domingo, 17 de mayo de 2015

Ellen G. White
(1827-1915; figura destacada de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.)
EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS
Colmenar Viejo, 2013, Safeliz.



“El conocimiento humano, tanto de las cosas materiales como de las espirituales, es parcial e imperfecto; de aquí que muchos sean incapaces de armonizar sus nociones científicas con las declaraciones de las Escrituras. Muchos aceptan meras teorías y especulaciones como hechos científicos, y piensan que la Palabra de Dios debe ser probada por las enseñanzas de "la falsa ciencia." El Creador y sus obras les resultan incomprensibles; y como no pueden explicarlos por medio de las leyes naturales, consideran la historia bíblica como indigna de confianza. Los que dudan de la fiabilidad de los registros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento a menudo dan un paso más y dudan de la existencia de Dios y atribuyen un poder infinito a la naturaleza. Habiendo perdido su ancla, son abandonados para estrellarse contra las rocas de la incredulidad.
   Así es como muchos se alejan de la fe y son seducidos por el diablo. Los hombres procuraron ser más sabios que su Creador; la filosofía intentó sondear y explicar misterios que no serán jamás revelados a través de las edades eternas. Si los hombres se limitasen a escudriñar y comprender tan sólo lo que Dios les ha revelado respecto de sí mismo y de sus propósitos, obtendrían tal visión de la gloria, majestad y poder de Jehová que se darían cuenta de su propia pequeñez y contentarían con lo que fue revelado para ellos y sus hijos.
   Una de las seducciones magistrales de Satanás consiste en mantener la mente de los hombres investigando y haciendo conjeturas sobre las cosas que Dios no ha dado a conocer y que no quiere que entendamos. Así fue como Lucifer perdió su puesto en el cielo. Se disgustó porque no le contaron todos los secretos de los designios de Dios, y no se fijó en lo que le había sido revelado respecto a su propia obra en el elevado puesto que se le había sido asignado.” (pp. 333-334)