Fernando Trias de Bes
EL LIBRO PROHIBIDO DE LA ECONOMÍA (I)
Barcelona, 2015, Espasa.
EL LIBRO PROHIBIDO DE LA ECONOMÍA (I)
Barcelona, 2015, Espasa.
“En España somos provincianos. Madrid incluido. Y Barcelona. El resto ya no digamos. Vamos de cosmopolitas pero nos cuesta mucho viajar al extranjero y no digamos ya instalarnos fuera de nuestro país. Como dice una buena amiga en un manuscrito que me pasó y que puede que pronto vea la luz, cuando dices que te vas a vivir al extranjero, la gente te dice: «¡Ostras!, pobre, ¿y cómo lo llevas?». En otras palabras, te compadece.
Debería ser lo contrario. Irse al extranjero es una experiencia formidable que aporta una riqueza cultural y un bagaje extraordinario. O sea, que todo el mundo habla de internacionalización de la empresa española pero lo cierto es que al 95% de los emprendedores o empresarios les da mucha pereza y lo evitarán, si es posible. España es un país con una balanza comercial totalmente sesgada por el factor turismo. Si no fuera por el turismo, nuestro déficit comercial con el extranjero sería uno de los más elevados del mundo. En cuanto a implantaciones en el exterior no digamos. Las empresas españolas con presencia física en el extranjero son muy pocas en comparación a otros países desarrollados.
Y eso nos permite entrar en la siguiente consideración, que es la confusión generalizada entre exportar e internacionalizar. La gente piensa que vender a países extranjeros es internacionalizar la empresa. No es verdad. Eso es exportar, que está muy bien, pero internacionalizar es otra cosa. Supone implantarse físicamente en otros países, poner una pica en Flandes, como se dice vulgarmente.
Eso no va con nuestra cultura empresarial provinciana, vinculada al poder político, al favoritismo y a la contratación pública. Pensamos que si exportamos es que somos internacionales, cuando en realidad significa ser competitivos en precio. La gran asignatura pendiente del emprendedor español es la internacionalización.” (p. 203-204)
Y eso nos permite entrar en la siguiente consideración, que es la confusión generalizada entre exportar e internacionalizar. La gente piensa que vender a países extranjeros es internacionalizar la empresa. No es verdad. Eso es exportar, que está muy bien, pero internacionalizar es otra cosa. Supone implantarse físicamente en otros países, poner una pica en Flandes, como se dice vulgarmente.
Eso no va con nuestra cultura empresarial provinciana, vinculada al poder político, al favoritismo y a la contratación pública. Pensamos que si exportamos es que somos internacionales, cuando en realidad significa ser competitivos en precio. La gran asignatura pendiente del emprendedor español es la internacionalización.” (p. 203-204)