Jean-Paul Sartre
LES MAINS SALES
Paris, 2007, Gallimard.
“¡Cómo te aferras a tu pureza, muchachito! Qué miedo tienes a ensuciarte las manos. ¡De acuerdo, continúa siendo puro! ¿De qué te servirá y por qué has venido con nosotros? La pureza, es una idea de faquir y de monje. Vosotros, los intelectuales, los anarquistas burgueses, la utilizáis como pretexto para no hacer nada. No hacer nada, permanecer inmóvil, apretar los puños, llevar guantes. Yo tengo las manos sucias. Hasta los codos. Las he hundido en la mierda y en la sangre. ¿Y qué? ¿Es que crees que se puede gobernar inocentemente?“ (p. 198; cuadro V, escena III)
“Yo los quiero por lo que son. Con todas sus porquerías y todos sus vicios. Amo sus voces y sus manos cálidas que agarran y su piel, la más desnuda de todas las pieles, y su mirada inquieta y la lucha desesperada que cada uno de ellos mantiene contra la muerte y contra la angustia. Para mí cuenta un hombre de más o de menos en el mundo. Es algo precioso. A ti te conozco bien, pequeño, eres un destructor. Detestas a los hombres porque te detestas a ti mismo; tu pureza recuerda a la muerte y la Revolución con la que sueñas no es la nuestra: tú no quieres cambiar el mundo, tú quieres hacerlo estallar.” (p. 200; cuadro V, escena III)
[Las traducciones son mías.]
LES MAINS SALES
Paris, 2007, Gallimard.
“¡Cómo te aferras a tu pureza, muchachito! Qué miedo tienes a ensuciarte las manos. ¡De acuerdo, continúa siendo puro! ¿De qué te servirá y por qué has venido con nosotros? La pureza, es una idea de faquir y de monje. Vosotros, los intelectuales, los anarquistas burgueses, la utilizáis como pretexto para no hacer nada. No hacer nada, permanecer inmóvil, apretar los puños, llevar guantes. Yo tengo las manos sucias. Hasta los codos. Las he hundido en la mierda y en la sangre. ¿Y qué? ¿Es que crees que se puede gobernar inocentemente?“ (p. 198; cuadro V, escena III)
“Yo los quiero por lo que son. Con todas sus porquerías y todos sus vicios. Amo sus voces y sus manos cálidas que agarran y su piel, la más desnuda de todas las pieles, y su mirada inquieta y la lucha desesperada que cada uno de ellos mantiene contra la muerte y contra la angustia. Para mí cuenta un hombre de más o de menos en el mundo. Es algo precioso. A ti te conozco bien, pequeño, eres un destructor. Detestas a los hombres porque te detestas a ti mismo; tu pureza recuerda a la muerte y la Revolución con la que sueñas no es la nuestra: tú no quieres cambiar el mundo, tú quieres hacerlo estallar.” (p. 200; cuadro V, escena III)
[Las traducciones son mías.]