sábado, 5 de mayo de 2012


Carmen Posadas
PEQUEÑAS INFAMIAS
Barcelona, 1998, Planeta.


“Las habitaciones de aquellos que han muerto jóvenes son el santuario de la ausencia, pero también el reducto de la cobardía de los vivos. Son pocos los que se atreven a convivir con los recuerdos y asimilarlos al presente. Solamente los más fuertes son capaces de mantener la foto de un hijo muerto en el salón de su casa exponiéndose a las preguntas de los desconocidos y al peso de esa sonrisa infantil siempre idéntica que ignora el transcurso del tiempo. Todos envejecemos mientras que ellos, por comparación, rejuvenecen, haciéndonos sentir culpables por no haber apurado hasta el último segundo su fugaz presencia, por no haber adivinado que alguna vez se irían, dejándolo todo a medias.” (p. 107)