César Rendueles
SOCIOFOBIA (II)
Madrid, 2013, Capitán Swing.
“Los patent trolls son empresas que crean una cartera de licencias comprando patentes de compañías en quiebra o patentes que nunca han sido utilizadas. Su objetivo no es la innovación. Se dedican a vigilar el mercado para dar con empresas a las que demandar acusándolas de desarrollar productos cuyas patentes poseen. Así, obtienen ganancias astronómicas de un proceso legal sin haber invertido ni un solo euro en investigación. Es, por tanto, una actividad parasitaria formalmente similar a la especulación. Las empresas financieras obtienen beneficios directos tergiversanddo la función de los mercados secundarios, que supuestamente se crearon para dinamizar la actividad productiva. Los patent trolls obtienen beneficios tergiversando leyes que se crearon para proteger el desarrollo científico. No es un asunto menor: se ha calculado que entre 1990 y 2010 los patent trolls costaron a las empresas innovadoras quinientos mil millones de dólares.” (pp. 66-67)
[Las cursivas pertenecen al texto.]
“¿Es sensato que tenga licencias ultrarrestrictivas una película cuya producción ha sido subvencionada al 100% y que posteriormente ha sido comprada para su emisión en una televisión pública?” (p. 76)
“La sociabilidad que ofrece el capitalismo puede llegar a ser muy abundante pero siempre es extremadamente epidérmica. Es el caso de los vínculos sociales reticulares de las sociedades postmodernas. Hay una gran cantidad de sociabilidad en Internet, pero resulta inservible para los cuidados. Nuestras familias y nuestros amigos, incluso nuestros vecinos, son lentos y fastidiosos, pero persistentes y fiables. Exactamente lo contrario que el entorno digital. Internet sirve para intercambiar series de televisión, pero no cuidados. La fantasía de que lo primero es tan importante como lo segundo es muy propia de personas que han prolongado patológicamente su adolescencia y creen que los juegos en red son experiencias intelectuales y sociales satisfactorias. Si alguna lección deberíamos haber aprendido del capitalismo es que la alienación y la insolidaridad son perfectamente congruentes con estándares altos de nivel de vida y de educación.” (pp. 147-148)
“Lo único que nos une es nuestra lealtad ritual a las ventas y las compras. Ninguna religión a lo largo de la historia ha logrado una universalidad semejante.” (p. 178)
"Hay una sutil conexión ideológica entre las falsas promesas de las ciencias sociales, el formalismo institucional que paraliza el cambio político y la disolución de la relaciones comunitarias. Su fundamento es la ilusión de que la realidad social y nuestras ideas acerca de ellas están bien definidas, son hechos analizables en partes delimitadas y con una arquitectura conceptual precisa. Como si los procesos sociales tuvieran una estructura molecular susceptible de ser recombinada de diversas maneras, preferentemente mediante un único impulso que inicie la autoorganización espontánea y, en su defecto, a través de la planificación centralizada.” (p. 182-183)
SOCIOFOBIA (II)
Madrid, 2013, Capitán Swing.
“Los patent trolls son empresas que crean una cartera de licencias comprando patentes de compañías en quiebra o patentes que nunca han sido utilizadas. Su objetivo no es la innovación. Se dedican a vigilar el mercado para dar con empresas a las que demandar acusándolas de desarrollar productos cuyas patentes poseen. Así, obtienen ganancias astronómicas de un proceso legal sin haber invertido ni un solo euro en investigación. Es, por tanto, una actividad parasitaria formalmente similar a la especulación. Las empresas financieras obtienen beneficios directos tergiversanddo la función de los mercados secundarios, que supuestamente se crearon para dinamizar la actividad productiva. Los patent trolls obtienen beneficios tergiversando leyes que se crearon para proteger el desarrollo científico. No es un asunto menor: se ha calculado que entre 1990 y 2010 los patent trolls costaron a las empresas innovadoras quinientos mil millones de dólares.” (pp. 66-67)
[Las cursivas pertenecen al texto.]
“¿Es sensato que tenga licencias ultrarrestrictivas una película cuya producción ha sido subvencionada al 100% y que posteriormente ha sido comprada para su emisión en una televisión pública?” (p. 76)
“La sociabilidad que ofrece el capitalismo puede llegar a ser muy abundante pero siempre es extremadamente epidérmica. Es el caso de los vínculos sociales reticulares de las sociedades postmodernas. Hay una gran cantidad de sociabilidad en Internet, pero resulta inservible para los cuidados. Nuestras familias y nuestros amigos, incluso nuestros vecinos, son lentos y fastidiosos, pero persistentes y fiables. Exactamente lo contrario que el entorno digital. Internet sirve para intercambiar series de televisión, pero no cuidados. La fantasía de que lo primero es tan importante como lo segundo es muy propia de personas que han prolongado patológicamente su adolescencia y creen que los juegos en red son experiencias intelectuales y sociales satisfactorias. Si alguna lección deberíamos haber aprendido del capitalismo es que la alienación y la insolidaridad son perfectamente congruentes con estándares altos de nivel de vida y de educación.” (pp. 147-148)
“Lo único que nos une es nuestra lealtad ritual a las ventas y las compras. Ninguna religión a lo largo de la historia ha logrado una universalidad semejante.” (p. 178)
"Hay una sutil conexión ideológica entre las falsas promesas de las ciencias sociales, el formalismo institucional que paraliza el cambio político y la disolución de la relaciones comunitarias. Su fundamento es la ilusión de que la realidad social y nuestras ideas acerca de ellas están bien definidas, son hechos analizables en partes delimitadas y con una arquitectura conceptual precisa. Como si los procesos sociales tuvieran una estructura molecular susceptible de ser recombinada de diversas maneras, preferentemente mediante un único impulso que inicie la autoorganización espontánea y, en su defecto, a través de la planificación centralizada.” (p. 182-183)