Carlos Díaz
TREINTA NOMBRES PROPIOS (Las figuras del personalismo)
Madrid, 2002, Fundación Emmanuel Mounier.
“La filosofía, si no lleva a la liberación del sujeto pensante y de su entorno, y si no radicaliza las preguntas humanas, es pasatiempo para que burgueses curriculistas vuelvan al vómito como la puerca lavada: hacen de cualquier hablar-sobre un curriculum-para. Pero la filosofía es para tener hijos con la realidad, y no con Doña Bibliografía. Es referirse a lo que es, y no a la opinión sobre lo que se dice que es. Empero, parece que los pocos que son conscientes de esta realidad han decidido adaptarse a ella. En las universidades, por ejemplo, excepciones aparte, los pocos que comprenden lo que está pasando utilizan el viejo truco de elaborar teorías oscuras y complejas para complicarlo todo, alegando que en la presente coyuntura no caben tratamientos simplistas; sin embargo, lo realmente simplista son esas teorías ininteligibles e inútiles, gracias a las cuales se celebran sin embargo interminables simposios del tipo te-invito-para-que-tu-universidad-me-invite, turismo cursi a cargo de los pobres. Señores míos, si todo os parece tan irresoluble, ¿para qué organizáis tantos foros, saraos y convenciones con cargo a los presupuestos generales del Estado, reunión de pastores ovejas muertas?
Los parámetros de un sistema sólo pueden ser controlados desde un sistema de mayor complejidad, pero no de mayor oscuridad. Y si esto ocurre en la universidad, en los demás centros neurálgicos (sindicatos, partidos, etc.) la dialéctica suele consistir también en no plantar cara, limitándose cual fragmentos particulares a buscar acomodo egoísta para solucionar los problemas de los propios afiliados, es decir, para quienes ya tienen empleo, para quienes ya están en Europa, etc; en definitiva, para quienes disponen de sus respectivos nichos ecológicos en los que superviven mediante una adaptación funcional a los mecanismos del poder, mecanismos cada vez en mayor medida mecanicismos engullidores. En definitiva, tiempo de la servidumbre voluntaria, esa que ha sustituido las fiestas universales y solemnes por festejos gremiales, yendo también en eso del internacionalismo al tribalismo. Y, mientras tanto, las multinacionales del Imperio cabalgan.” (p. 87)
[La cita proviene del capítulo 16, dedicado al pensamiento y vida de Ignacio Ellacuría.]
TREINTA NOMBRES PROPIOS (Las figuras del personalismo)
Madrid, 2002, Fundación Emmanuel Mounier.
“La filosofía, si no lleva a la liberación del sujeto pensante y de su entorno, y si no radicaliza las preguntas humanas, es pasatiempo para que burgueses curriculistas vuelvan al vómito como la puerca lavada: hacen de cualquier hablar-sobre un curriculum-para. Pero la filosofía es para tener hijos con la realidad, y no con Doña Bibliografía. Es referirse a lo que es, y no a la opinión sobre lo que se dice que es. Empero, parece que los pocos que son conscientes de esta realidad han decidido adaptarse a ella. En las universidades, por ejemplo, excepciones aparte, los pocos que comprenden lo que está pasando utilizan el viejo truco de elaborar teorías oscuras y complejas para complicarlo todo, alegando que en la presente coyuntura no caben tratamientos simplistas; sin embargo, lo realmente simplista son esas teorías ininteligibles e inútiles, gracias a las cuales se celebran sin embargo interminables simposios del tipo te-invito-para-que-tu-universidad-me-invite, turismo cursi a cargo de los pobres. Señores míos, si todo os parece tan irresoluble, ¿para qué organizáis tantos foros, saraos y convenciones con cargo a los presupuestos generales del Estado, reunión de pastores ovejas muertas?
Los parámetros de un sistema sólo pueden ser controlados desde un sistema de mayor complejidad, pero no de mayor oscuridad. Y si esto ocurre en la universidad, en los demás centros neurálgicos (sindicatos, partidos, etc.) la dialéctica suele consistir también en no plantar cara, limitándose cual fragmentos particulares a buscar acomodo egoísta para solucionar los problemas de los propios afiliados, es decir, para quienes ya tienen empleo, para quienes ya están en Europa, etc; en definitiva, para quienes disponen de sus respectivos nichos ecológicos en los que superviven mediante una adaptación funcional a los mecanismos del poder, mecanismos cada vez en mayor medida mecanicismos engullidores. En definitiva, tiempo de la servidumbre voluntaria, esa que ha sustituido las fiestas universales y solemnes por festejos gremiales, yendo también en eso del internacionalismo al tribalismo. Y, mientras tanto, las multinacionales del Imperio cabalgan.” (p. 87)
[La cita proviene del capítulo 16, dedicado al pensamiento y vida de Ignacio Ellacuría.]