jueves, 24 de mayo de 2012

Juan García Hortelano
CUENTOS COMPLETOS
Madrid, 1997, Alfaguara.


“-¿Dónde se encontraba cuando se perpetraron los hechos?
-Si se refiere usted a lo de este mandria, que algún puto, con perdón, me ha dejado a la puerta de mi domicilio para perjudicarme, tengo que referirle que he estado desde el pasado mes y hasta la madrugada de mi regreso, que ha sido hoy, de viaje comercial por una infinidad de localidades, manchegas mayormente, en todas y cada una de las cuales podrá su señoría verificar la honradez de mi declaración. Se lo juro.
-Oiga, no le dé usted el latazo al señor juez.
-Sí, señor, pero uno tiene que clarificar su vida. Como le decía, señor juez, esta noche, de regreso aquí, me he encontrado, muerto y en mi puerta, al marica éste.
-Piojoso, mala lengua, ¿por qué tienes que difamar de marica a mi hombre?
-Porque esa fama tenía, señora. Que rondaba a los anocheceres entre las barracas y andaba con unos y con otros, y tanto los unos como los otros resultaban ser por un casual los tres o cuatro maricones que en todo barrio, por decente que sea, hay.
-¿Y tu madre, desgraciado?
-Mi madre, señora, no era marica.
-Pues sepan todos ustedes que yo, que puedo preciarme por desgracia de haber conocido a muchos, jamás tropecé con un tío más macho que mi Alberto. A lo mejor, bragazas, el sarasón eres tú y ni te atreves.” (p. 477)