viernes, 19 de abril de 2019


Qiu Xiaolong
EL ENIGMA DE CHINA
Barcelona, 2014, Tusquets.



“La entrada del blog se titulaba a LOS CRIADORES DE CERDOS NO COMEN CARNE DE CERDO, y revelaba el hecho alarmante de que la mayoría de los cerdos eran alimentados con el mal llamado «pienso compuesto». En realidad, se trataba de un pienso adulterado con aditivos, entre los que había hormonas para que los cerdos crecieran más deprisa, somníferos para que durmieran todo el día y aumentaran de peso más rápidamente y arsénico para que adquirieran un color rosado y saludable. Entre los diversos aditivos empleados, uno de los compuestos químicos más habituales era la esencia de carne magra a base de ractopamina o clenbuterol, con la que los criadores podían producir más carne magra y reducir la cantidad de pienso a un tiempo. A los criadores de cerdos no les importaban las consecuencias que estos aditivos pudieran tener para los consumidores. Sin embargo, para consumo propio criaban uno o dos cerdos alimentados con piensos naturales.
(…)
Por otra parte, había oído que los altos cargos del Partido contaban con un suministro secreto de carne de cerdo, así como de otros animales criados en granjas especiales orgánicas. Dicha carne podía ser cara, pero la pagaba el Gobierno.
(…)
Y el problema no se limitaba a la carne de cerdo tóxica, pensó Peiqin mientras se levantaba para servirse una taza de té. Las verduras estaban rociadas con DDT, el pescado era criado en agua contaminada, e incluso se decía que las hojas de té —al menos algunas— estaban pintadas de verde. No pudo evitar mirar con recelo el contenido de su taza.
—¿Qué está pasando en China?” (pp. 39-40)