lunes, 14 de septiembre de 2015


Jared Diamond
ARMAS, GÉRMENES Y ACERO (III)
Barcelona, 2007, Random House Mondadori.



“En nuestros días, las sociedades islámicas de Oriente Próximo son relativamente conservadoras y no están en la vanguardia de la tecnología. Pero el islam medieval de la misma región sí era de gran florecimiento tecnológico y abierto a las innovaciones. Lograron tasas de alfabetización mucho más elevadas que la Europa contemporánea; asimilaron el legado cultural de la Grecia clásica hasta el punto de que muchos libros clásico griegos nos han llegado solo a través de ejemplares en árabe; construyeron molinos de viento y otros que aprovechaban las mareas e inventaron la trigonometría y las velas latinas; realizaron grandes avances en metalurgia, ingeniería mecánica y química y métodos de riego; y trajeron el papel y la pólvora de China transmitiéndolos a Europa. En la Edad Media era interesante el flujo de tecnología desde el Islam a Europa, más que el de Europa al Islam hoy. El sentido neto de este flujo solo empezó a invertirse hacia 1500.” (p. 291)

“Por ejemplo, dio la casualidad de que estaba efectuando una visita al pueblo iyau de Nueva Guinea en una época en que una antropóloga se entrevistaba con mujeres iyau para preguntarles acerca de la historia de su vida. Una mujer tras otra, cuando se les pedía que dijesen el nombre de su esposo, nombraban a varios esposos sucesivos que habían fallecido de muerte violenta. Una respuesta típica era así: «Mi primer esposo fue matado por asaltantes elopis. Mi segundo esposo fue matado por un hombre que me quería, y que se convirtió en mi tercer esposo. Ese esposo fue matado por el hermano de mi segundo esposo, que quería vengar el asesinato».” (p. 319)

“Las densidades de población más altas de los aborígenes estaban en las regiones más húmedas y productivas de Australia: el sistema fluvial del Murray-Darling el sudeste, las costas del este y el norte, y el extremo sudoccidental. Estas zonas sirvieron después para albergar las mayores densidades de población de colonizadores europeos en la Australia moderna. La razón por la que pensamos en los aborígenes como un pueblo del desierto es simplemente que los europeos los mataron o los expulsaron de la mayor parte de las zonas deseables, dejando las últimas poblaciones aborígenes intactas únicamente en zonas que los europeos no deseaban.” (pp. 355-356)