¿QUÉ ES EL HOMBRE?
Madrid, 2006, Páginas de Espuma.
“Que nosotros (la humanidad), nos hemos catalogado con un número de cualidades a las que hemos dado nombres que inducen a confusión: Amor, Odio, Caridad, Compasión, Avaricia, Benevolencia, etc. Yo quiero decir que adjudicamos equívocos significados a los nombres. Todos ellos son formas de satisfacción personal, de propia recompensa, pero los nombres de tal forma la desfiguran que desvían nuestra atención del hecho. Hemos introducido también subrepticiamente en el diccionario una palabra que no debía figurar allí en modo alguno: sacrificio de sí mismo. Designa una cosa que no existe. Pero lo peor de todo, es que ignoramos y no mencionamos nunca el Único Impulso que dicta y motiva todos los actos del hombre; la imperiosa necesidad de asegurarse su íntima aprobación personal, en todo caso y a toda costa. A él debemos cuanto somos. Es nuestra respiración, nuestra sangre. Es nuestro único acicate, nuestro látigo, nuestro aguijón, nuestro único poder de impulsión; no tenemos otro. Sin él seríamos meras imágenes inertes, cadáveres; nadie haría nada; no habría progreso; el mundo permanecería inerte. Deberíamos descubrirnos reverentemente cuando se pronunciase el nombre de tan elevado poder.” (p. 69)
“Constantemente estamos oyendo de gentes que andan a la búsqueda de la Verdad. Nunca he encontrado un solo ejemplar (permanente). Creo que no ha existido jamás. Pero he conocido a varios individuos, completamente sinceros, que creían ser unos (permanentes) buscadores de la Verdad. Buscaron con aplicación, persistencia y cuidado, con cautela y profundidad, con un criterio honesto y preciso, hasta que creyeron que sin duda ni vacilación alguna habían encontrado la Verdad. Este fue el fin de la investigación. Estos hombres pasaron el resto de sus vidas recogiendo maderas para proteger su Verdad de las inclemencias del tiempo. Si un hombre andaba buscando la Verdad en política la encontró en uno de los cien evangelios políticos que gobiernan al hombre en la tierra; si buscaba la Única Religión Verdadera, la encontró en una u otra de las tres mil que existen en el mercado. En todo caso, cuando dio con la Verdad, ya no buscó más, sino que a partir de ese día con el soldador en una mano y un garrote en la otra, remendó sus grietas y discutió con sus enemigos. Ha habido innumerables investigadores de la Verdad. ¿Pero habéis oído de alguno permanente? Dada la naturaleza del hombre es imposible que exista tal persona.” (pp. 84-85)
[Las cursivas pertenecen a la cita.]
“V.— ¿Está la mente ejercitando una función intelectual cuando examina y acepta la evidencia de que la tierra es redonda?
J.— Sí.
V.— ¿Está ejercitando una función intelectual cuando lamenta la pérdida de vuestro padre?
J.— No. Esta función no es intelectual, no es trabajo cerebral, es asunto de sentimiento.
V.— En este caso el origen no está en vuestra mente, sino en vuestro ser moral. ¿No es así?
J.— Tengo que admitir esto.
V.— ¿Es vuestra mente una parte de vuestro conjunto físico?
J.— No: es independiente de él: es espiritual.
V.— ¿Siendo espiritual no puede ser afectada por influencias físicas?
J.— No.
V.— ¿Permanece la mente sobria cuando el cuerpo está ebrio?
J.— No.
V.— ¿Hay en este caso un efecto físico?
J.— Eso parece.
V.— De la fractura de un cráneo puede resultar para una mente la pérdida de la razón. ¿Cómo podría suceder esto si la mente es espiritual e independiente de influencias físicas?
J.— Lo ignoro.” (pp. 133-134)
[Las cursivas pertenecen a la cita.]
“Existen un millar de religiones, tosca y desarrolladas, y toda clase de gobiernos que se puedan idear, desde el más feroz al más benévolo; todas las naciones lo saben y sin embargo, aseguran tener la única religión verdadera y el único sano sistema de gobierno y cada una de ellas desprecia el de las demás; todas ellas proceden estúpidamente sin sospecharlo, todas ellas están orgullosas de su imaginaria superioridad, todas completamente convencidas de que son las elegidas del Señor, todas están provistas de una confianza inconmovible, pidiéndole a Dios que las dirija en tiempo de guerra y todas quedan sorprendidas cuando éste se va con el enemigo, pero por costumbre todo se lo explican y vuelven a las preces.” (pp. 145-146)
[Las cursivas pertenecen a la cita.]