domingo, 20 de mayo de 2012

Tomás Salvador
LA NAVE
Barcelona, 1974, Plaza y Janés.


“Las luchas y sufrimientos del hombre apenas significan nada (llenan su historia y se pierden en ella), sin un significado abstracto, sin una forma evolutiva de pensamiento. Y el escritor DEBE COMPRENDER que es él quien proporciona dicha fórmula translaticia. Los egipcios o mayas, por ejemplo, tenían un lenguaje que si bien les permitía reproducir hechos materiales, no los facultaba para reproducir hechos inmateriales. O lo que es igual: no podían transmitir sus pensamientos con la dinámica que requiere la posibilidad evolutiva de la Historia. Dejaron grandes ruinas, pero poca filosofía. Los arameos, los griegos, ya supieron encontrar un lenguaje analógico figurado, cuya claridad cogitativa vivirá mientras viva el hombre. ¿Qué sucedía? Los egipcios, o los mayas, ¿no tenían lenguaje figurativo analógico porque su estructura mental no se lo permitía, o bien no llegaron a tener finura mental porque su lenguaje figurado era muy pobre? Como fuere, es indudable que un egipcio no podría comprender el lenguaje de una novela actual, mientras que un semita, un griego, un romano, lo entendería perfectamente.” (p. 11)

(La cita pertenece al prólogo del autor a la obra. Las mayúsculas pertenecen al texto.)