Fernando Trias de Bes
EL LIBRO PROHIBIDO DE LA ECONOMÍA (II)
Barcelona, 2015, Espasa.
“Es importante que sepa cómo la Academia Sueca otorga los Premios Nobel. Se realiza a través de votaciones de otros académicos y se computa, por ejemplo, cuántas veces un académico es mencionado en los artículos especializados de otros académicos. Cuando un economista es mencionado muchas veces en las investigaciones de otros economistas significa que es influyente, que es tenido en cuenta en muchas otras teorías. Pero eso no le otorga el poder del conocimiento absoluto ni de predecir el futuro.
Sin embargo, los medios de comunicación tratan a los premios Nobel de Economía como genios que saben lo que va a suceder y cuyas opiniones están más sujetas a verdad.
Un premio Nobel de Economía es un estudioso de la economía, un investigador. Pero nada más. Sus teorías pueden, y de hecho en muchos casos sucede, caerse al cabo de un tiempo. Como el sonado caso de Scholes y Black, que obtuvieron el premio Nobel de economía por sus fórmulas matemáticas sobre opciones (un producto financiero).
Al cabo de varios años, su teoría se derrumbó y todas las millonarias inversiones en opciones, amparadas en sus conocimientos y descubrimientos, perdieron miles de millones de dólares.” (pp. 223-224)
“La pobreza no tiene razón de ser porque, si hay materias primas o recursos naturales y a la vez hay personas dispuestas a trabajar, a intercambiar, debería siempre, por pura lógica, existir un sistema económico o social que dé empleo a todo el mundo. La ausencia de libertad, el hambre de poder, el exceso de control, de regulación, los favores y prebendas... crean escasez. La pobreza no es un problema que no se ha sabido resolver, sino que es la consecuencia de un mal sistema. La pobreza es producto de la incompetencia humana. La pobreza es un invento de los hombres. Somos creadores de escasez.
Y por eso la pobreza produce tanta frustración a los economistas. Porque tenemos los instrumentos y sabemos cómo erradicar la pobreza. En contraposición a los médicos, que no pueden luchar contra algo irremediable llamado «muerte», los economistas sabemos que la pobreza se podría erradicar o, cuando menos, minimizar.” (pp. 232-233)
EL LIBRO PROHIBIDO DE LA ECONOMÍA (II)
Barcelona, 2015, Espasa.
“Es importante que sepa cómo la Academia Sueca otorga los Premios Nobel. Se realiza a través de votaciones de otros académicos y se computa, por ejemplo, cuántas veces un académico es mencionado en los artículos especializados de otros académicos. Cuando un economista es mencionado muchas veces en las investigaciones de otros economistas significa que es influyente, que es tenido en cuenta en muchas otras teorías. Pero eso no le otorga el poder del conocimiento absoluto ni de predecir el futuro.
Sin embargo, los medios de comunicación tratan a los premios Nobel de Economía como genios que saben lo que va a suceder y cuyas opiniones están más sujetas a verdad.
Un premio Nobel de Economía es un estudioso de la economía, un investigador. Pero nada más. Sus teorías pueden, y de hecho en muchos casos sucede, caerse al cabo de un tiempo. Como el sonado caso de Scholes y Black, que obtuvieron el premio Nobel de economía por sus fórmulas matemáticas sobre opciones (un producto financiero).
Al cabo de varios años, su teoría se derrumbó y todas las millonarias inversiones en opciones, amparadas en sus conocimientos y descubrimientos, perdieron miles de millones de dólares.” (pp. 223-224)
“La pobreza no tiene razón de ser porque, si hay materias primas o recursos naturales y a la vez hay personas dispuestas a trabajar, a intercambiar, debería siempre, por pura lógica, existir un sistema económico o social que dé empleo a todo el mundo. La ausencia de libertad, el hambre de poder, el exceso de control, de regulación, los favores y prebendas... crean escasez. La pobreza no es un problema que no se ha sabido resolver, sino que es la consecuencia de un mal sistema. La pobreza es producto de la incompetencia humana. La pobreza es un invento de los hombres. Somos creadores de escasez.
Y por eso la pobreza produce tanta frustración a los economistas. Porque tenemos los instrumentos y sabemos cómo erradicar la pobreza. En contraposición a los médicos, que no pueden luchar contra algo irremediable llamado «muerte», los economistas sabemos que la pobreza se podría erradicar o, cuando menos, minimizar.” (pp. 232-233)