domingo, 26 de febrero de 2012

William Faulkner
LUZ DE AGOSTO
Madrid, 2010, Alfaguara.


"Fue más tarde cuando se dijo: <<Ahora sé que lo que convierte en imbécil a un hombre es su incapacidad para seguir los buenos consejos que se da a sí mismo>>." (p. 240)

"pues una de las más felices facultades de la mente humana es la de poder ignorar lo que la conciencia se niega a asimilar." (p. 301)

"Y vio que se le abría una vida sin complejidad e inevitable como un pasillo desierto. Ahora se sentía completamente libre, sin tener que decidir ni que pensar. Y la carga que asumía y que habría de llevar era tan brillante, tan liviana y tan marcial como el cobre de sus insignias. Una fe sublime e implícita en el valor físico y en la obediencia ciega, en la convicción de que la raza blanca es superior a todas las demás razas, y de que la raza americana es superior a todas las demás razas blancas, y de que el uniforme americano es superior a todos los hombres, y de que lo único que se le exigiría en pago de su creencia, de ese privilegio, sería su propia vida." (p. 393)

"qué falso puede ser el más profundo de todos los libros cuando se pretende aplicarlo a la vida." (p. 419)

"Le parece que siempre ha visto eso: que lo que destruye a la Iglesia no es el esfuerzo de los que tratan a tientas de entrar en ella o salir de ella, sino los profesionales que la controlan y que han quitado las campanas de los campanarios. Le parece ver los campanarios, innumerables, desordenados, vacíos simbólicos, helados, apuntando hacia el cielo, no en señal de éxtasis ni de pasión, sino de abjuración, de amenaza, de maldición. Le parece ver todas las iglesias del mundo como una muralla, como una de esas barricadas de la Edad Media, erizadas de estacas, muertas y puntiagudas; como una muralla alzada contra la verdad y contra esa paz, tan abierta al pecado como al perdón, que es la vida del hombre." (p. 424)
Joseph Pérez
MITOS Y TÓPICOS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA Y AMÉRICA
Madrid, 2006, Algaba.


"El pobre, en las sociedades del Antiguo Régimen, es el que no tiene más recursos que su fuerza de trabajo y está obligado a alquilarla para vivir y dar de comer a su familia. Debe trabajar o mendigar. Por lo tanto, la pobreza nos remite a la noción de trabajo, casi siempre como una fatalidad degradante. Los moralistas condenan la ociosidad, pero distinguen entre actividad (obrar) y trabajar; todos deben tener ocupación; sólo los pobres están obligados a tener ocupación (4). Despreciado durante mucho tiempo como una consecuencia del pecado original, el trabajo empieza a ser rehabilitado a partir del siglo XIII, con la recuperación de las actividades económicas. El giro se produce tras la devastación de la peste negra: cuando surge la urgencia de recuperar los campos, se exalta las virtudes del trabajo productivo. Es entonces cuando la ociosidad y la mendicidad se presentan cada vez con más frecuencia como plagas sociales y morales. El pobre es percibido como un criminal en potencia. La negativa a trabajar es comparada con un delito y se empieza a distinguir entre los mendigos verdaderos y los falsos. En Castilla, un texto de Juan I (1387) autoriza a los particulares a detener a los vagabundos y a ponerlos a trabajar durante un mes sin pagarles ningún salario. La actitud de la Iglesia es ambigua. Reconoce la importancia del trabajo, pero mantiene la superioridad de la vida contemplativa sobre la vida activa; considera la mendicidad profesional como un pecado, pero sigue afirmando que dar limosna es una obligación a la que los ricos no pueden sustraerse; convierte la mendicidad voluntaria en un signo de perfección: ¿cómo podrían los cristianos no acoger favorablemente a todos los que tienden la mano cuando ven a las órdenes religiosas, las llamadas precisamente órdenes mendicantes, hacer el voto de vivir de la caridad pública? A finales de la Edad Media se oscila entre dos actitudes: o bien se ve en la pobreza una virtud y en el mendigo la imagen de Cristo, o bien se la juzga degradante y muy pronto peligrosa:"

(4): "A subrayar esta frase de Francisco de Osuna, citada por Anne Roudié-Milhou: <<Dios mandó al hombre rico que obrase y no le dijo que trabajase, que esto pertenece a los pobres.>>" (p. 113)

viernes, 24 de febrero de 2012


Arthur Golden
MEMORIAS DE UNA GEISHA
Madrid, 2007, Santillana.


 “La casa en la que vivíamos en el pequeño puerto de Yoroido era una <<casita piripi>>, como la llamaba yo entonces. Estaba junto a un acantilado donde soplaba constantemente el viento del océano. De niña, pensaba que el mar estaba siempre acatarrado, porque jadeaba constantemente, salvo cuando se quedaba como sin respiración, antes de soltar uno de sus grandes estornudos –lo que equivale a decir que pronto soplaban ráfagas tremendas acompañadas de agua de mar pulverizada-. Decidí que nuestra casita se habría ofendido de que el océano le estornudara en la cara cada dos por tres y empezó a torcerse para quitarse del medio. Probablemente hubiera terminado derrumbándose de no ser porque mi padre la apuntaló con un madero que rescató de un barco de pesca naufragado. De este modo, la casa parecía un viejo borracho apoyado en una muleta.” (p. 17)

“Mi madre siempre decía que se había casado con mi padre porque ella tenía demasiada agua en su personalidad y mi padre demasiada madera en la suya. El agua mana veloz de un sitio a otro y siempre encuentra una rendija por la que salir. La madera, por su parte, se agarra fuerte a la tierra. En el caso de mi padre esto era bueno, porque era pescador, y un hombre con madera en su personalidad se encuentra cómodo en el mar. En realidad, mi padre se encontraba mejor en el mar que en cualquier otro sitio, y nunca se alejaba mucho de él. Olía a mar incluso después de lavarse.” (p. 18)
Diego de Torres Villarroel
VIDA
Madrid, 1972, J. Pérez del Hoyo Editor.


"que las más veces se hallará debajo de una reputación desmesurada de sabiduría y experiencia, un idiota terco, un hablador vacío, un misterioso extravagante, un impertinente caprichudo, o un maulón ponderado con las letras tan garrafales como las mías, y, revuelto con el capote del Deo gracias y el Dios sobre todo, un bergante, comilón, ocioso, repleto de avaricia y lujuria. Las poblaciones altas y bajas verbenean en tontos y embusteros; y los más relamidos de ciencia y devoción son unos fantasmones, que estudian en deslumbrarnos para que no sea columbrada su ambición, su gula y su pereza. No hay desengaño más feliz, que hurgarles su estudio, su melancolía, su gravedad, su retiro y su encogimiento, y a pocos tirones saldrá claro y patente el negocio, el vicio y la vanagloria, la soberbia y otros enredos, que estaban tapados con el nebuloso cortinón de unas revelaciones, arrebatamientos y parolas sombrías y aparentes." (pp. 195-196)

domingo, 19 de febrero de 2012


Álvaro Mutis
EMPRESAS Y TRIBULACIONES DE MAQROLL EL GAVIERO
Madrid, 2001, Alfaguara.


"No era para él novedad alguna esta manera sumaria de liquidar a los indeseables. En cuanto a mí, debo confesar que después del primer escalofrío que me recorrió la espalda, muy pronto olvidé el asunto. Ahora que vuelvo a pensar en ello, me doy cuenta de que el sentido que se embota primero, a medida que la vida se nos va viniendo encima, es el de la piedad, la tan traída y llevada solidaridad humana que jamás ha significado para mí nada concreto. Se la menciona en circunstancias de pasajero pánico. Entonces pensamos más bien en el apoyo de los demás y no en el que nosotros podríamos ofrecerles." (p. 43)

[La cita pertenece a la novela corta La Nieve del Almirante.]

Ramón J. Sender
LA TESIS DE NANCY
Barcelona, 2004, Magisterio Español-Casals. 


“Contestando tus preguntas, te diré que Mrs. Adams es la de siempre. ¿Sabes qué hizo? Le regaló a mi novio una Biblia en español, y la misma tarde que se lo regaló, paseando por el parque de Maria Luisa, le explicaba Mrs. Adams –tú la conoces- la utilidad de leer la Biblia, y decía que muchas veces estaba sin saber qué determinación tomar cuando abría el libro al azar y leía la primera línea de la página de la izquierda. Y allí encontraba la solución.
-Hombre –dijo mi novio-. Yo tengo ahora más problemas que nunca en mi vida. Si eso es verdad, el libro vale la pena. Vamos a ver.
Abrió al azar y encontró en la primera línea las siguientes palabras del capítulo 27 de San Mateo que se refieren a Judas: <<...Y entonces fue y se colgó de un árbol y se ahorcó.>> Mi novio palidecía y Mrs. Adams se ruborizaba un poco. Entonces ella dijo: <<Bueno, eso es una casualidad. Mire en otra página.>> Y mi novio lo hizo, y en el capítulo de los Reyes del Antiguo Testamento la primera línea decía: <<Haz tú lo mismo.>>
Mi novio abrió las manos y dejó caer el libro al suelo. Luego se inclinó a recogerlo y lo devolvió a Mrs. Adams:
-Vaya, señora –le dijo-. Parece que ese libro sabe muy bien lo que a mí me conviene, pero tengo que reflexionar un poco antes de tomar mis determinaciones.” (p. 87) 

“Para que veas cómo entro en la vida del país, el otro día fui a llevarle a un zapatero remendón que hay en mi barrio un zapato para que me sujetara el tacón que se había soltado, y estaba con el zapatero un torero. Bueno, no un matador, sino un banderillero o cosa así. Y discutían de política. El zapatero era partidario de un régimen muy avanzado y el otro le preguntaba cómo se iba a regir la economía en ese régimen. El zapatero decía: <<Muy fácil. Yo le hago un par de zapatos al vecino que es sastre y él me hace a mí una chaqueta. El panadero me trae a mí el pan durante un mes y yo le remiendo los zapatos de la familia. ¿Comprendes?>>
-Sí; pero en mi caso –decía el otro- tú sabes cuál es mi oficio, ¿verdad? ¿Tú me haces un par de zapatos y yo te pongo un par de banderillas?
El zapatero se acaloraba, diciendo que aquello era hablar de mala fe.” (pp. 94-95)

miércoles, 15 de febrero de 2012

Juan Benet
VOLVERÁS A REGIÓN
Barcelona, 1974, Destino.


“Porque si la tierra es dura y el paisaje es agreste es porque el clima es recio: un invierno tenaz que se prolonga cada año durante ocho meses y que sólo en la primera quincena de junio levanta la mano del castigo no tanto para conceder un momento de alivio a la víctima como para hacerle comprender la inminencia del nuevo azote. A primeros de octubre comienzan las lluvias hasta que una mañana soleada y fría –entre San Bruno y Todos los Santos–, tras unos días cerrados de lluvia y niebla, la sierra aparece cubierta de blanco. Si el año es húmedo los temporales de nieve acostumbran a menudear pasada la Navidad con tanta frecuencia que rara es la nieve que –entre enero y abril– no cae sobre el hielo dejado por la anterior. En la montaña y en el páramo los síntomas de vida se reducen en esa época a las huellas de un zorro, de un rebeco o de un lobo, el itinerario de un paisano –denunciado por las señales de fuego– que ha buscado durante largas semanas el rastro de una novilla perdida. Pero si el año es seco hacia el día de San Bruno empieza a caer la temperatura por debajo de cero; no hay otro termómetro que el espesor de la capa de hielo, la profundidad de la helada en la tierra, en las raíces y en la roca, la fuerza expansiva del agua intersticial que al congelarse fragmenta y revienta los lisos de cuarcita; todo el páramo se convierte en una inmensa nevera, los cadáveres de los perros que mueren en diciembre no se descomponen hasta el mes de mayo, cuando la primera floración viene a coincidir con un hedor tan extenso e insoportable que, sin duda, ha inducido a la imaginación popular a relacionar el color de la bromelia y la amapola con la sangre y las vísceras de los difuntos invernales. En las laderas que miran hacia el norte, a lo largo de muchos valles –los más frecuentes– que corren en dirección ortogonal a la carrera del sol sus rayos no entran ni tocan la tierra durante cuarenta o cincuenta días y las heladas se suceden e incrementan en profundidad lo mismo que la nieve en altura. Por lo general enero y febrero acostumbran a ser los meses más crueles, en los que –por muy benigno que venga el año– no es fácil que amanezca un solo día grato. Luego vienen los ventones de marzo; tampoco hay anemómetros en la comarca, no existen otros testigos ni registros de la fuerza del viento que esa flora de aspecto austral, de formas peladas y atormentadas por el continuo azote, esos robles desequilibrados y descarnados que sirven de percha al muérdago, cuyas ramas sólo han crecido por la cara que mira al sur, opuesta al soplo dominante, y que parecen alucinadas de su propia condición; y las dunas detríticas en torno a los anfiteatros de los farallones quebrantados por esa intemperie atroz. En los años de nieve la ventisca de marzo es más temible que la propia tempestad. Cuando a la caída de la tarde se levanta una ligera brisa marcina, a duras penas capaz de sacudir la nieve de las ramas y las cornisas, el horizonte parece esconderse tras una pálida neblina que –en los días despejados– en menos de una hora ha cubierto la Sierra con un aparente telón de nubes; el paisano de la vega o el pastor del páramo saben entonces a qué atenerse: cierra todas las ventanas y las contras, retira el ganado de las cubiertas inseguras, recoge todo el grano y la leña que cabe en el interior y, frente a las puertas que miran al septentrión, apoyados en el suelo y en la pared a modo de tornapuntas, coloca cuantos tablones y rollizos tiene a su alcance a fin de formar un jabalcón que le permita salir al exterior bajo un túnel de hielo, cuando amaine el ventón; con la ventisca –en contraste con la nevada– la temperatura baja mucho; el tiempo, el sol, el día y la noche desaparecen bajo un torbellino opalescente de hielo en polvo que gira y sopla en todas direcciones y no conoce obstáculo, alterando y deshaciendo a su antojo esa distribución superficial e igualitaria de la nevada. Nadie es capaz de saber por dónde soplará, qué es lo que va a mover porque no parece obedecer más que a los designios destructivos de un Boreas enemigo que sabe introducirse por las rendijas, soplar por un portillo, crear un remolino y un vacío para barrer una era y colocar sobre la cubierta de un corralón dos metros de nieve, sepultando animales, carros y personas; o sesgado, para concentrar toda la carga a un solo lado de una tapia y hundirla en toda su longitud; o frontal, para acumular frente a una puerta toda la nieve recogida en diez leguas de páramo y arrasar la vivienda bajo un alud que tiene el don de la oportunidad para elegir los momentos de parto, las cubiertas recién retejadas, el ganado adquirido una semana antes de la feria. Es el viento de marzo el verdadero diseñador de esa arquitectura paisana de cubiertas pinas y lisas, de muros ataluzados y pequeños y altos huecos, como puestos de vigilancia de unos baluartes rudimentarios que sólo conocen la tregua durante los sedientos meses del verano.” (pp. 43-46)

lunes, 13 de febrero de 2012

León Trotsky
MI VIDA
Marxists Internet Archive, dic. 2002; revisada, 2010.


“Tiénese a la infancia por la época más feliz de la vida. ¿Lo es, realmente? No lo es más que para algunos, muy pocos. Este mito romántico de la niñez tiene su origen en la literatura tradicional de los privilegiados. Los que gozaron de una niñez holgada y radiante en el seno de una familia rica y culta, sin carecer de nada, entre caricias y juegos, suelen guardar de aquellos tiempos el recuerdo de una pradera llena de sol que se abriese al comienzo del camino de la vida. Es la idea perfectamente aristocrática, de la infancia, que encontramos canonizada en los grandes señores de la literatura o en los plebeyos a ellos enfeudados. Para la inmensa mayoría de los hombres, si por acaso vuelven los ojos hacia aquellos años, la niñez es la evocación de una época sombría, llena de hambre y de sujeción. La vida descarga sus golpes sobre el débil, y nadie más débil que el niño.
La mía no fue una infancia helada ni hambrienta. Cuando yo nací, mi familia había conquistado ya el bienestar. Pero era ese duro bienestar de quienes han salido de la miseria a fuerza de privaciones y no quieren quedarse a mitad de camino. En aquella casa todos los músculos estaban tensos, todos los pensamientos enderezados hacia una preocupación: trabajar y acumular. Ya se comprende que, en tales condiciones, no quedaba mucho tiempo libre para dedicarlo a los niños. Y si es verdad que no supimos lo que era la miseria, tampoco conocimos la abundancia ni las caricias de la vida. Para mí, los años de la niñez no fueron ni la pradera soleada de los privilegiados ni el infierno adusto, hecho de hambre, violencia y humillación, que es la infancia para los más. Fue la niñez monótona, incolora, de las familias modestas de la burguesía, soterrada en una aldea, en un rincón sombrío del campo, donde la naturaleza es tan rica como mezquina y limitadas las costumbres, las ideas y los intereses.” (cap. I: Ianovka; p. 6)

domingo, 12 de febrero de 2012

Paul Auster
LEVIATÁN
Barcelona, 2003, Anagrama.


"En total hay ciento treinta réplicas a escala de la Estatua de la Libertad en lugares públicos por todos los Estados Unidos. Se pueden encontrar en los parques, delante de los ayuntamientos, en lo alto de los edificios. Al contrario de lo que ocurre con la bandera, que tiende a dividir a la gente tanto como a unirla, la estatua es un símbolo que no causa ninguna controversia. Si hay muchos americanos que están orgullosos de su bandera, hay otros tantos que se sienten avergonzados de ello, y por cada persona que la considera un objeto sagrado, hay otra que querría escupirle, o quemarla, o arrastrarla por el fango. La Estatua de la Libertad es inmune a estos conflictos. Durante los últimos cien años ha trascendido la política y la ideología, alzándose en el umbral de nuestro país como un emblema de todo lo que hay de bueno en todos nosotros. Representa la esperanza más que la realidad, la fe más que los hechos, y sería difícil encontrar una sola persona dispuesta a denunciar las cosas que representa: democracia, libertad, igualdad ante la ley. Es lo mejor que los Estados Unidos pueden ofrecer al mundo y, por mucho que a uno le apene el que los Estados Unidos no hayan logrado estar a la altura de estos ideales, los ideales mismos no se ponen en cuestión. Han dado consuelo a millones de personas, nos han infundido a todos la esperanza de que algún día podremos vivir en un mundo mejor."
Luis Rojas Marcos
LA FUERZA DEL OPTIMISMO
Madrid, 2005, Santillana.

"La historia de los pueblos ha seguido derroteros diferentes. Pero desde que nuestros padres y madres antediluvianos adquirieron conciencia de sí mismos y persiguieron sin descanso la dicha propia y la de sus semejantes, la humanidad en general se ha visto inmersa en un proceso inalterable de crecimiento. Sería irreal negar que hoy existen países sumidos en la pobreza, la enfermedad y la violencia más atroz. No obstante, si analizamos la esperanza de vida, el nivel de educación general o el número de las sociedades democráticas, nunca tantos hombres y mujeres han disfrutado de una calidad de vida tan alta. Además, nunca el sufrimiento de nuestros semejantes, las injusticias sociales y el despilfarro de las riquezas naturales han provocado tanta repulsa e indignación." (p. 34)

viernes, 10 de febrero de 2012

Juan Valera
EL PÁJARO VERDE
En "Cuentos españoles del siglo XIX".
Madrid, 2005, Anaya.

"Yo soy el único sabio que habla aún y entiende la lengua riquísima que se hablaba en Babel antes de la confusión. Cada palabra de esta lengua es un conjuro eficaz que fuerza y mueve a las potestades infernales a servir a quien la pronuncia. Las palabras de esta lengua tienen la virtud de atar y desatar todos los lazos y leyes que unen y gobiernan las cosas naturales. La cábala no es sino un remedo groserísimo de esta lengua incomunicable y fecunda. Dialectos pobrísimos e imperfectísimos de ella son los más hermosos y completos idiomas del día. La ciencia de ahora, mentira y charlatanería, en comparación de la ciencia que aquella lengua llevaba en sí misma. Cada nombre de esta lengua contiene en sus letras la esencia de la cosa nombrada y sus ocultas cualidades. Las cosas todas, al oírse llamar por su verdadero nombre, obedecen a quien las llama. Era tal el poder del linaje humano cuando poseía esta lengua, que pretendió escalar el cielo, y lo hubiera indudablemente conseguido si el cielo no hubiese dispuesto que la lengua primitiva se olvidase." (pp. 88-89)

miércoles, 8 de febrero de 2012


Julio Cortázar
RAYUELA
Madrid, 2010, Cátedra.


“-Decime cómo hace el amor Ossip -murmuró Oliveira, apretando los labios contra los de la Maga-. Pronto que se me sube la sangre a la cabeza, no puedo seguir así, es espantoso.
-Lo hace muy bien -dijo la Maga, mordiéndose el labio-. Muchísimo mejor que vos, y más seguido.
-¿Pero te retila la murta? No me vayas a mentir. ¿Te la retila de veras?
-Muchísimo. Por todas partes, a veces demasiado. Es una sensación maravillosa.
-¿Y te hace poner con los plíneos entre las argustas?
-Sí, y después nos entretumamos los porcios hasta que él dice basta, y yo tampoco puedo más, hay que apurarse, comprendés. Pero eso vos no lo podés comprender, siempre te quedás en la gunfia más chica.” (cap. 20; p. 20)

“Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.” (cap. 68; p. 533)
Miguel de Unamuno / Ángel Ganivet
EL PORVENIR DE ESPAÑA
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Edición digital a partir de la de Madrid, Espasa Calpe, Col. Austral, 1940 y cotejada con la edición de E. Inman Fox (Madrid, Espasa Calpe, Col. Austral, 1990).


“El Idearium se me presenta como alta roca a cuya cima orean vientos puros, destacándose del pantano de nuestra actual literatura, charca de aguas muertas y estancadas de donde se desprenden los miasmas que tienen sumidos en fiebre palúdica espiritual a nuestros jóvenes intelectuales. No es, por desgracia, ni la insubordinación ni la anarquía lo que, como usted insinúa, domina en nuestras letras; es la ramplonería y la insignificancia que brotan como de manantial de nuestra infilosofía y nuestra irreligión, es el triunfo de todo género que no haga pensar.” (Primera parte. “A Ángel Ganivet”; apartado I)

“¡Utopías! ¡Utopías! Es lo que más falta nos hace, utopías y utopistas. Las utopías son la sal de la vida del espíritu, y los utopistas, como los caballos de carrera, mantienen, por el cruce espiritual, pura la casta de los utilísimos pensadores de silla, de tiro o de noria.” (Primera parte. “A Ángel Ganivet”; apartado III)

“Siempre he creído que la Historia, que da razón de los cuatro que gritan y nada dice de los cuarenta mil que callan, ha hecho el papel de enorme lente de aumento en lo que se refiere al cruce de raza en el suelo español. Las crónicas nos hablan de la invasión de los iberos, de los celtas, de los fenicios, de los romanos, de los godos, de los árabes, etc., y esto nos hace creer que se ha formado aquí una mescolanza de pueblos diversos, cuando estoy persuadido de que todos esos elementos advenedizos representan junto al fondo primitivo, prehistórico, una proporción mucho menor de lo que nos figuramos, débiles capas de aluvión sobre densa roca viva. Un batallón de jinetes que entra metiendo mucho ruido en un pueblo pacífico, que en su mayor parte le ve entrar con indiferencia, da que decir a las gacetillas, y el más leve motín de un lugar abulta en los telegramas, donde no se da cuenta de los que van, como todos los años, a trillar sus parvas. Desde la orilla se ve durante una tempestad cómo se alzan tumultuosas y potentes las olas, y no se da cuenta de que todo aquel tumulto no pasa de la superficie, de que las aguas que se embravecen y braman son una débil película comparadas a las profundas capas que permanecen en reposo. Brama la tempestad sobre la solemne calma de los abismos submarinos. El día mismo del desastre de la escuadra de Cervera hallábame yo, acordonado desde hacía días para no recibir diarios, en una dehesa en cuyas eras trillaban en paz su centeno los labriegos, ignorantes de cuanto a la guerra se refiere. Y estoy seguro de que eran en toda España muchísimos más los que trabajaban en silencio, preocupados tan sólo del pan de cada día, que los inquietos por los públicos sucesos.” (Segunda parte. “A Ángel Ganivet”; apartado I)

“El patriotismo tal y como hoy se entiende en los patriotismos nacionales es un sentimiento pagano. Decimos con los labios que todos los hombres somos hermanos, pero en realidad practicamos el adversus aeterna auctoritas, y tenemos de la fraternidad la idea que tienen las tribus salvajes: sólo es hermano el de la misma tribu.” (Segunda parte. “A Ángel Ganivet”; apartado V)

Ángel Ganivet / Miguel de Unamuno 
EL PORVENIR DE ESPAÑA 
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. 
Edición digital a partir de la de Madrid, Espasa Calpe, Col. Austral, 1940 y cotejada con la edición de E. Inman Fox (Madrid, Espasa Calpe, Col. Austral, 1990).


“Yo creo a ratos que las dos grandes fuerzas de España, la que tira para atrás y la que corre hacia adelante, van dislocadas por no querer entenderse, y que de esta discordia se aprovecha el ejército neutral de los ramplones para hacer su agosto; y a ratos pienso también que nuestro país no es lo que aparece, y se me ocurre compararlo con un hombre de genio que hubiera tenido la ocurrencia de disfrazarse con careta de burro para dar a sus amigos una broma pesada.” (Primera parte; “A Miguel de Unamuno”; apartado II)

“Mientras en España no existan hábitos intelectuales y se corra el riesgo de que las ideas más nobles se desvirtúen y conviertan en armas de sectario, hay que ser prudentes. La sinceridad no obliga a decirlo todo, sino a que lo que se dice sea lo que se piense.” (Primera parte; “A Miguel de Unamuno”; apartado II)

“La lucha por el progreso y por la riqueza es tan peligrosa como la lucha por el territorio. Vea usted, si no, amigo Unamuno, el desencanto que se están llevando los que creían que el porvenir estaba en América. En unas cuantas semanas se ha despertado el atavismo europeo; la riqueza acumulada por los negociantes se transforma en armas de guerra, y aparece ésta en condiciones que, en Europa misma, serían impracticables. Porque en Europa no se usan ya guerras repentinas, ni se suele acudir a las armas antes de agotar todos los medios pacíficos, ni practicar ciertos procedimientos que hoy se emplean en nuestro daño. América tendrá ejércitos como Europa, y disfrutará de los goces inefables de las guerras territoriales y de raza; en vez de hacer algo nuevo, copiará a Europa y la copiará mal; y los hombres insignificantes que han derrochado estúpidamente las buenas tradiciones de su nación serán glorificados por la plebe.” (Primera parte; “A Miguel de Unamuno”; apartado III)

sábado, 4 de febrero de 2012



Javier Marías
MAÑANA EN LA BATALLA PIENSA EN MÍ
Barcelona, 1994, Anagrama.



“Es curioso como el pensamiento incurre en lo inverosímil, cómo se lo permite momentáneamente, cómo fantasea o se hace supersticioso para descansar un rato o encontrar alivio, cómo es capaz de negar los hechos y hacer que retroceda el tiempo, aunque sea un instante. Cómo se parece al sueño.” (p. 75)

“gente enquistada y poco atenta, funcionarios de la literatura, críticos vetustos, profesores rencorosos, académicos sesteantes y sensibles al halago y editores que ven en la perpetua queja de la insensibilidad lectora contemporánea la justificación perfecta para holgazanear y no hacer nada, y eso en todas las sucesivas contemporaneidades.” (p. 108)

“No quisiera empañar mi ejecutoria, como ahora se dice, pero no se me escapa que son más memorables aquellos que dudaron mucho, o que traicionaron, o que cometieron crímenes o fueron crueles; los que padecieron desvaríos graves o llevaron vida de crápulas, los muy sufrientes y los tiranos, los abusivos y escandalosos y los muy desdichados, los trastornados y aun los pusilánimes, los barbazules. En suma, los más cabrones.” (pp. 139-140)






Graham Greene
VIAJES CON MI TÍA
Barcelona, 1969, Edhasa.



“Nadie puede soportar que no le perdonen. Ése es el privilegio de Dios.” (p. 73)

“¿Qué importaba la verdad? Una vez muertos, si siguen existiendo en el recuerdo, todos los personajes muertos tienden a volverse ficticios. Hoy, Hamlet no es menos real que Winston Churchill” (pp. 100-101)

“-Primero debes entregarte al despilfarro -contestó mi tía-. La pobreza puede caernos encima de golpe, como la gripe. Y es bueno mantener en depósito el recuerdo de unas cuantas locuras, para cuando lleguen los malos tiempos.” (p. 119)

“puedo ir a una iglesia sin pecar de hipocresía, ya que siempre he apreciado los aspectos más poéticos del cristianismo. Pienso que la Navidad es una fiesta necesaria; necesitamos un aniversario durante el cual podamos lamentar todas las imperfecciones de nuestras relaciones humanas. Es la fiesta del fracaso, triste pero consoladora.” (p. 285)

“La gente habla de la mayoría de edad. Eso no existe. Cuando uno tiene un hijo, está condenado a ser padre durante toda la vida. Son los hijos los que se apartan de uno. Pero los padres no podemos apartarnos de ellos.” (p. 325)

“A veces pienso que nuestra vida está más formada por los libros que leemos que por la gente que conocemos: en los libros aprendemos, de segunda mano, qué es el dolor y el amor. Aun cuando tenemos la suerte de enamorarnos es porque nos hemos dejado influir por lo que hemos leído.” (p. 339)