domingo, 4 de mayo de 2025

Mark Twain
CARTAS DESDE LA TIERRA (II)
Madrid, 2006, Trama.


“La historia humana de todos los tiempos aparece teñida de sangre, repleta de odio y manchada de crueldad; no obstante, desde los tiempos bíblico al menos, se ha observado siempre algún tipo de límite al respecto. Incluso la Iglesia, a la que se atribuye haber derramado desde el comienzo de su supremacía más sangre inocente que todas las guerras políticas juntas, ha practicado una suerte de moderación. En cambio, fijaos que cuando el Señor Dios del Cielo y de la Tierra, el adorado Padre de los Hombres va a la guerra, no conoce límites. Él, a quien llaman Fuente de toda piedad, es completamente despiadado. ¡No hace más que matar y matar! A todos los hombres, a todas las bestias, a todos los niños, a todos los bebés, y también a todas las mujeres y todas las niñas, salvo las que no hayan sido desfloradas.
   No distingue entre inocentes y culpables. Aquellos bebés eran inocentes, las bestias eran inocentes, muchos de los hombres, las mujeres, los niños y las niñas eran inocentes, y aún así tuvieron que sufrir con los culpables. Lo único que el demente Padre deseaba era sangre y padecimiento; le era indiferente de quién proviniera.” (CARTA XI; pp. 94-95)