Saul Bellow
LAS MEMORIAS DE MOSBY Y OTROS RELATOS
Barcelona, 1979, Destino.
“(...) que en 1947, cuando vivía en París, conoció a mucha gente original. Conoció al Comte de la Mine-Crevée, que albergó a Gary Davis, el Ciudadano del Mundo, después de haber quemado públicamente este ciudadano mundial su pasaporte. Conoció a Mr. Julián Huxley en la UNESCO. Discutió de teorías sociales con Lévy-Strauss, pero no le invitaron a cenar, pues comieron en el Musée de l'Homme. Sartre se negó a recibirle; creía que todos los norteamericanos, exceptuando a los negros, eran agentes secretos. Mosby, por su parte, sospechaba que todos los rusos que vivían en el extranjero trabajaban para la G.P.U. Sabía bien el francés, y extraordinariamente el español. El alemán lo hablaba muy bien. Pero los franceses no saben ver la originalidad en los extranjeros. Ésta es la maldición de una vieja civilización. Es un planeta más pesado. Sus mejores mentes han de duplicar su energía para vencer el campo gravitatorio de la tradición. Sólo unos pocos lograrán volar. Sí, volar para apartarse de Descartes. Salir volando de los anacronismos políticos de la izquierda, del centro y de la derecha, persistentes desde 1789. A Mosby le parecían estos franceses excesivamente banales. Por su parte, los franceses le encontraban a él flaco y tieso, bien vestido, elegante y seco, con buena piel occidental, ojos claros, nariz fuerte, hermosa boca , y con viriles arrugas. Un type sec.” (p. 209)
[La cita pertenece al relato Las memorias de Mosby. El texto presenta una errata: se refiere, incorrectamente, al pacifista Garry Davis como Gary Davis, omitiendo una erre en el nombre de pila. La cursiva pertenece al texto.]
LAS MEMORIAS DE MOSBY Y OTROS RELATOS
Barcelona, 1979, Destino.
“(...) que en 1947, cuando vivía en París, conoció a mucha gente original. Conoció al Comte de la Mine-Crevée, que albergó a Gary Davis, el Ciudadano del Mundo, después de haber quemado públicamente este ciudadano mundial su pasaporte. Conoció a Mr. Julián Huxley en la UNESCO. Discutió de teorías sociales con Lévy-Strauss, pero no le invitaron a cenar, pues comieron en el Musée de l'Homme. Sartre se negó a recibirle; creía que todos los norteamericanos, exceptuando a los negros, eran agentes secretos. Mosby, por su parte, sospechaba que todos los rusos que vivían en el extranjero trabajaban para la G.P.U. Sabía bien el francés, y extraordinariamente el español. El alemán lo hablaba muy bien. Pero los franceses no saben ver la originalidad en los extranjeros. Ésta es la maldición de una vieja civilización. Es un planeta más pesado. Sus mejores mentes han de duplicar su energía para vencer el campo gravitatorio de la tradición. Sólo unos pocos lograrán volar. Sí, volar para apartarse de Descartes. Salir volando de los anacronismos políticos de la izquierda, del centro y de la derecha, persistentes desde 1789. A Mosby le parecían estos franceses excesivamente banales. Por su parte, los franceses le encontraban a él flaco y tieso, bien vestido, elegante y seco, con buena piel occidental, ojos claros, nariz fuerte, hermosa boca , y con viriles arrugas. Un type sec.” (p. 209)
[La cita pertenece al relato Las memorias de Mosby. El texto presenta una errata: se refiere, incorrectamente, al pacifista Garry Davis como Gary Davis, omitiendo una erre en el nombre de pila. La cursiva pertenece al texto.]