Luis Villoro
DE LA LIBERTAD A LA COMUNIDAD (I)
México, D. F., 2005, FCE.
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“Junto al desencanto, un templado realismo. Puesto que no cabe esperar un cambio radical, habría que aceptar nuestra situación tal como es. Esa actitud presenta dos caras. Una es una sana modestia: conformarnos con nuestras limitaciones, hacer lo posible en nuestro contexto particular, sin empeñarnos en violentarlo. Pero la otra cara es menos clara: dejar caer los brazos, aceptar ser cómplices de una realidad mediocre o desdichada; el conformismo suele ser el compañero del desencanto.” (p. 20)
“En una sociedad cuyos valores supremos son la preservación de los derechos individuales y la protección de la vida privada, cada individuo tiende a retraerse al ámbito de su vida personal y familiar, a resguardar sus intereses particulares y desentenderse de los colectivos. Tiene entonces que asumir el peligro de la disgregación de los lazos comunitarios, basados en la conciencia de la pertenencia común a una misma entidad social.
La sociedad liberal es el escenario de la competencia universal. Sobresalir, para la persona o el grupo, quiere decir vencer en un torneo: competencia en el mercado, en el mundo profesional, en la política. Las relaciones sociales son un juego, en el que cada jugador intenta ganar lo máximo al menor costo posible. En el enfrentamiento de los intereses particulares, la vida en común queda atomizada. Hay algo que resulta ridículo siquiera plantear: la comunidad.” (p. 24)