Emanuel Swedenborg
DEL CIELO Y DEL INFIERNO (II)
Madrid, 2002, Siruela.
DEL CIELO Y DEL INFIERNO (II)
Madrid, 2002, Siruela.
“Algunas personas creen que es difícil vivir una vida orientada hacia el cielo, lo que se denomina una «vida espiritual», porque han oído que debemos renunciar al mundo y abandonar los deseos del cuerpo y la carne y «vivir espiritualmente». Todos entienden que eso consiste en despreciar los asuntos mundanos, especialmente los referidos al dinero y al prestigio, vivir en constante meditación devota sobre Dios, la salvación y la vida eterna, y dedicar la vida entera a al oración y la lectura de la Palabra y la literatura religiosa. Piensan que esto es renunciar al mundo y vivir para el espíritu y no para la carne. Sin embargo, la realidad es muy distinta, como he aprendido de mi abundante experiencia y conversación con los ángeles. En realidad, quienes renuncian al mundo y viven para el espíritu de esa manera adoptan una vida lúgubre, una vida que no está abierta a la alegría celestial, puesto que nuestra vida permanece con nosotros después de la muerte. No, si queremos aceptar la vida del cielo, debemos por todos los medios vivir en el mundo y participar en sus deberes y asuntos. De esta manera, aceptamos la vida espiritual por medio de nuestra vida civil y moral; no hay ninguna otra forma de que la vida espiritual pueda formarse en nosotros, ninguna otra manera de que nuestros espíritus puedan ser preparados para el cielo. Y esto es así porque vivir una vida interior sin vivir al mismo tiempo una vida exterior es como vivir en una casa que no tiene cimientos, en la que gradualmente se abren grietas, y que se va desmoronando hasta que se derrumba.” (p. 457)