lunes, 14 de septiembre de 2015


Luca Cavalli-Sforza
¿QUIÉNES SOMOS? HISTORIA DE LA DIVERSIDAD HUMANA (II)
Barcelona, 1994, Crítica.


“En un árbol genealógico familiar que recientemente se ha descrito en Canadá, se ha observado un número apreciable de personas incapaces de formar correctamente el plural de nombres raros. Por ejemplo, si preguntamos: «¿Cómo se dice si en vez de un tomate hay dos?», obtendremos por respuesta: «Dos tomates». Estas personas no tienen dificultad para responder correctamente cuando se trata de nombres usados en el lenguaje común. Pero si se les explica que hay un animal llamado uombat, una palabra que jamás han oído, y se les pregunta cuál es el plural, no se consigue obtener la respuesta «uombates». Lo que ocurre es que desconocen la regla de la formación de plurales. El estudio de este árbol genealógico tan especial, que es muy completo, revela la probable existencia de un gen que rige la capacidad de formar plurales o de conjugar verbos. La genética molecular permitirá descubrir el gen responsable de este singular defecto.” (pp. 278-279)

“Con una mezcla de emoción, satisfacción y cierta turbación me di cuenta de que el gran parecido entre el árbol genético y el de las familias lingüísticas, destacado por nosotros, ya había sido previsto por Charles Darwin. En el Origen de las especies (1859), se lee: «Si dispusiéramos de un árbol genealógico perfecto de la humanidad, una ordenación genealógica de las razas del hombre permitiría clasificar adecuadamente las lenguas que hoy se hablan en el mundo; y si todas las lenguas extinguidas, los dialectos intermedios y los que van cambiando lentamente pudieran quedar incluidos, esta ordenación sería la mejor posible». (…) ¿Por qué tiene que haber parecido entre evolución lingüística y evolución genética? La explicación es bien sencilla. A lo largo de la expansión del hombre moderno, regiones y continentes nuevos fueron ocupados por grupos que se separaron de sus comunidades de origen y se establecieron en nuevas localidades. A partir de allí surgieron otros fragmentos, que avanzaron hacia lugares más apartados. A través de esta serie de separaciones y desplazamientos en cadena se llegó a regiones muy lejanas, desde las cuales era muy difícil o imposible mantener contactos con los lugares y poblaciones de origen. El aislamiento de los numerosos grupos que se formaron dio lugar a dos fenómenos inevitables: la aparición de diferencias genéticas y la aparición de diferencias lingüísticas. Los dos fenómenos han seguido su propio camino y han tenido su propia dinámica, pero la historia de las separaciones, que son la causa de la diferenciación, es común a ambos. La historia que se reconstruye a través de las lenguas, lo mismo que a través de los genes, es precisamente la de las separaciones, la misma historia.” (pp. 285-286)

“La esquizofrenia es una enfermedad social muy importante por su elevada frecuencia (1-2 por 100 de los nacimientos), y provoca manifestaciones de locura que tienen graves consecuencias sociales. Hay un componente hereditario, aunque hasta ahora no se ha podido desvelar. Pero parece que en muchos esquizofrénicos y en sus parientes cercanos también hay cierta originalidad y productividad artística en varios campos. Si se suprimieran los genes responsables de la esquizofrenia, podríamos correr el riesgo de quedarnos sin artes, teatro o literatura.” (pp. 367-367)

“El factor principal que controla la cantidad de discusiones es la incertidumbre del asunto, que en biología suele ser mayor que en física, y en física mayor que en matemáticas. En la antropología -en sentido amplio- la incertidumbre es máxima. Esto da lugar a muchas discusiones, a muchas críticas, y se diría que en algunos departamentos estadounidenses de antropología los jóvenes antropólogos son entrenados para la actividad científica como gallitos de pelea. Afortunadamente, muchos de ellos se van aplacando a lo largo de su vida científica, pero otros conservan una extraordinaria agresividad.” (p. 379)

"Los enormes sufrimientos que provocan las enfermedades hereditarias a quienes las padecen y a sus parientes cercanos se pueden evitar en buena medida, y podrán ser eliminados por completo. Por eso resulta incomprensible el ensañamiento con que los teólogos de la Iglesia Católica Romana, y los fundamentalistas de varias religiones, todavía más intransigentes, han querido condenar a los padres de futuros niños enfermos a no evitar estos sufrimientos o a renunciar a tener hijos. El castigo recae no solamente sobre los padres, sino también sobre el que va a nacer, y es profundamente injusto, porque en un mundo mejor el niño tiene derecho a nacer sano, un derecho que le niegan estas concepciones religiosas, aun cuando los conocimientos humanos lo han hecho posible." (p. 382)

[Las cursivas pertenecen al texto.]