Tomás Salvador
LA NAVE
Barcelona, 1974, Plaza y Janés.
“Las luchas y sufrimientos del
hombre apenas significan nada (llenan su historia y se pierden en ella), sin un
significado abstracto, sin una forma evolutiva de pensamiento. Y el escritor
DEBE COMPRENDER que es él quien proporciona dicha fórmula translaticia. Los
egipcios o mayas, por ejemplo, tenían un lenguaje que si bien les permitía
reproducir hechos materiales, no los facultaba para reproducir hechos
inmateriales. O lo que es igual: no podían transmitir sus pensamientos con la
dinámica que requiere la posibilidad evolutiva de la Historia. Dejaron grandes
ruinas, pero poca filosofía. Los arameos, los griegos, ya supieron encontrar un
lenguaje analógico figurado, cuya claridad cogitativa vivirá mientras viva el
hombre. ¿Qué sucedía? Los egipcios, o los mayas, ¿no tenían lenguaje figurativo
analógico porque su estructura mental no se lo permitía, o bien no llegaron a
tener finura mental porque su lenguaje figurado era muy pobre? Como fuere, es
indudable que un egipcio no podría comprender el lenguaje de una novela actual,
mientras que un semita, un griego, un romano, lo entendería perfectamente.” (p.
11)
(La cita pertenece al prólogo del
autor a la obra. Las mayúsculas pertenecen al texto.)