miércoles, 20 de septiembre de 2023

Thomas Halliday
OTROS MUNDOS (II)
Barcelona, 2022, Debate.




“El viento trae lluvia desde las alturas en un endemoniado remolino de nubes que oscurece el cielo. Con las primeras gotas, el perezoso levanta la vista, arrastra los pies y continúa alimentándose. La manada de tipoterios comienza a desplazarse al aire libre hacia un terreno arbolado junto a un recodo de la orilla del río para refugiarse. El olor de la tierra mojada crece mientras la percusión combinada de las gotas de lluvia hace murmurar al aire. Pero, bajo el aliento de ese murmullo, hay otro sonido tenue, de agua derramada y movimientos de cascos, que aumenta de volumen hasta convertirse en un clamor. Desde una posición elevada sobre un mezquite, un pájaro lanza su canto con brío y levanta el vuelo, seguido por otros, y la alerta se extiende instantáneamente por la variada manada que hay en el suelo. Los arbustos se estremecen cuando los Eoviscasccia desaparecen con cautela en la seguridad de sus madrigueras.
   Río abajo se oye el restallido de la madera que se quiebra, y, a continuación, llega una ola danzante de tres metros de altura. De la alerta se pasa a la huida, el perezoso gime y se pone a cuatro patas, y los tipoterios se sobresaltan y se dispersan. La riada avanza y, golpeando la curva junto a un árbol, se eleva en el aire sobre la orilla como una masa oscura para desplomarse en el suelo; viene seguida de otra, como si se agitaran densas telas de terciopelo húmedo sobre la hierba. El rítmico deslizamiento del alud de lodo, que se repliega sobre sí mismo como una papilla en ebullición, se desboca, y la suave fuerza del agua se extiende por el paisaje y llena los valles a decenas de metros por segundo. Las delicadas teselas de arcilla del lecho fluvial se rompen en pedazos, los cantos se mueven como si no tuvieran peso, y los troncos de los árboles son arrastrados como si no fueran más que ramas, atrapando, sumergiendo o quebrando todo lo que encuentra a su paso, excavando nuevos caminos en el suelo subyacente y convirtiendo el fondo del valle en una turbulencia encrespada y grisácea.” (pp. 91-92)