domingo, 17 de mayo de 2015

Émile Durkheim
EL SUICIDIO (V)
Buenos Aires, 2004, Losada.



“Sabemos, en efecto, que las deliberaciones humanas, tal y como las experimenta la conciencia reflexiva, a menudo no son más que puras formalidades y no tienen otro objeto que el de corroborar una resolución ya tomada por razones que la conciencia desconoce.” (pp. 403-404)

“La población de hoy no sabe por la de ayer cuál es el montante del impuesto que debe pagar al suicidio; y sin embargo va a pagar exactamente lo mismo mientras las circunstancias no cambien.” (p. 420)

“La religión es, en definitiva, el sistema de símbolos mediante el cual la sociedad toma conciencia de sí misma; es la manera de pensar propia del ser colectivo.” (pp. 425-426)

“Es evidente que en todos los niveles de la jerarquía social el bienestar medio ha aumentado, aunque tal vez este aumento no se haya producido siempre en las proporciones más equitativas. El malestar que experimentamos no proviene por tanto de que las causas objetivas del sufrimiento hayan aumentado en número o en intensidad; pone de manifiesto, no ya una miseria económica, sino una alarmante miseria moral." (p. 532)


Émile Durkheim
EL SUICIDIO (IV)
Buenos Aires, 2004, Losada.



“Porque, ¿qué es el matrimonio? Una reglamentación de las relaciones entre los sexos, que se extiende no solamente a los instintos físicos implícitos en ella, sino también a los sentimientos de toda clase que la civilización ha ido incorporando poco a poco sobre la base de los deseos materiales. Porque el amor es, en nosotros, un hecho más mental que orgánico. Lo que el hombre busca en la mujer no es simplemente la satisfacción del deseo genésico. Si esta inclinación natural ha sido el germen de toda la evolución sexual, se ha ido complicando progresivamente con sentimientos estéticos y morales, numerosos y variados, y hoy en día no es más que un pequeño elemento del processus total y farragoso al que ha dado origen. En contacto con estos elementos intelectuales, se ha liberado parcialmente del cuerpo y se ha intelectualizado. Depende tanto de razones morales como de atractivos físicos. Por eso no tiene la periodicidad regular y mecánica que presenta en el animal. Una excitación psíquica puede despertarse en cualquier momento: cualquier estación es buena. Pero precisamente porque estas diversas inclinaciones, transformadas de este modo, no dependen directamente de necesidades orgánicas, les es indispensable una reglamentación social. Puesto que no hay nada en el organismo que las contenga, es necesario que lo haga la sociedad. Tal es la función del matrimonio.” (p. 366)

“Un pensamiento que se cuestiona todo, si no es lo suficientemente sobrio como para soportar el peso de su ignorancia, corre el riesgo de cuestionarse a sí mismo y hundirse en la duda. Porque si no consigue descubrir los derechos que pueden tener a la existencia las cosas sobre las que se interroga –y sería un milagro que consiguiera explicarse tantos misterios- les negará toda realidad; incluso el mero hecho de que se plantee el problema, implica ya que está predispuesto a las soluciones negativas. Pero, al mismo tiempo, se vaciará de todo contenido positivo y, al no encontrar nada que se le oponga, está abocado a perderse en el vacío de las ensoñaciones interiores.” (p. 382)
Ellen G. White
(1827-1915; figura destacada de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.)
EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS
Colmenar Viejo, 2013, Safeliz.



“El conocimiento humano, tanto de las cosas materiales como de las espirituales, es parcial e imperfecto; de aquí que muchos sean incapaces de armonizar sus nociones científicas con las declaraciones de las Escrituras. Muchos aceptan meras teorías y especulaciones como hechos científicos, y piensan que la Palabra de Dios debe ser probada por las enseñanzas de "la falsa ciencia." El Creador y sus obras les resultan incomprensibles; y como no pueden explicarlos por medio de las leyes naturales, consideran la historia bíblica como indigna de confianza. Los que dudan de la fiabilidad de los registros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento a menudo dan un paso más y dudan de la existencia de Dios y atribuyen un poder infinito a la naturaleza. Habiendo perdido su ancla, son abandonados para estrellarse contra las rocas de la incredulidad.
   Así es como muchos se alejan de la fe y son seducidos por el diablo. Los hombres procuraron ser más sabios que su Creador; la filosofía intentó sondear y explicar misterios que no serán jamás revelados a través de las edades eternas. Si los hombres se limitasen a escudriñar y comprender tan sólo lo que Dios les ha revelado respecto de sí mismo y de sus propósitos, obtendrían tal visión de la gloria, majestad y poder de Jehová que se darían cuenta de su propia pequeñez y contentarían con lo que fue revelado para ellos y sus hijos.
   Una de las seducciones magistrales de Satanás consiste en mantener la mente de los hombres investigando y haciendo conjeturas sobre las cosas que Dios no ha dado a conocer y que no quiere que entendamos. Así fue como Lucifer perdió su puesto en el cielo. Se disgustó porque no le contaron todos los secretos de los designios de Dios, y no se fijó en lo que le había sido revelado respecto a su propia obra en el elevado puesto que se le había sido asignado.” (pp. 333-334)
Émile Durkheim
EL SUICIDIO (III)
Buenos Aires, 2004, Losada.

 
“No son las ideas abstractas las que gobiernan a los hombres, y no podríamos explicar la evolución de la historia por la influencia de puros conceptos metafísicos. En los pueblos, como en los individuos, las ideas tienen ante todo la función de expresar una realidad que no depende de ellas; al contrario, son ellas las que dependen de esa realidad, y si pueden servir luego para modificarla, siempre es en una medida limitada. Las ideas religiosas son producto del medio social y no al contrario, y si una vez formadas influyen sobre las causas que las han engendrado, esta influencia es poco profunda.” (pp. 298-299)

“La sociedad no es únicamente un objeto que atrae hacia sí, con una intensidad desigual, los sentimientos y la actividad de los individuos. La sociedad es también un poder que los regula. Entre la manera en que se ejerce esa acción reguladora y la tasa social de los suicidios hay una relación.” (p. 321)

“Toda ruptura de equilibrio, incluso cuando resulta de ella un mayor desahogo y una revitalización general, empuja a la muerte voluntaria. Siempre que se producen graves reajustes en el cuerpo social, ya sean debidos a un súbito movimiento de crecimiento o a un cataclismo inesperado, el hombre se mata más fácilmente.” (p. 330)

“El ideal económico asignado a cada categoría de ciudadanos está comprendido él mismo entre determinados límites en cuyo interior los deseos pueden moverse con libertad. Pero no es ilimitado. Es esta limitación relativa y la moderación que resulta de ella lo que hace que los hombres se den por satisfechos con su suerte a la vez que les estimula prudentemente a mejorarla” (pp. 336-337)

“De una parte y de otra, se afirma que las naciones deben tener como único y principal objetivo prosperar industrialmente; esto es lo que implica el dogma del materialismo económico que sirve igualmente de base a todos estos sistemas aparentemente opuestos. Y como estas teorías no hacen más que expresar el estado de la opinión pública, la industria, en lugar de continuar siendo considerada como un medio para conseguir un fin por encima de ella, se ha convertido en el fin último de los individuos y de las sociedades. Sucede entonces que las pasiones que despierta se encuentran libres de cualquier autoridad que las limitaba. Esta apoteosis del bienestar, al santificarlas por decirlo así, las ha colocado por encima de cualquier ley humana. Parece que sea una especie de sacrilegio ponerles freno. (…) En fin, este desenfreno de los deseos se ha agravado todavía más por el desarrollo mismo de la industria y la extensión casi infinita del mercado. Mientras el productor no podía vender sus productos más que en sus inmediaciones, la moderación en las ganancias no podía acicatear demasiado la ambición. Pero ahora que casi puede pretender tener como cliente al mundo entero, ¿cómo iban a aceptar las pasiones, ante estas perspectivas ilimitadas, que se limitara como antiguamente?
    De aquí es de donde proviene la efervescencia que reina en esta parte de la sociedad y que a partir de ella se ha extendido a todo el resto. El estado de crisis y de anomia es continuo en ella, y por decirlo de algún modo, normal. De arriba debajo de la escala la codicia se desata de una manera indiscriminada. Nada puede calmarla, puesto que el fin al que tiende está infinitamente más allá de todo lo que pueda alcanzar. La realidad parece no tener valor comparada con el precio de aquello que adivinan como posible las imaginaciones enfebrecidas; se pierde el apego a ella, pero para perdérselo a continuación a lo posible cuando, a su vez, se haya convertido en realidad. Se tiene sed de lo nuevo, de placeres ignorados, de sensaciones innominadas, pero que pierden todo su sabor en cuanto son conocidas. En cuanto se presenta el menor revés, se encuentran sin fuerzas para soportarlo.
(…)
Podríamos preguntarnos incluso si no es precisamente este estado moral el que hace hoy día tan fecundas en suicidios a las catástrofes económicas.” (pp. 344-346)
Carson MacCullers
EL CORAZÓN ES UN CAZADOR SOLITARIO
Barcelona, 2008, Seix Barral.



“El resentimiento es la flor más preciosa de la pobreza. Eso es.” (p. 73)

“-Mire, es como si yo fuera dos personas al mismo tiempo. Una de ellas es un hombre instruido. He estado en algunas de las bibliotecas más importantes del país. Leo. Leo continuamente. Leo libros que hablan de la más pura verdad. Ahí en mi maleta, tengo libros de Karl Marx y Thorstein Veblen y escritores así. Los leo una y otra vez, y cuanto más los estudio, más furioso me pongo. (…) Pero lo que quiero decir es esto. Cuando una persona sabe, y no puede conseguir que los demás comprendan, ¿qué puede hacer? (…) ¡Pero escuche! Dondequiera que uno mire, hay mezquindad y corrupción. Esta habitación, esta botella de vino de uvas, estas frutas de la cesta, son todo productos de ganancias y pérdidas. Nadie puede vivir sin prestar su aceptación pasiva a la mezquindad. Alguien tiene que agotarse por completo por cada bocado que comemos y cada pedazo de tela que llevamos puesto… y nadie parece darse cuenta. Todo el mundo está ciego, mudo, obtuso…, estúpido y mezquino.” (pp. 78-79)

“Pero ¿qué ocurre con un hombre que sabe? Ve el mundo tal como es y mira miles de años atrás para ver cómo se produce todo. Observa la lenta aglutinación de capital y poder, y cómo ha llegado hoy a su cúspide. Ve América como una casa de locos. Ve cómo los hombres tienen que robar a sus hermanos para poder vivir. Ve cómo los niños se mueren de hambre y las mujeres trabajan sesenta horas por semana para ganarse la comida. Ve a todo ese maldito ejército de parados y los miles de millones de dólares y miles de kilómetros de tierra desperdiciada. Contempla cómo se aproxima la guerra. Contempla cómo cuando la gente sufre tanto se vuelve mala y fea, y algo muere en ella. Pero lo más importante que ve es que todo el sistema del mundo está construido sobre una mentira. Y aunque todo esto es tan evidente como el mismo sol…, los ignorantes han vivido tanto tiempo con esa mentira que ya no son capaces de verla.” (p. 163)

[La cursiva pertenece a la cita.]
Émile Durkheim
EL SUICIDIO (II)
Buenos Aires, 2004, Losada.


 
“Antes de examinar los hechos, conviene establecer el sentido de las palabras. Los sociólogos están tan habituados a emplear los términos sin definirlos, es decir, a no determinar ni circunscribir metódicamente el orden de las cosas de que hablan, que sucede continuamente que una misma expresión se extiende, a sus espaldas, desde el concepto al que apuntaba originariamente o parecía apuntar, a otras nociones más o menos vecinas. En estas condiciones, la idea acaba por convertirse en algo tan ambiguo que hace imposible la discusión. Porque, al no tener un contorno definido, puede transformarse casi a voluntad según las necesidades de la causa y sin que le sea posible a la crítica prever por adelantado todos los diversos aspectos que es susceptible de adquirir.” (p. 142)

“Lejos la ciencia de ser la fuente del mal, es el único remedio de que disponemos. Una vez que las creencias admitidas han sido arrastradas por el curso de los acontecimientos, no se las puede reponer artificialmente; y sólo la reflexión puede ayudarnos a comportarnos en la vida. Una vez que el instinto social se ha embotado, la inteligencia es la única guía que nos queda y también la única que puede favorecer nuestra conciencia. Por peligrosa que sea la empresa, la duda no está permitida, pues no tenemos elección. ¿Todos aquellos que no asisten sin inquietud y sin tristeza a la ruina de las viejas creencias, que son conscientes de todas las dificultades de esos períodos críticos, que no acusen a la ciencia de un mal del que ella no es la causa, sino todo lo contrario, el remedio! ¡Que eviten el considerarla una enemiga! No tiene el efecto disolvente que se le supone, sino que es más bien el único arma que permite luchar contra la disolución de la que ella procede. Prohibirla no es una solución. No es imponiéndoles silencio como se devolverá su autoridad a las tradiciones desaparecidas; no conseguiremos más que sentirnos más impotentes todavía para reemplazarlas. Es cierto que hay que evitar con el mismo cuidado ver en la cultura un fin que se basta a sí mismo, cuando no es más que un medio. Si no es encadenando artificialmente a las mentes como se las hace renunciar a su independencia, tampoco basta con liberarlas para devolverles su equilibrio. Es necesario que empleen esta libertad de un modo conveniente.” (pp. 214-215)

“Llegamos por tanto a esta conclusión general: el suicidio varía en razón inversa al grado de cohesión de los grupos sociales de los que forma parte el individuo.” (p. 273)
Ivo Andric
UN PUENTE SOBRE EL DRINA
Barcelona, 2014, Penguin Random House.


 

“Quienes lo conocían (y que no dejaban de envidiarlo) decían irónicamente que la bóveda celeste era el único edificio sobre el cual no había todavía una tarih [inscripción] debida a su pluma. Pero él, a despecho de sus magras remuneraciones, era un pobre diablo famélico, en eterna lucha con esa miseria característica que acompaña a menudo a los poetas como una maldición especial, y que ningún salario ni ninguna recompensa logran eliminar.” (p. 97)
[La cursiva pertenece al original.]

“Sentados en las habitaciones bien caldeadas de sus casas, por las cuales pasara antaño la inundación, narraban por centésima vez, con especial placer, ciertas escenas conmovedoras o trágicas. Y cuanto más penoso y torturante era el recuerdo, más grande resultaba el gozo de evocarlo. Estas escenas, contempladas a través del humo del tabaco o de un vasito de aguardiente dulce, a menudo se transformaban, exageradas y embellecidas por la imaginación y la distancia; pero ninguna de aquellas personas se daba cuenta de ello, cada una habría podido jurar que todo sucedió tal como ahora se decía, porque participaban inconscientemente de esta deformación involuntaria.
   De esta manera vivían algunos ancianos que se acordaban de la última gran inundación, de la cual no dejaban de hablar entre ellos, repitiendo a los jóvenes que ya no había catástrofes como antes, como no había la bondad y la bendita existencia de otros tiempos.” (p. 110)

“Se recordaba la figura del pope Iovan, que había sido antaño cura del lugar y cuyos feligreses decían de él que era un gran hombre, pero que no tenía buena mano y que sus plegarias pesaban poco ante Dios.
   En verano, en los períodos de gran sequía que paralizaban la cosecha, el pope Iovan, siempre en vano, organizaba una procesión y plegarias que habitualmente eran seguidas por una sequía todavía mayor y por un calor asfixiante. Y cuando cierto otoño, que siguió a un verano de sequía, el Drina comenzó a crecer y apuntó la amenaza de una inundación general, el pope lovan llegó hasta el río, reunió a los fieles y comenzó a recitar una oración para que cesasen las lluvias y la crecida de las aguas. Entonces, un tal lokitch, borracho y holgazán, habiendo observado que Dios enviaba normalmente lo contrario de lo que el pope pedía, gritó a voz en cuello:
– Esa oración no, padre, sino la del verano, la de la lluvia; seguramente ésa hará que bajen las aguas.” (p. 115)

Émile Durkheim
EL SUICIDIO (I)
Buenos Aires, 2004, Losada.



“La mejor explicación es la comparación. Una investigación científica no puede concluirse con éxito más que si se apoya en hechos comparables, y cuantos más hechos reúna que puedan ser comparados con provecho, más posibilidades tendrá de lograr su objetivo.” (pp. 17-18)
 
“La intención es algo demasiado íntimo para poder adivinarla desde fuera con algo más que burdas aproximaciones. Se oculta incluso a una observación interior. ¡Cuántas veces nos equivocamos sobre las verdaderas razones que nos impelen a actuar! Continuamente explicamos por pasiones generosas o consideraciones elevadas, actos que nos han sido inspirados por pequeños sentimientos o incluso por una ciega rutina.” (p. 20)

“Estas observaciones preliminares nos previenen de que el sociólogo debería ser muy prudente cuando trata de determinar la influencia de las razas en un fenómeno social cualquiera. Porque, para poder resolver tales problemas, habría que saber antes cuáles son las diferentes razas y en qué se diferencian unas de otras. Esta precaución es tanto más necesaria cuanto que esta incertidumbre de la antropología pudiera muy bien deberse al hecho de que la palabra raza no se corresponde ya actualmente con nada definido. Por una parte, las razas originales ya no tienen más que un interés paleontológico, y, por otra, esos grupos más limitados, a los que se les aplica hoy ese nombre, parecen no ser más que pueblos o sociedades de pueblos, hermanos de civilización más que de sangre. La raza concebida así termina casi por confundirse con la nacionalidad.” (pp. 85-86)

“No hay que olvidar que el niño también está sometido a los efectos de las causas sociales y que éstas pueden bastar para empujarle al suicidio. Lo que demuestra su influencia incluso en este caso, es que los suicidios de niños varían según el medio social. En ninguna parte son tan numerosos como en las grandes ciudades. Porque tampoco en ninguna parte la vida social comienza tan temprano para el niño, como demuestra la precocidad que caracteriza al pequeño ciudadano. Iniciado antes y de forma más completa en la vorágine de la civilización, sufre también antes y de forma más completa sus efectos. Por eso, en los países más civilizados, el número de los suicidios infantiles aumenta con una deplorable regularidad.” (pp. 108-109)

lunes, 11 de mayo de 2015

Kurt Vonnegut
MIRE AL PAJARITO
Madrid, 2010, Sexto Piso.



“Estoy convencido de que nadie consigue un carajo en las artes si se vuelve amablemente razonable, viendo todas las facetas de un problema y perdonando todos los pecados.” (p. 12)

“Hoy es domingo y surge la pregunta, ¿qué voy a hacer mañana? Ya conozco la respuesta, y también sé que es la respuesta equivocada.” (p. 12)

[Ambas citas pertenecen al prólogo del propio Vonnegut.]

“Debo puntualizar de pasada que las mujeres me gustan, pero soy soltero por elección. Aunque los solteros son gente solitaria, estoy convencido de que los casados son gente solitaria con cargas familiares.” (p. 183)
[La cita pertenece al relato GOTITAS DE AGUA.]

domingo, 10 de mayo de 2015


Francisco de Quevedo
OBRAS DE FRANCISCO DE QUEVEDO VILLEGAS
Amberes, 1699, Henrico y Cornelio Verdussen.
http://www.cervantesvirtual.com



“Tirano es aquel Príncipe que, siéndolo, quita la comodidad a la paz, y la gloria a la guerra, a sus vasallos las mujeres, y a los hombres las vidas; que obedece al apetito y no a la razón: que afecta con la crueldad ser aborrecido, y no amado.” (Historia y vida de Marco Bruto; p. 64)

Séneca
DE LA TRANQUILIDAD DEL ÁNIMO
(DE TRANQUILLITATE ANIMI)
http://www.e-torredebabel.com


“Hallarás en poder de personas ignorantísimas todo lo que está escrito de oraciones y de historias, teniendo estantes llenos de libros hasta los techos; porque ya aun en los baños se hacen librerías, como alhaja forzosa para las casas. Perdonáralo yo, si esto naciera de deseos de estudios; pero ahora estas exquisitas obras de sagrados ingenios, entalladas con sus imágenes, se buscan para adorno y gala de las paredes.” (cap. IX)