lunes, 18 de enero de 2016

Alejo Carpentier
EL RECURSO DEL MÉTODO
Madrid, 1974, Siglo XXI.



“A las amables ampolletas de cloruro de etilo destinadas a poner como un dedo de hielo en el escote de las mujeres, sucedieron las bombas lacrimógenas, pasmoso invento, ahora estrenado por las fuerzas policiales; la caballería cargó, al azar, contra farándulas y alegorías; el chillido de los matasuegras y cornetas de cartón se transformó en gritos de atropellados y sableados, y, en pánico trastrueque de formas y de colores, fueron sustituidos los disfraces por uniformes militares. Un tornasol de pintas se neutralizó en doble gama de añil y arena. Por fulminante disposición presidencial quedaron suspendidos los carnavales y la Prisión Modelo se llenó de máscaras. Y hubo aullidos y estertores, y garrotes apretados, y fresas de dentista girando en muelas sanas, y palos y latigazos, y sexos taconeados, y hombres colgados por tobillos y muñecas, y gentes paradas durante días sobre ruedas de carretas, y mujeres desnudas, corridas a cintarazos por los corredores, despatarradas, violadas, de pechos quemados, de carnes penetradas con hierros al rojo; y hubo fusilamientos fingidos y fusilamientos de verdad, salpicaduras de sangre y plomo de máuseres en las paredes de reciente construcción, aún olientes a mezclas de albañil; y hubo defenestraciones, estrapadas, enclavamientos, y gente trasladada al Gran Estadio Olímpico donde había mejor espacio para ametrallar en masa —evitándose, así, la pérdida de tiempo que significaba la formación de pelotones y piquetes de ejecución; y hubo también aquellos que, metidos en grandes cajas rectangulares, fueron recubiertos de cemento, en tal forma que los bloques acabaron por alinearse al aire libre, a un costado de la cárcel, tan numerosos que pensaron los vecinos que se trataba de materiales de cantería destinados a futuras ampliaciones del edificio… (Y transcurrieron muchos años antes de que se llegase a saber que cada uno de esos bloques encerraba un cuerpo disfrazado y enmascarado, moldeado por la dura materia que lo envolvía —perfecta inscripción de una estructura humana dentro de un sólido).” (pp. 208-209)