Elmore Leonard
CIUDAD SALVAJE
Barcelona, 1989, Círculo de Lectores.
“Una vez a Clement le arrolló un tren y sobrevivió. Fue un mercancías de treinta y seis vagones de Cheasapeaked & Ohio, con dos máquinas y un furgón de cola.
Clement estaba con una chica. Estaban parados en un paso a nivel en Redford Township a eso de las once de la noche, con los discos rojos encendidos y bajada la barrera a rayas, cuando Clement se bajó del coche y se puso en medio de la vía, de espaldas al foco de la locomotora, que avanzaba a setenta kilómetros por hora en su dirección. Sí, estaba un poco borracho, pero no demasiado. Pensaba quitarse de en medio en el último segundo, de espaldas al tren que se aproximaba, pero entonces vio a través del parabrisas los ojos de la chica, a punto de salirse de sus órbitas. En vez de saltar fuera de las vías, Clement cambió de opinión y se tumbó entre los dos raíles. El maquinista le vio y pisó a fondo el freno de emergencia, pero no a tiempo. Veintiún vagones pasaron por encima de Clement antes de que el tren se detuviera y él saliera a rastras de debajo del que hacía el número veintiuno. El maquinista, Harold Howell,de Grand Rapids, dijo: «No tenía ninguna excusa para hacerlo». Clement fue conducido al hospital Garden City, donde le trataron contusiones en la espalda y le dieron de alta. Interrogado por la policía de Redford Township, Clement dijo: «¿He violado alguna ley? Enséñeme dónde dice que no me puedo tumbar en una vía delante de un tren».” (p. 54)
CIUDAD SALVAJE
Barcelona, 1989, Círculo de Lectores.
“Una vez a Clement le arrolló un tren y sobrevivió. Fue un mercancías de treinta y seis vagones de Cheasapeaked & Ohio, con dos máquinas y un furgón de cola.
Clement estaba con una chica. Estaban parados en un paso a nivel en Redford Township a eso de las once de la noche, con los discos rojos encendidos y bajada la barrera a rayas, cuando Clement se bajó del coche y se puso en medio de la vía, de espaldas al foco de la locomotora, que avanzaba a setenta kilómetros por hora en su dirección. Sí, estaba un poco borracho, pero no demasiado. Pensaba quitarse de en medio en el último segundo, de espaldas al tren que se aproximaba, pero entonces vio a través del parabrisas los ojos de la chica, a punto de salirse de sus órbitas. En vez de saltar fuera de las vías, Clement cambió de opinión y se tumbó entre los dos raíles. El maquinista le vio y pisó a fondo el freno de emergencia, pero no a tiempo. Veintiún vagones pasaron por encima de Clement antes de que el tren se detuviera y él saliera a rastras de debajo del que hacía el número veintiuno. El maquinista, Harold Howell,de Grand Rapids, dijo: «No tenía ninguna excusa para hacerlo». Clement fue conducido al hospital Garden City, donde le trataron contusiones en la espalda y le dieron de alta. Interrogado por la policía de Redford Township, Clement dijo: «¿He violado alguna ley? Enséñeme dónde dice que no me puedo tumbar en una vía delante de un tren».” (p. 54)