martes, 24 de enero de 2012

Oliver Sacks
UN ANTROPÓLOGO EN MARTE
Barcelona, 2006, Anagrama.


"Lo que casi todos nosotros denominamos velocidad de movimiento asombrosa o <<anormal>> parece perfectamente normal en quienes padecen el síndrome de Tourette cuando la exhiben. Esto quedó muy claro en un reciente experimento de puntería llevado a cabo con Shane F., un artista que lo padece. Shane mostraba una velocidad de reacción extraordinariamente rápida, hasta casi seis veces superior a la normal, en combinación con una gran fluidez de movimiento y puntería. Tal velocidad era alcanzada sin esfuerzo  y de manera natural; las personas normales, por contraste, sólo podían alcanzarla, y a duras penas, mediante un esfuerzo violento y con una evidente pérdida de precisión y control.
   Por otro lado, cuando se le pidió a Shane que se atuviera a (nuestras) velocidades normales, sus movimientos se hicieron constreñidos, torpes, imprecisos y llenos de tics. Estaba claro que su normalidad y la nuestra eran diferentes, que el sistema nervioso touréttico, en este sentido, es más armónico (aunque, por ello mismo, es más dado a la precipitación y a la reacción)." (p. 132)

"El trastorno visual de que se quejaba la paciente era una pérdida de visión del movimiento en las tres dimensiones. Tenía dificultades, por ejemplo, para servir el té o el café en una taza porque el fluido le parecía helado, como un glaciar. Además, no podía dejar de servir en el momento adecuado, pues al ser incapaz de percibir el movimiento en la taza (o en un puchero) no se daba cuenta de que el fluido subía de nivel. Además, la paciente se quejaba de ciertas dificultades a la hora de seguir un diálogo, pues no podía ver el movimiento de la cara y, especialmente, de la boca de su  interlocutor. En una habitación donde caminaban más de dos personas, se sentía muy insegura e incómoda, y generalmente la abandonaba inmediatamente, pues <<la gente de pronto estaba aquí o allí y yo no la había visto moverse>>. (...) No podía cruzar la calle a causa de su incapacidad para juzgar la velocidad de un coche, aunque podía identificar el vehículo sin dificultad. <<Cuando miro el coche por primera vez, me parece verlo muy lejos. pero cuando quiero cruzar la calle, de pronto está muy cerca.>> Gradualmente aprendió a <<calcular>> la distancia de los vehículos en movimiento a medida que el ruido que hacían era más fuerte." (pp. 49-50)
[Este texto pertenece al doctor Semir Zeki, a quien cita el doctor Sacks.]