Ken Wilber (ed.)
CUESTIONES CUÁNTICAS: escritos místicos de los físicos más famosos
del mundo (II)
Barcelona, 2007, Kairós.
“Hablando sin metáforas, tenemos que confesar que nos vemos aquí enfrentados a una de esas típicas antinomias que provienen del hecho de no haber conseguido aún plasmar una perspectiva lo suficientemente comprensible sobre el mundo, que incluya a la propia mente, creadora de la imagen del mundo: de manera que la mente no encuentra sitio en ella. Y el intento de introducirla a la fuerza genera necesariamente, después de todo, algunos absurdos.
(...)
Ese absoluto silencio de todas nuestras investigaciones científicas, en torno a las cuestiones relativas al significado y finalidad globales de todo cuanto sucede, resulta de lo más doloroso. Cuanto más atentamente lo contemplamos, más absurdo y sin sentido nos parece. Evidentemente, todo ese espectáculo sólo adquiere un sentido en relación con una mente capaz de contemplarlo. Pero todo lo que la ciencia nos dice de esta relación es manifiestamente absurdo: como si la mente hubiera sido sólo un producto de ese mismo espectáculo que estamos contemplando, y estuviera condenada a desaparecer con él cuando el sol acabe finalmente por enfriarse y la tierra se haya convertido en un desierto de nieve y hielo. ” (pp. 139-140)
“Los intelectuales de nuestros días no estamos acostumbrados a admitir una analogía fundada en imágenes como argumento a favor de una intuición filosófica; necesitamos fundarnos en deducciones lógicas. Pero, en contra de esto, tal vez le resulte posible al pensamiento lógico descubrir al menos esto: que intentar captar o comprender el fundamento de los fenómenos a través del pensamiento lógico probablemente resulta imposible, ya que el propio pensamiento lógico de por sí forma parte de los fenómenos y está absolutamente implicado en ellos; podemos preguntarnos si, en este caso, seguimos estando obligados a no tratar de formarnos una imagen alegórica de la situación, a causa de la imposibilidad de probar la exactitud de su correspondencia con la realidad.” (pp. 147-148)
[Las citas pertenecen a textos de Erwing Schrödinger.]