lunes, 25 de marzo de 2019

Cixin Liu
EL FIN DE LA MUERTE (II)
Barcelona, 2018, Penguin Random House.



“Cuenta la leyenda que el maestro Batuo, fundador del monasterio de Shaolin, meditó frente a una pared durante diez años hasta que su sombra quedó grabada en la piedra.” (p. 203)

“Érase una vez un reino llamado el Reino sin Cuentos. 
   Aquel reino no tenía cuentos. No tener cuentos es algo bueno para un reino, porque sus habitantes son más felices. Y es que los cuentos implican contratiempos y desgracias. 
   El Reino sin Cuentos tenía un rey sabio, una reina bondadosa, unos ministros justos y capaces y unos campesinos trabajadores y honestos. La vida en el reino era tan apacible como la superficie de un espejo: ayer era igual que hoy, hoy era igual que mañana, el año pasado era igual que este año, y este año era igual que el año próximo. Nunca había historias que contar.” (p. 384)