jueves, 28 de enero de 2016


Eckhart Tolle
EL PODER DEL AHORA
Móstoles, 2001, Gaia.



“Ahora, considera esta idea: si no hubiera más que silencio, el silencio mismo no existiría para ti; no sabrías qué es. Sólo cuando aparece el sonido puede existir el silencio. Asimismo, si sólo hubiera espacio y no hubiera ningún objeto en él, tampoco existiría para ti. Imagina que eres un punto de conciencia flotando en la enormidad del espacio: no hay estrellas, no hay galaxias, sólo vacío. De repente, el espacio dejaría de ser tan vasto; ya no sería en absoluto. No habría velocidad, ni movimiento de un punto a otro. Para que existan el espacio y la distancia se necesitan al menos dos puntos de referencia. El espacio se genera en el momento en el que el Uno se convierte en dos, y a medida que el «dos» da lugar a las «diez mil cosas», como Lao Tse llama al mundo manifestado, el espacio se amplía más y más. De modo que mundo y espacio surgen simultáneamente.
Nada podría ser sin espacio; sin embargo, el espacio no es algo. Antes de que el universo llegara a ser, antes del «big bang», no había un enorme espacio vacío esperando ser llenado. No había espacio porque no había ninguna cosa. Sólo estaba lo No Manifestado, el Uno. Cuando el Uno se convirtió en «las diez mil cosas», el espacio pareció presentarse repentinamente permitiendo la existencia de la multiplicidad. ¿De dónde vino? ¿Fue creado por Dios para acomodar el universo? Por supuesto que no. El espacio no es algo, de modo que nunca fue creado.
Sal a pasear una noche clara y echa una mirada al cielo. Los miles de estrellas que ves a simple vista no son más que una fracción infinitesimal de lo que hay ahí fuera. Los telescopios más potentes ya han conseguido detectar mil millones de galaxias, y cada una de ellas es un «universo aislado» que contiene miles de millones de estrellas. Sin embargo, aún es más imponente la infinitud del espacio mismo, la profundidad y la quietud que permite ser a toda esa magnificencia. Nada podría ser más majestuoso e imponente que la inconcebible enormidad y quietud del espacio, y sin embargo, ¿qué es? Vacío, un gran vacío.” (pp. 144-145)
[La cursiva pertenece al texto.]

“Todas las adicciones surgen de una negativa inconsciente a encarar y traspasar el propio dolor. Todas las adicciones empiezan con dolor y terminan con dolor. Cualquiera que sea la sustancia que origine la adicción —alcohol, comida, drogas legales o ilegales, o una persona—, estás usando algo o a alguien para encubrir tu dolor. Por eso hay tanto dolor e infelicidad en las relaciones en cuanto pasa la primera euforia. Las relaciones mismas no son la causa del dolor y de la infelicidad, sino que sacan a la superficie el dolor y la infelicidad que ya están en ti. Todas las adicciones lo hacen. Llega un momento en que la adicción deja de funcionar y sientes el dolor con más intensidad que nunca.
Ésta es la razón por la que la mayoría de la gente siempre está intentando escapar del momento presente y buscar la salvación en el futuro. Si concentrasen su atención en el ahora, lo primero que encontrarían sería su propio dolor, y eso es lo que más temen.” (p. 155)
[La cursiva pertenece al texto.]