miércoles, 5 de marzo de 2025

David Graeber y David Wengrow
EL AMANECER DE TODO. UNA NUEVA HISTORIA DE LA HUMANIDAD (I)
Barcelona, 2022, Ariel.

 

“En los años comprendidos entre 1703 y 1751, la crítica indígena a la sociedad europea tuvo un enorme impacto en el pensamiento europeo. Las que comenzaron como extendidas expresiones de disgusto e indignación por parte de los americanos, expuestos por primera vez a las costumbres europeas, acabo evolucionando, a lo largo de mil discusiones llevadas a cabo en docenas de idiomas, del portugués al ruso, en un debate acerca de la naturaleza de la autoridad, la decencia, la responsabilidad social y, por encima de todo, la libertad. Cuando a los observadores franceses les quedo claro que la mayoría de los indígenas americanos veían la autonomía individual y la libertad de acción como valores máximos —organizando sus vidas de tal modo que minimizaban las posibilidades de que un ser humano fuese subordinado a la voluntad de otro, y viendo, en consecuencia, la sociedad francesa como, esencialmente, una de esclavos díscolos—reaccionaron de varias maneras diferentes.
   Algunos, como los jesuitas, condenaron de entrada el principio mismo de libertad. Otros—colonos, intelectuales y miembros del público lector en Europa— lo acabaron considerando una proposición social provocadora y atractiva (sus conclusiones al respecto, por cierto, no guardaban relación alguna en cuanto a sus sentimientos hacia las poblaciones indígenas, cuyo exterminio veían a menudo con buenos ojos, aunque, para ser justos, había individuos a ambos lados de la división intelectual firmemente opuestos a las agresiones contra pueblos extranjeros). En realidad, la critica indígena a las instituciones europeas se percibía como algo tan poderoso que todos aquellos que objetaban las disposiciones sociales y económicas existentes solían emplearla como su arma favorita: un juego, como hemos visto, al que se prestaron la mayoría de los grandes filósofos de la Ilustración.
   A lo largo de ese proceso —y ya hemos visto como sucedía esto con Lahontan y Kondiaronk—, un debate acerca de la libertad se fue convirtiendo, cada vez más, en un debate acerca de la igualdad. Por encima de todo, no obstante, todas estas menciones a la sabiduría de los «salvajes» eran aún modos de desafiar la arrogancia de la autoridad recibida: la certeza medieval que mantenía que los juicios de la Iglesia y el establishment  que se apoyaba en ellos, tras haber aceptado la versión correcta del cristianismo, eran necesariamente superiores a los de cualquier otro en el planeta.” (pp. 82-83)

[Lahontan (1666- antes de1716), en realidad, Louis Armand de Lom d'Arce, fue un militar y etnógrafo francés. Su obra se halla referida, principalmente, a las etnias indígenas iroquesas. Kondiaronk, por su parte, fue un jefe indio iroqués, célebre por su inteligencia política y sus sensatas opiniones acerca de la organización social de los pueblos.]