E. M. Cioran
EL ACIAGO DEMIURGO (II)
Madrid, 1974, Taurus.
“En el concilio de 1211 contra los Bogomilos se anatematizó a aquellos de entre ellos que sostenían que «la mujer concibe en su vientre con la cooperación de Satán, que Satán permanece allí sin retirarse hasta el nacimiento del niño».
No me atrevo a suponer que el demonio pueda interesarse en nosotros hasta el punto de hacernos compañía durante meses; pero no podría dudar de que hayamos sido concebidos bajo su mirada y de que haya efectivamente asistido a nuestros queridos progenitores.” (p. 73)
“¿No será la nostalgia un signo de envejecimiento precoz? Si esto es cierto, yo soy senil de nacimiento.” (p. 75)
“Todos estamos afectados, tomamos por real lo que no lo es. El viviente, en tanto que tal, es un insensato, ciego por añadidura: incapaz de discernir el lado ilusorio de las cosas, advierte por todas partes lo sólido, lo lleno. En cuanto, por milagro, ve claro, se abre a la vacuidad y se expande en ella. Más rica que la realidad a la que reemplaza, Èsta nace de todo sin el todo, es fundamento y ausencia, variante abismal del ser. Pero quiere la desdicha que la tengamos por una deficiencia; de donde provienen nuestros temores y nuestros fracasos. ¿Qué es, pues, para nosotros? Todo lo más, un diáfano callejón sin salida, un infierno impalpable.” (p. 77)
“En la historia, siempre se está en el umbral de lo peor. Es lo que la hace interesante; lo que hace que se la odie, que no llegue uno a desprenderse de ella.” (pp. 113-11
[Las cursivas pertenecen al texto.]