Martin Luther King, Malcom X, Rap
Brown y Stokely Carmichael.
TEXTOS SOBRE EL PODER NEGRO
Madrid, 1968, Ediciones Halcón.
“Y puede que haya muertes. Muchos
blancos sureños se ven como una minoría temerosa en un océano de negros. Creen
honestamente, con una parte de su mente, que los negros son depravados y
enfermos. Consideran cualquier esfuerzo hacia la igualdad como tendiente al <<mestizaje>>.
Están convencidos de que la igualdad racial es una idea comunista y de que
aquellos que la piden son subversivos. Creen que su sistema de castas es la
forma más elevada de organización social.
El blanco culto en el Sur, que ha
predicado la integración durante años, ve ahora que incluso el acercamiento
lento tiene finalmente implicaciones revolucionarias. Colocar paja en la joroba
de un camello, no importa con cuanta lentitud se haga, es peligroso. Esta idea
ha inmovilizado a los liberales y a la mayoría de los líderes religiosos
blancos. No tienen respuesta cuando se trata de enfrentarse a la violencia o
neutralizarla. Acaban pidiendo la retirada, no sea que <<las cosas se salgan de mano y lleven a la violencia>>.
En un trabajo publicado en <<Life>>,
William Faulkner, escritor de Mississipi y ganador del Premio Nobel, instó
recientemente a la NAACP [National
Association for the Advancement of Colored People-Asociación Nacional
para el Progreso de las Personas de Color] a que se <<sometiese momentáneamente>>.
Es decir, alentaba a los negros a que aceptasen la injusticia, la explotación y
la indignidad por un poco más de tiempo. Está muy lejos de ser un acto moral
esperar que otros acepten pacientemente la injusticia que él mismo no ha de
sufrir.” (p. 33)
(La cita pertenece al artículo de M. L. King, "Nuestra
lucha".)
“Frecuentemente me he preguntado
con curiosidad sobre mi propio peregrinaje intelectual hacia la resistencia
pasiva. Para llegar a una respuesta es necesario volver a mis tempranos años de
juventud en Atlanta. Había crecido aborreciendo no sólo la segregación, sino
los opresivos y bárbaros actos que se derivan de ella. Había pasado por los
lugares donde habían linchado negros salvajemente y había visto al Ku Klux Klan
en sus salidas nocturnas. Había visto la brutalidad de la policía con mis
propios ojos y había visto que los negros recibían de los tribunales la más
trágica injusticia.
Todas estas cosas afectaron mi
conciencia de adolescente. Había llegado a sentir casi resentimiento contra la
población blanca.
También aprendí que el
inseparable gemelo de la injusticia racial era la injusticia económica. Aunque
en mi casa se disfrutaba de una posición segura y una comodidad relativa, nunca
pude sacarme de la cabeza la inseguridad económica de muchos de mis compañeros
y la trágica pobreza en que vivían los que me rodeaban. En los últimos años de
mi adolescencia trabajé dos veranos, en contra de los deseos de mi padre (él
nunca quiso que mi hermano o yo trabajásemos con personas blancas, por las
condiciones de opresión), en una plantación en la que estaban empleados tantos
blancos como negros. Aquí vi la injusticia económica directamente y llegué a la
conclusión de que al blanco pobre se le explota tanto como al negro. A través
de esas tempranas experiencias, fui adquiriendo conciencia de la múltiple
injusticia de nuestra sociedad.” (pp. 37-38)
(La cita pertenece al artículo de M. L. King, "La
resistencia pasiva".)