Ken Wilber (ed.)
CUESTIONES CUÁNTICAS: escritos místicos de los físicos más famosos
del mundo (III)
Barcelona, 2007, Kairós.
“En mi opinión, las leyes a las que obedece la naturaleza sugieren menos aquellas a las que obedece el movimiento de una máquina, que aquellas a las que se ajusta un músico al componer una fuga, o un poeta al componer un soneto. Los movimientos de los átomos y de los electrones se parecen más a los de los bailarines en un cotillón, que a los de las diversas partes de una locomotora. Y si «la verdadera esencia de las sustancias» no puede llegar a ser conocida jamás, entonces no importa si el baile del cotillón tiene lugar en la vida real, o en la pantalla del cine, o en un cuento de Boccaccio. Si todo es así, entonces la mejor forma de describir el universo, aunque todavía muy imperfecta e inadecuada, consiste en considerarlo con un pensamiento puro, como el pensamiento de quien, a falta de otro concepto más abarcativo, podríamos describir como un pensador matemático.” (p. 187)
“En resumen, las fórmulas matemáticas son incapaces de decirnos lo que las cosas son, sino solamente cómo se comportan; su forma de especificar un objeto es únicamente describir sus propiedades. Y no es posible que éstas coincidan in toto con las propiedades de ninguno de los objetos macroscópicos de nuestra vida cotidiana.” (p. 195)
[Las citas pertenecen a textos de James Jeans.]
“Pero la humanidad tiene necesidad de orientaciones fundamentales en su existencia cotidiana, y esa necesidad es mucho más acuciante que el ansia de conocimiento científico. A menudo, un simple hecho tiene muchos más significados para un ser humano que toda la sabiduría del mundo junta. Y por ello debe de haber otra fuente de orientación distinta de la mera dotación intelectual. La ley de causalidad es el principio orientador de la ciencia, pero el Imperativo Categórico —es decir, el dictado del deber— es el principio orientador de la vida.” (pp. 209-210)
“Quien está manejando un montón de resultados obtenidos de un proceso experimental debe representarse imaginativamente la ley que anda persiguiendo. Luego debe encarnarla en unas hipótesis imaginarias. La facultad de razonar por sí sola no le va a ayudar a dar un solo paso adelante, pues de un caos de elementos no puede surgir orden alguno, a menos que intervenga la cualidad creadora de la mente, que es capaz de construir el orden por un proceso sistemático de eliminación y selección. Una y otra vez, el plan imaginativo sobre el que se intenta construir ese orden se viene abajo, y entonces tenemos que intentar otro plan. Esa capacidad de visión imaginativa y de fe en el éxito final son indispensables. El puro racionalismo no tiene sitio aquí.” (pp. 211-212)
[Las citas pertenecen a textos de Max Planck.]