Yuval Noah Harari
HOMO DEUS. BREVE HISTORIA DEL MAÑANA (II)
Barcelona, 2017, Debate.
“Para ilustrar este problema, considere el lector el caso de Santino, un chimpancé macho del zoo de Furuvik, en Suecia. Para mitigar el aburrimiento en su recinto, Santino desarrolló una emocionante afición: lanzar piedras a los visitantes. En sí mismo, no se trata de un hecho insólito. Los chimpancés airados suelen lanzar piedras, palos e incluso excrementos. Sin embargo, Santino planificaba sus movimientos con antelación. A primera hora de la mañana, mucho antes de que el zoo abriera sus puertas al público, Santino ya había reunido proyectiles y los había colocado en un montón, sin mostrar ningún indicio visible de enfado. Guías y visitantes pronto aprendieron a estar atentos a Santino, en especial cuando lo veían de pie junto a su montón de piedras, de manera que este tenía cada vez mayores dificultades en encontrar blancos.
HOMO DEUS. BREVE HISTORIA DEL MAÑANA (II)
Barcelona, 2017, Debate.
“Para ilustrar este problema, considere el lector el caso de Santino, un chimpancé macho del zoo de Furuvik, en Suecia. Para mitigar el aburrimiento en su recinto, Santino desarrolló una emocionante afición: lanzar piedras a los visitantes. En sí mismo, no se trata de un hecho insólito. Los chimpancés airados suelen lanzar piedras, palos e incluso excrementos. Sin embargo, Santino planificaba sus movimientos con antelación. A primera hora de la mañana, mucho antes de que el zoo abriera sus puertas al público, Santino ya había reunido proyectiles y los había colocado en un montón, sin mostrar ningún indicio visible de enfado. Guías y visitantes pronto aprendieron a estar atentos a Santino, en especial cuando lo veían de pie junto a su montón de piedras, de manera que este tenía cada vez mayores dificultades en encontrar blancos.
En mayo de 2010, Santino respondió con una nueva estrategia. A primera hora de la mañana cogía balas de paja de su dormitorio y las colocaba cerca de la pared del recinto, donde se suelen reunir los visitantes para observar a los chimpancés. Después recogía piedras y las escondía bajo la paja. Aproximadamente una hora después, cuando los primeros visitantes se acercaban, Santino aparentaba indiferencia, sin mostrar indicios de irritación o agresividad. Solo cuando las víctimas se hallaban a una distancia adecuada, Santino cogía de golpe las piedras de donde las tenía escondidas y bombardeaba a los atemorizados humanos, que se dispersaban en todas direcciones. En el verano de 2012, Santino aceleró la carrera armamentista al esconder piedras no solo bajo las balas de paja, sino también en troncos de árboles, edificaciones y cualquier otro lugar adecuado.
Pero ni siquiera Santino satisfizo a los escépticos. ¿Cómo podemos estar seguros de que a las siete de la mañana, cuando sale para recoger piedras, Santino está imaginando cuánto se divertirá bombardeando a los visitantes humanos a mediodía? ¿No será que Santino está impulsado por algún algoritmo no consciente, al igual que la joven ardilla que esconde nueces «para el invierno» aunque aún no haya vivido ningún invierno?” (pp. 145-146)