miércoles, 20 de septiembre de 2023

Pío Baroja
LAS NOCHES DEL BUEN RETIRO (I)
Barcelona, 2006, Tusquets.


 
“Las tertulias de los jardines se hacían y se deshacían con facilidad. En unos días, en unas semanas, o en unos meses se formaban, crecían, y al poco tiempo venía una desbandada general.
    Algunas de aquellas tertulias gozaban de cierto renombre entre los abonados, porque en ellas se distinguía la dama de la aristocracia celebrada por sus joyas, por sus dichos mordaces o por sus aventuras, o algún político con fama de elocuente, de maquiavélico o de florentino.
    Todavía se sentía entusiasmo por la conversación ingeniosa y el lucirse haciendo una frase era un valor que se cotizaba. El tal entusiasmo ha ido desapareciendo y extinguiéndose como si todos tuviéramos el tiempo tasado y creyéramos, a estilo inglés, que éste es dinero.” (p. 23)

“Montes Plaza aseguraba que su inclinación natural era la de ser gandul; ahora, según él, no había podido llegar a ser el gandul puro y perfecto, el vago arquetipo. Muchas veces sentía, según afirmaba, estúpidas veleidades de trabajar y de conseguir éxito y hasta gloria, y esto le desacreditaba en el concepto de los demás.
    Si no hubiera hecho nunca nada, decía, tendría mayor respetabilidad; pero el afán de hacer, el no contentarse con la noble calidad de holgazán y de vago le desconceptuaba por completo.
    No era esto cierto, sino más bien una finta para disimular su ambición oculta.” (p. 29)