universidades querrían que éstas se especializaran en escuelas de ciencias aplicadas, de comercio o de eficacia industrial. Y ocurre a menudo que las peticiones planteadas por los patrocinadores potenciales a nuestras universidades están en flagrante contradicción con los intereses pedagógicos y culturales en general.” (p. 156)
“El enemigo jurado de cualquier intento de cambiar los hábitos humanos es la inercia. La civilización está constreñida por la inercia.” (p. 167)
“El progreso social estriba simplemente en el progreso de la educación y la sabiduría de la mente pública en relación con los problemas sociales, sean éstos inmediatos o remotos." (p. 174)
PROPAGANDA (II)
Barcelona, 2008, Melusina.
“Ningún sociólogo que se precie puede pensar todavía que la voz del pueblo expresa ideas divinas o particularmente sabias y sublimes. La voz del pueblo da expresión a la mente del pueblo, que a su vez está domeñada por los líderes de grupo en los que cree y por aquellas personas que saben manipular a la opinión pública. Se compone de prejuicios heredados y símbolos, lugares comunes y latiguillos que los líderes de opinión suministran a la gente.” (p. 115)
“El público no es consciente del verdadero valor de la educación y no se percata de que la educación como fuerza social no recibe el tipo de atención que cabría esperar en una democracia.” (p. 151)
“El maestro se encuentra en un mundo en el que se destacan aquellas aspiraciones y logros objetivos que nuestra sociedad estadounidense valora por encima de todo. De hecho, no se puede negar que su profesión no está muy bien remunerada. Si lo juzgamos con arreglo a los criterios del éxito social, por fuerza se sentirá inferior, ya que sin cesar se le compara, en las mentes de sus propios pupilos, a los hombres de negocios y a los líderes de opinión más allá de las paredes del aula. De este modo, nuestra civilización reprime y oculta la figura del educador. Así las cosas, no se podrá cambiar la situación desde fuera a menos que el público general modifique sus valores sobre el éxito social, cosa que no parece que vaya a suceder a corto plazo.” (p. 153)
“La facultad o la universidad financiada con capital privado se halla en una situación igualmente desconcertante. La universidad privada suele depender del apoyo de hombres clave en la industria cuyos objetivos sociales y económicos son concretos y limitados y que por lo tanto suelen hallarse en las antípodas de la búsqueda del saber abstracto. El empresario de éxito critica a las grandes universidades por ser demasiado académicas pero casi nunca las critica por ser demasiado prácticas. Uno podría imaginarse que los hombres clave que brindan su apoyo a nuestras universidades querrían que éstas se especializaran en escuelas de ciencias aplicadas, de comercio o de eficacia industrial. Y ocurre a menudo que las peticiones planteadas por los patrocinadores potenciales a nuestras universidades están en flagrante contradicción con los intereses pedagógicos y culturales en general.” (p. 156)
“El enemigo jurado de cualquier intento de cambiar los hábitos humanos es la inercia. La civilización está constreñida por la inercia.” (p. 167)
“El progreso social estriba simplemente en el progreso de la educación y la sabiduría de la mente pública en relación con los problemas sociales, sean éstos inmediatos o remotos." (p. 174)