domingo, 4 de mayo de 2025

Javier Cacho
NANSEN, MAESTRO DE LA EXPLORACIÓN POLAR (II)
Madrid, 2017, Fórcola.

 

“Ni siquiera salían fuera a estirar las piernas. Tenían las ropas tan desgastadas que les abrigaban muy poco y, además, del glaciar cercano bajaban ráfagas de viento tan fuertes que un día se llevaron rodando unos de los kayaks a más de cien metros de distancia. Sólo las auroras les hacían abandonar su cubículo para dejarse envolver por esas fantasmales pinceladas de luz de colores que formaban sobre sus cabezas ondulantes cortinas; silenciosas, flotaban etéreas llenando aquellos parajes yermos de vida para, después de un largo baile, disolverse en el cielo negro cuajado de millones de estrellas. Durante el tiempo que podían aguantar la mordedura del frío, permanecían fuera viendo la lluvia de rayos rojos y violetas que parecían proceder de una explosión cósmica, o la cascada de luz verde surgida de la nada que se extendía de un extremo a otro del campo visual y que los emocionaba en lo más profundo de sus almas, tan martirizadas por el desaliento y la soledad.” (p. 282)