miércoles, 20 de septiembre de 2023


 

E. M. Cioran
EL ACIAGO DEMIURGO (II)
Madrid, 1974, Taurus.



“En el concilio de 1211 contra los Bogomilos se anatematizó a aquellos de entre ellos que sostenían que «la mujer concibe en su vientre con la cooperación de Satán, que Satán permanece allí sin retirarse hasta el nacimiento del niño».
   No me atrevo a suponer que el demonio pueda interesarse en nosotros hasta el punto de hacernos compañía durante meses; pero no podría dudar de que hayamos sido concebidos bajo su mirada y de que haya efectivamente asistido a nuestros queridos progenitores.” (p. 73)

“¿No será la nostalgia un signo de envejecimiento precoz? Si esto es cierto, yo soy senil de nacimiento.” (p. 75)

“Todos estamos afectados, tomamos por real lo que no lo es. El viviente, en tanto que tal, es un insensato, ciego por añadidura: incapaz de discernir el lado ilusorio de las cosas, advierte por todas partes lo sólido, lo lleno. En cuanto, por milagro, ve claro, se abre a la vacuidad y se expande en ella. Más rica que la realidad a la que reemplaza, Èsta nace de todo sin el todo, es fundamento y ausencia, variante abismal del ser. Pero quiere la desdicha que la tengamos por una deficiencia; de donde provienen nuestros temores y nuestros fracasos. ¿Qué es, pues, para nosotros? Todo lo más, un diáfano callejón sin salida, un infierno impalpable.” (p. 77)

“En la historia, siempre se está en el umbral de lo peor. Es lo que la hace interesante; lo que hace que se la odie, que no llegue uno a desprenderse de ella.” (pp. 113-11

[Las cursivas pertenecen al texto.]

Isaac Bashevis Singer
EL MAGO DE LUBLIN (I)
Barcelona, 2013, RBA. 



“Existía un Creador, pero no se revelaba a nadie, ni daba indicaciones de lo que convenía hacer y de lo que estaba prohibido. Los que hablaban en Su nombre eran unos embusteros.” (p. 11)

“Aquellos judíos -toda una comunidad- hablaban a un Dios que ninguno de ellos había visto. Aun cuando los dones que les había hecho consistían en epidemias, hambres, pobreza y pogromos lo calificaban de compasivo y misericordioso y se proclamaban a sí mismos el pueblo elegido por Él. Yasha, a veces, envidiaba su fe inmutable.”

E. M. Cioran
EL ACIAGO DEMIURGO (I)
Madrid, 1974, Taurus.



“El politeísmo corresponde mejor a la diversidad de nuestras tendencias y de nuestros impulsos, a los que ofrece la posibilidad de ejercerse, de manifestarse, cada una de ellas libre para tender, según su naturaleza, hacia el dios que le conviene en ese momento. Pero ¿qué emprender con un solo dios?, ¿cómo afrontarle, cómo utilizarle? Estando él presente, se vive siempre bajo presión. El monoteísmo comprime nuestra sensibilidad: nos ahonda estrujándonos; sistema de represiones que nos confiere una dimensión interior en detrimento de la expansión de nuestras fuerzas, constituye una barrera, detiene nuestro desarrollo, nos estropea. Eramos con certeza más normales con varios dioses que lo somos con uno solo. Si la salud es un criterio, ¡qué retroceso supone el monoteísmo!
   Bajo el régimen de varios dioses, el fervor se reparte; cuando se dirige a uno solo, se concentra y exaspera, y acaba por convertirse en agresividad, en fe. La energía no está ya dispersa, se dirige toda en una misma dirección. Lo que era notable en el paganismo es que no se hacía una distinción radical entre creer y no creer, entre tener o no tener fe. La fe, por otro lado, es una invención cristiana; supone un mismo desequilibrio en el hombre y en Dios, arrastrado por un diálogo tan dramático como delirante. De aquí el carácter demencial de la nueva religión. La antigua, mucho más humana, te dejaba la facultad de elegir el dios que quisieras; como no te imponía ninguno, era a ti a quien tocaba inclinarse por éste o por aquél. Cuanto más caprichoso se era, más necesidad se tenía de cambiar, de pasar de uno a otro, estando bien seguro de hallar el medio de amarlos a todos en el curso de una existencia. Eran por añadidura modestos, no exigían más que el respeto: se les saludaba, pero no se arrodillaba uno ante ellos.” (pp. 29-30)

[Las cursivas pertenecen al texto.]

Thomas Halliday
OTROS MUNDOS (III)
Barcelona, 2022, Debate.


 

“El sexo está tan arraigado en las características de la mayoría de los animales que es fácil olvidar que es una estrategia ecológica. Sin él, los hijos son clones de su progenitor. Cuando producir el mayor número de descendientes es la única métrica real del éxito evolutivo, esto es lo ideal. Sin embargo, la estrategia de la clonación conlleva otros riesgos; los vástagos estarían bien adaptados al entorno de su progenitor, pero, si el mundo se vuelve más cálido o más ácido, o el alimento escasea, todos correrán el mismo destino. Los animales asexuales no suelen durar largos periodos de tiempo evolutivo, aunque hay algunas excepciones. En un mundo variable, el sexo es una forma de mezclar el código genético con nuevo material para no jugárselo todo a la misma carta y aumentar la posibilidad de que al menos algún descendiente sobreviva.” (pp. 297-298)

VV.AA.
CUENTOS DE CUBA ESPAÑOLA
Madrid, 2002, Clan.



“MANOS FRÍAS

Esta historia la hace mi abuela, que ahora vive en Cruce y tiene ya más de cien años.
   Un hombre tenía una novia y por cosas desas que pasan se pelió con ella. Al poco tiempo ella se murió sin quel supiera na, porque no vivía en el pueblo.
   Un día él fue a un baile en el pueblo y la vio y como no sabía que estaba muerta bailó muchísimo con ella. Después ella sintió frío y él le puso su saco por los hombro y allí mismo, ante sus propios ojo ella se le desapareció.
   Al otro día fue a la casa de ella y le explicó a la madre to el asunto cómo había sido. Y la madre horrorisá le dijo:
   -¡Eso no pué ser, porque ella se murió tal día!
   -¡Pero no pué ser, si yo mismo le puse mi saco por los hombro!
   Y el hombre dijo:
   -Pa convencerme tengo que ir al cementerio.
   Y fue allá con la madre de la muchacha y cuando llegaron a la tumba, el saco del hombre estaba tirao encima.
   ¡Figúrese qué clase de susto se llevó el hombre! ¡Ahí mismito se quedó muerto, en la tumba de la muchacha!

Zoraida García, 33 años, Barrio Puente.” (p. 89)


Thomas Halliday
OTROS MUNDOS (II)
Barcelona, 2022, Debate.




“El viento trae lluvia desde las alturas en un endemoniado remolino de nubes que oscurece el cielo. Con las primeras gotas, el perezoso levanta la vista, arrastra los pies y continúa alimentándose. La manada de tipoterios comienza a desplazarse al aire libre hacia un terreno arbolado junto a un recodo de la orilla del río para refugiarse. El olor de la tierra mojada crece mientras la percusión combinada de las gotas de lluvia hace murmurar al aire. Pero, bajo el aliento de ese murmullo, hay otro sonido tenue, de agua derramada y movimientos de cascos, que aumenta de volumen hasta convertirse en un clamor. Desde una posición elevada sobre un mezquite, un pájaro lanza su canto con brío y levanta el vuelo, seguido por otros, y la alerta se extiende instantáneamente por la variada manada que hay en el suelo. Los arbustos se estremecen cuando los Eoviscasccia desaparecen con cautela en la seguridad de sus madrigueras.
   Río abajo se oye el restallido de la madera que se quiebra, y, a continuación, llega una ola danzante de tres metros de altura. De la alerta se pasa a la huida, el perezoso gime y se pone a cuatro patas, y los tipoterios se sobresaltan y se dispersan. La riada avanza y, golpeando la curva junto a un árbol, se eleva en el aire sobre la orilla como una masa oscura para desplomarse en el suelo; viene seguida de otra, como si se agitaran densas telas de terciopelo húmedo sobre la hierba. El rítmico deslizamiento del alud de lodo, que se repliega sobre sí mismo como una papilla en ebullición, se desboca, y la suave fuerza del agua se extiende por el paisaje y llena los valles a decenas de metros por segundo. Las delicadas teselas de arcilla del lecho fluvial se rompen en pedazos, los cantos se mueven como si no tuvieran peso, y los troncos de los árboles son arrastrados como si no fueran más que ramas, atrapando, sumergiendo o quebrando todo lo que encuentra a su paso, excavando nuevos caminos en el suelo subyacente y convirtiendo el fondo del valle en una turbulencia encrespada y grisácea.” (pp. 91-92)

 


Thomas Halliday
OTROS MUNDOS (I)
Barcelona, 2022, Debate.



“El estrecho de Bering, esa franja de agua que en la actualidad separa Alaska de Chukotka, en el extremo oriente ruso, está seco y es habitable, y da nombre a la provincia biológica de Beringia. Puede que esta sea una tierra fría en invierno, pero se torna luminosa y cálida en los meses más calurosos. Prados de flores silvestres cubren el terreno durante toda la primavera y el verano. La mayoría de los árboles son más bien arbustivos: sauces enanos escriben al viento una caligrafía sin palabras con la tinta de sus florecillas, mientras los abedules enanos esconden perdices blancas. En lo alto, bandadas de gansos nivales levantan el vuelo entre graznidos en su ruta hacia el mar. En otoño, las zonas más resguardadas de Beringia brillan como el oro líquido cuando los álamos y los chopos temblones se tornan amarillos, y el verde azulado de las altas píceas los realza. Estas tierras bajas son el refugio de muchas especies de plantas y animales, una parte del mundo con un clima más benigno y llevadero donde pueden sobrevivir las que no toleran el prolongado frío de la edad de hielo. En algunos lugares sobresale el musgo esfagno, que habita en las ciénagas, mientras que, en otros, la salvia, cual vello plateado sobre las praderas, libera su cálido aroma bajo las pezuñas de los bisontes.” (pp. 32-33)


Pío Baroja
LAS NOCHES DEL BUEN RETIRO (II)
Barcelona, 2006, Tusquets.



“Don Antolín Torrecilla era muy interesado y roñoso. Beltrán, anticlerical convencido, decía del cura, a pesar de ser su amigo y paisano:
   —Éstos, ya se sabe, son de los que dicen:

Entre Dios y el dinero,
lo segundo es lo primero.

—¡Cállate tú, farolero! —le decía el cura—; que no sabes lo que te pescas.
—Farolero de la Villa —contestaba Beltrán—; en lo demás, menos farolero que tú.
—Calla, hombre, calla; si eres como una cotorra vieja.
—Éstos —decía Beltrán— no piensan más que en los cuartos. Cuando hablan de la muerte y de la salvación eterna están pensando en las perras. En mi pueblo estaban de vacaciones en la posada dos estudiantes de cura que iban a terminar la carrera. Uno de ellos le quiso asustar al otro, se subió al desván y comenzó a arrastrar unas cadenas encima del cuarto del compañero y a dar grandes ayes y lamentos.
   De parte de Dios, alma en pena, ¿dime qué quieres? —preguntó el estudiante desde su cuarto con voz medrosa.
   El de arriba contestó en tono fúnebre: ¡Que me digas veinte misas por la salud de mi alma!
   El de abajo añadió con el mismo tono lastimero y castañeteándole los dientes: Bueno, muy bien. Échame cien pesetas.
—Todas ésas son bolas que inventa éste —replicaba don Antolín.” (pp. 75-76)

Aldous Huxley
EL GENIO Y LA DIOSA
Barcelona, 2009, Edhasa.


 

“—Lo fastidioso en la novela —dijo John Rivers— es que tiene demasiado sentido. La realidad nunca lo tiene.
—¿Nunca? —pregunté.
—Tal vez lo tenga para Dios —admitió—. Nunca para nosotros. La novela tiene unidad, tiene estilo. Los hechos no poseen ni una cosa ni otra. En crudo, la existencia siempre es un estúpido suceso tras otro y cada estúpido suceso es simultáneamente Thurber y Miguel Ángel, simultáneamente Mickey Spillane y Tomás de Kempis. El criterio de la realidad es su intrínseca falta de relación.” (p. 9)

“¿No recuerda qué agudas eran sus sensaciones de niño, qué intensamente lo sentía todo? El deleite de las fresas y la crema, el horror del pescado, el infierno del aceite de ricino… ¡Y la tortura de tener que levantarse y recitar delante de toda la clase! La inexpresable alegría de sentarse junto al cochero, sintiendo el olor a sudor de caballo y a cuero, con la blanca carretera prolongándose hacia el infinito y el lento despliegue de los trigales y las huertas al paso del coche, ese abrirse y cerrarse de los campos como enormes abanicos… Cuando se es niño, nuestra mente es como una especie de solución saturada de sentimiento, como una suspensión de todas las emociones, pero en estado latente, en condiciones de indeterminación. A veces son las circunstancias externas el agente cristalizador y a veces nuestra propia imaginación. Cuando queremos una emoción determinada, buscamos deliberadamente en nosotros mismos hasta obtenerla: un brillante cristal rosado de placer, un verde o amoratado trozo de miedo… Porque el miedo, desde luego, es una emoción como cualquier otra; es una horrible clase de diversión.” (pp. 33-34)  

“¡Qué abismo entre impresión y expresión! Ahí está la ironía de nuestro destino: tener sentimientos shakesperianos y (a menos que tengamos la suerte de uno a mil millones de ser realmente Shakespeare), hablar de ellos como vendedores de automóviles, jovencitas o profesores. Practicamos la alquimia al revés: tocamos oro y lo convertimos en plomo; tocamos la lírica pura de la experiencia y la convertimos en los equivalentes verbales de mondongo y bazofia.” (p. 44)

Pío Baroja
LAS NOCHES DEL BUEN RETIRO (I)
Barcelona, 2006, Tusquets.


 
“Las tertulias de los jardines se hacían y se deshacían con facilidad. En unos días, en unas semanas, o en unos meses se formaban, crecían, y al poco tiempo venía una desbandada general.
    Algunas de aquellas tertulias gozaban de cierto renombre entre los abonados, porque en ellas se distinguía la dama de la aristocracia celebrada por sus joyas, por sus dichos mordaces o por sus aventuras, o algún político con fama de elocuente, de maquiavélico o de florentino.
    Todavía se sentía entusiasmo por la conversación ingeniosa y el lucirse haciendo una frase era un valor que se cotizaba. El tal entusiasmo ha ido desapareciendo y extinguiéndose como si todos tuviéramos el tiempo tasado y creyéramos, a estilo inglés, que éste es dinero.” (p. 23)

“Montes Plaza aseguraba que su inclinación natural era la de ser gandul; ahora, según él, no había podido llegar a ser el gandul puro y perfecto, el vago arquetipo. Muchas veces sentía, según afirmaba, estúpidas veleidades de trabajar y de conseguir éxito y hasta gloria, y esto le desacreditaba en el concepto de los demás.
    Si no hubiera hecho nunca nada, decía, tendría mayor respetabilidad; pero el afán de hacer, el no contentarse con la noble calidad de holgazán y de vago le desconceptuaba por completo.
    No era esto cierto, sino más bien una finta para disimular su ambición oculta.” (p. 29)