lunes, 23 de abril de 2012


Enrique Vila-Matas
BARTLEBY Y COMPAÑÍA
Barcelona, 2000, Anagrama.


“Cuando le preguntaban por qué ya no escribía, Rulfo solía contestar:
-Es que se me murió el tío Celerino, que era el que me contaba las historias.
Su tío Celerino no era ningún invento. Existió realmente. Era un borracho que se ganaba la vida confirmando niños. Rulfo le acompañaba muchas veces y escuchaba las fabulosas historias que éste le contaba sobre su vida, la mayoría inventadas. Los cuentos de El llano en llamas estuvieron a punto de titularse Los cuentos del tío Celerino. Rulfo dejó de escribir poco después de que éste muriera. La excusa del tío Celerino es de las más originales que conozco de entre todas las que han creado los escritores del No para justificar su abandono de la literatura.” (pp. 16-17)