miércoles, 5 de marzo de 2025

J. A. Hobson
ESTUDIO DEL IMPERIALISMO
Madrid, 1981, Alianza Editorial.

 

“Sin embargo, hay quien alaba al imperialismo porque dice que, al romper las mezquinas fronteras de las nacionalidades, posibilita y fomenta el internacionalismo. Y para otros incluso resulta una política que debe apoyarse, sin que importe mucho que el imperialismo destruya las nacionalidades pequeñas en beneficio de las mayores, porque creen que de esa forma podrá llegarse de modo natural a una federación mundial y a una situación de paz permanente. Sería difícil formarse una idea más falsa de la evolución política del mundo. Efectivamente, si hay alguna condición para llegar a un verdadero internacionalismo o para establecer relaciones estables entre los Estados es, precisamente, que existan naciones fuertes, no amenazadas, bien desarrolladas y responsables. La destrucción o la anexión forzada de las naciones nunca será beneficiosa para la causa del internacionalismo porque ese tipo de acciones tienen efectos desastrosos en los mecanismos del internacionalismo. Por una parte, hace que las naciones se preparen para la guerra e imposibilitan las actitudes amistosas entre ellas; por la otra, debilita a las naciones mayores por exceso de corpulencia y por indigestión. Si algo es bueno para que un día llegue el internacionalismo es, antes que nada, la conservación y el crecimiento natural de las nacionalidades independientes, ya que sin ellas no habrá una evolución gradual hacia el internacionalismo, sino sólo una serie de intentos fracasados de llegar a un cosmopolitismo caótico e inestable. De igual manera que el individualismo es esencial para que exista un socialismo nacional sano, el nacionalismo es, igualmente, fundamental para que exista el internacionalismo. La política mundial no podrá entenderse de manera orgánica a partir de otros supuestos.” (pp. 326-327)