Ian McEwan
OPERACIÓN DULCE
Barcelona, 2015, Anagrama.
“Cuando se consideraba que un agente encubierto ya no era útil, era posible que le abandonaran brutalmente. En vez de protegerle como le habían prometido, de facilitarle una nueva identidad y un nuevo domicilio para él y su familia, y de darle dinero, a veces convenía a los servicios de seguridad que lo matara el enemigo. O por lo menos aparentar que lo había matado.” (p. 359)
“En abril de aquel año, la costa de Andalucía arrojó a la orilla el cuerpo descompuesto de un oficial de marines de los Royal Marines. Atado a la muñeca con una cadena tenía un maletín que contenía documentos referentes a los planes de invasión del sur de Europa a través de Grecia y Cerdeña. Las autoridades locales se pusieron en contacto con el agregado británico, que al principio no pareció muy interesado por el cuerpo ni por su equipaje. Luego pareció que cambiaba de opinión y realizó frenéticos esfuerzos para que le entregaran ambos. Demasiado tarde. España era neutral en la guerra, pero en general más favorable a la causa nazi. La comunidad de los servicios de inteligencia alemanes se ocupaba del asunto y el maletín llegó hasta Berlín. El alto mando alemán examinó su contenido, se enteró de las intenciones de los aliados y modificó sus defensas en consonancia. Pero, como probablemente sabes por El hombre que nunca existió, el cuerpo y los documentos eran falsos, un plan ideado por la inteligencia británica. El oficial era en realidad un vagabundo galés, recogido de la morgue y, con meticulosa atención al detalle, investido de una identidad ficticia, junto con cartas de amor y entradas para un espectáculo londinense. La invasión aliada del sur de Europa se llevaría a cabo por la ruta más obvia, Sicilia, que estaba mal defendida. Al menos algunas divisiones de Hitler estuvieron custodiando los accesos erróneos." (pp. 389-390)
[La cita se refiere la “Operación Mincemeat” (“carne picada”), que se llevó a cabo en 1943.]
OPERACIÓN DULCE
Barcelona, 2015, Anagrama.
“Cuando se consideraba que un agente encubierto ya no era útil, era posible que le abandonaran brutalmente. En vez de protegerle como le habían prometido, de facilitarle una nueva identidad y un nuevo domicilio para él y su familia, y de darle dinero, a veces convenía a los servicios de seguridad que lo matara el enemigo. O por lo menos aparentar que lo había matado.” (p. 359)
“En abril de aquel año, la costa de Andalucía arrojó a la orilla el cuerpo descompuesto de un oficial de marines de los Royal Marines. Atado a la muñeca con una cadena tenía un maletín que contenía documentos referentes a los planes de invasión del sur de Europa a través de Grecia y Cerdeña. Las autoridades locales se pusieron en contacto con el agregado británico, que al principio no pareció muy interesado por el cuerpo ni por su equipaje. Luego pareció que cambiaba de opinión y realizó frenéticos esfuerzos para que le entregaran ambos. Demasiado tarde. España era neutral en la guerra, pero en general más favorable a la causa nazi. La comunidad de los servicios de inteligencia alemanes se ocupaba del asunto y el maletín llegó hasta Berlín. El alto mando alemán examinó su contenido, se enteró de las intenciones de los aliados y modificó sus defensas en consonancia. Pero, como probablemente sabes por El hombre que nunca existió, el cuerpo y los documentos eran falsos, un plan ideado por la inteligencia británica. El oficial era en realidad un vagabundo galés, recogido de la morgue y, con meticulosa atención al detalle, investido de una identidad ficticia, junto con cartas de amor y entradas para un espectáculo londinense. La invasión aliada del sur de Europa se llevaría a cabo por la ruta más obvia, Sicilia, que estaba mal defendida. Al menos algunas divisiones de Hitler estuvieron custodiando los accesos erróneos." (pp. 389-390)
[La cita se refiere la “Operación Mincemeat” (“carne picada”), que se llevó a cabo en 1943.]