lunes, 14 de septiembre de 2015


Jared Diamond
ARMAS, GÉRMENES Y ACERO (II)
Barcelona, 2007, Random House Mondadori.



“Estos parásitos pasan a una persona procedentes de un animal comido, pero el virus causante de la enfermedad de la risa (kuru) en las tierras altas de Nueva Guinea solía pasar de una persona a otra persona al comer la carne de la que portaba la enfermedad. Era transmitido por canibalismo, cuando los niños de las tierras altas cometían el fatal error de chuparse los dedos después de jugar con los sesos crudos que sus madres acababan de sacar de las víctimas muertas de kuru que esperaban a ser cocinadas.” (p. 229)

“Una de nuestras respuestas habituales a la infección consiste en desarrollar fiebre. Una vez más, estamos acostumbrados a considerar la fiebre un «síntoma de enfermedad», como si se desarrollara inevitablemente sin cumplir función alguna. Pero la regulación de la temperatura corporal está bajo nuestro control genético y no tiene lugar solo por accidente. Unos cuantos microbios son más sensibles al calor que nuestros cuerpos. Al elevar nuestra temperatura corporal, en realidad intentamos matar a los gérmenes asándolos antes de que nosotros nos asemos.” (p. 231)

“Por ejemplo, el virus del sarampión está más emparentado con el virus que causa el tifus bovino. Esta terrible enfermedad epidémica afecta al ganado vacuno y a muchos mamíferos rumiantes salvajes, pero no a los humanos. El sarampión, a su vez, no aqueja al ganado. La estrecha semejanza entre el virus del sarampión y el virus del tifus bovino sugiere que el segundo se trasladó al ser humano y después evolucionó hasta convertirse en el virus del sarampión, modificando sus propiedades para adaptarse a nosotros.” (p. 238)

"Cuando yo era joven, a los escolares estadounidenses se nos enseñaba que América del Norte había estado ocupada en principio por sólo un millón de indios. Esta cifra tan baja era útil para justificar la conquista por los blancos de lo que podía considerarse un continente casi vacío. Sin embargo, las excavaciones arqueológicas y el análisis pormenorizado de las descripciones dejadas por los primeros exploradores europeos de nuestras costas parecen indicar ahora un numero inicial de unos veinte millones de indios. Para el Nuevo Mundo en su conjunto, el descenso de la población india en los dos siglos siguientes a la llegada de Colón se calcula en hasta el 95 por ciento." (p. 244)