Santiago Ramón y Cajal (III)
REGLAS Y CONSEJOS SOBRE INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
LOS TÓNICOS DE LA VOLUNTAD
Madrid, 2007, Espasa Calpe.
“Se ha expuesto muchas veces el contraste existente entre la figura moral del sabio y la del héroe. Puesto que vivimos en un país que ha sacrificado demasiado en el altar a sus héroes (guerreros, políticos o religiosos), y desamparado cuando no perseguido a sus pensadores más originales, séame permitido exagerar aquí el encomio en contrapuesto sentido. (…) lucha el sabio en beneficio de la Humanidad entera, ya para aumentar y dignificar la vida, ya para ahorrar el esfuerzo humano, ora para acallar el dolor, ora para retardar y dulcificar la muerte. Por el contrario, el héroe sacrifica a su prestigio una parte más o menos considerable de la Humanidad, su estatua se alza siempre sobre un pedestal de ruinas y cadáveres, su triunfo es exclusivamente celebrado por una tribu, por un partido o por una nación, y deja tras sí, en el pueblo vencido, estela de odios y de sangrientas reivindicaciones.” (pp. 60-61)
“Esta nota se escribió en 1916. Hoy, firmada la paz, arruinada Europa, visto el fracaso de la candorosa concepción wilsoniana de la Sociedad de las Naciones, enconado el odio de los pueblos vencidos, que sueñan ya con próximo desquite, miramos con amargo escepticismo todo intento jurídico de paz perpetua. ¡Triste es reconocerlo!, pero todo pueblo, modelado en monarquía o en república, se hace ferozmente imperialista en cuanto puede serlo. ¡Ay de los débiles o de los antipatriotas!” (p. 66; nota a pie de página.)
“Aun en la improbable hipótesis de los Estados Unidos de Europa, o del mundo, el hombre amará siempre con predilección el medio material y moral próximo, es decir, su campanario, su región y su raza, y consagrará solamente un tibio afecto rayano en la indiferencia, al medio lejano. Se ha dicho repetidas veces que la adhesión y el cariño del hombre a las cosas del mundo es inversamente proporcional a la distancia de éstas en el espacio y en el tiempo. Y decimos tiempo, porque la patria no es solamente el hogar y el terruño, es también el pasado y el porvenir, es decir, nuestros antepasados remotos y nuestros descendientes lejanos.” (p. 67)
[Las cursivas pertenecen al texto.]
“Lo contrario de lo que, salvando honrosas excepciones, acontece en España, en donde muchos parecen ocupar un puesto no para desempeñarlo, sino para cobrarlo y tener de paso el gusto de excluir a los aptos.” (p. 98)
“Aun siendo errónea, una hipótesis puede servir eficazmente al progreso con tal que esté basada en nuevas observaciones y marque una dirección original al pensamiento científico. Y en todo caso, la explicación rechazada por falsa siempre tendrá una ventaja: la de restringir, por exclusión, el campo de lo imaginable, eliminando soluciones inaceptables y causas de error.” (p. 128)
“Claro es que semejante optimismo no debe ser ciego, sino avisado y previsor. Lejos del pedante y satisfecho engreimiento característico de muchos funestos políticos y de no pocas orondas sumidades de la cátedra, el buen maestro debe tener plena conciencia de la nacional incultura y de nuestra pobreza científica. Tendrá siempre presente que España está desde hace siglos en deuda con la civilización, y que de persistir en tan vergonzoso abandono, Europa perderá la paciencia y acabará por expropiarnos.” (p. 156)
“Se ha expuesto muchas veces el contraste existente entre la figura moral del sabio y la del héroe. Puesto que vivimos en un país que ha sacrificado demasiado en el altar a sus héroes (guerreros, políticos o religiosos), y desamparado cuando no perseguido a sus pensadores más originales, séame permitido exagerar aquí el encomio en contrapuesto sentido. (…) lucha el sabio en beneficio de la Humanidad entera, ya para aumentar y dignificar la vida, ya para ahorrar el esfuerzo humano, ora para acallar el dolor, ora para retardar y dulcificar la muerte. Por el contrario, el héroe sacrifica a su prestigio una parte más o menos considerable de la Humanidad, su estatua se alza siempre sobre un pedestal de ruinas y cadáveres, su triunfo es exclusivamente celebrado por una tribu, por un partido o por una nación, y deja tras sí, en el pueblo vencido, estela de odios y de sangrientas reivindicaciones.” (pp. 60-61)
“Esta nota se escribió en 1916. Hoy, firmada la paz, arruinada Europa, visto el fracaso de la candorosa concepción wilsoniana de la Sociedad de las Naciones, enconado el odio de los pueblos vencidos, que sueñan ya con próximo desquite, miramos con amargo escepticismo todo intento jurídico de paz perpetua. ¡Triste es reconocerlo!, pero todo pueblo, modelado en monarquía o en república, se hace ferozmente imperialista en cuanto puede serlo. ¡Ay de los débiles o de los antipatriotas!” (p. 66; nota a pie de página.)
“Aun en la improbable hipótesis de los Estados Unidos de Europa, o del mundo, el hombre amará siempre con predilección el medio material y moral próximo, es decir, su campanario, su región y su raza, y consagrará solamente un tibio afecto rayano en la indiferencia, al medio lejano. Se ha dicho repetidas veces que la adhesión y el cariño del hombre a las cosas del mundo es inversamente proporcional a la distancia de éstas en el espacio y en el tiempo. Y decimos tiempo, porque la patria no es solamente el hogar y el terruño, es también el pasado y el porvenir, es decir, nuestros antepasados remotos y nuestros descendientes lejanos.” (p. 67)
[Las cursivas pertenecen al texto.]
“Lo contrario de lo que, salvando honrosas excepciones, acontece en España, en donde muchos parecen ocupar un puesto no para desempeñarlo, sino para cobrarlo y tener de paso el gusto de excluir a los aptos.” (p. 98)
“Aun siendo errónea, una hipótesis puede servir eficazmente al progreso con tal que esté basada en nuevas observaciones y marque una dirección original al pensamiento científico. Y en todo caso, la explicación rechazada por falsa siempre tendrá una ventaja: la de restringir, por exclusión, el campo de lo imaginable, eliminando soluciones inaceptables y causas de error.” (p. 128)
“Claro es que semejante optimismo no debe ser ciego, sino avisado y previsor. Lejos del pedante y satisfecho engreimiento característico de muchos funestos políticos y de no pocas orondas sumidades de la cátedra, el buen maestro debe tener plena conciencia de la nacional incultura y de nuestra pobreza científica. Tendrá siempre presente que España está desde hace siglos en deuda con la civilización, y que de persistir en tan vergonzoso abandono, Europa perderá la paciencia y acabará por expropiarnos.” (p. 156)